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INMERSIÓN

Integral sinfónica de Schumann. Staatskapelle Dresden. Christian Thielemann, director. Sony. 2CD.

Vaya por delante: creo poder asegurar - porque en esto de los directos las emociones juegan un papel tan determinante como, en ocasiones, tramposo - que la mejor Segunda de Schumann que he escuchado en vivo - y he presenciado unas cuantas - estuvo en manos de Christiann Thielemann, en el Musikverein de Viena. Exactamente un año después de aquello, el director cambiaba de formación: de la Wiener Philharmoniker a su Staatskapelle Dresden y de localización, grabando la integral sinfónica del compositor en el Suntory Hall de Tokio, para el sello Sony. Y estamos de celebración.

Cualquier análisis del todo sinfónico de un compositor nos revela, o debería revelarnos, su ciclo vital, su pulso, su evolución y su impronta. Schumann y sus cuatro sinfonías, como lo son también y de forma prácticamente contemporánea las de su querido amigo Brahms, es un breve e intenso, intensísimo testamento de su sentir. Han pasado casi 20 años desde que Thielemann grabase estas cuatro obras con la Philharmonia Orchestra y, en este caso, el tiempo como catalizador es un invento maravilloso. En general, el maestro alemán se muestra más flexible, con mayor atención o prestación en las dinámicas que entonces. Más personal, más acertado, más Schumann. ¡Y no es que aquella primera visión fuese precisamente errada! Ya en ese arranque, esa llamada inicial del Andante en la Primavera, la Staatskapelle se presenta bajo su batuta como un elemento cargado de expresividad y drama. Como si cogiera fuerzas para lo que está por venir. Lo vamos a pasar bien, parece decirnos. Y así es. La lectura de Thielemann se desvela como una inmersión en las aguas densas, intensas, coloreadas de Schumann. El balanceo en el Scherzo, siempre vibrante y tensionado, dejando espacio para los temas contrastados, es extraordinario.

La Segunda vuelve a desvelarse con Thielemann como un gran juego de seducción. El trabajo de la cuerda grave y de las maderas, en ese fraseo soberbio que se despliega en el Adagio espressivo, es sensacional. Hay aquí que hacer referencia al gran trabajo de ingeniería y postproducción, tratándose de tomas en vivo, con el público presente, que recogen el latido de la interpretación en directo, pero con un resultado sonoro excepcional. Seguramente haya quien, por momentos, encuentre esta versión de Thielemann, al final de la Segunda, en la Tercera y especialmente en la Cuarta, un punto dilatado en expresividad y tempi, una visión tal vez "bruckneriana", pero ante la coherencia entre movimientos y el cuidado en los detalles, uno no puede sino dejarse convencer por una lectura que, sin duda, nos regala uno de los mejores lanzamientos en este 2019. Un Schumann degustadísimo, para saborear lenta y reflexivamente.