Christoph Pregardien Jean Baptiste Millot

 

Christoph Prégardien, tenor: "El lied es la combinación perfecta entre técnica e inspiración"

El tenor alemán Christoph Prégardien pone hoy el broche a la schubertíada ideada por el Festival Bal y Gay, al hilo del Año Jacobeo. Cantará Winterreise de Schubert, una de sus especialidades. A sus 65 años, lo cierto es que Prégardien es una referencia indiscutible para este repertorio. Desde la autoridad que su voz representa en este sentido, conversamos con él horas antes de su actuación en la Catedral de Mondoñedo, acompañado al piano por Daniel Heide.

Visita el Festival Bal y Gay con música de Schubert, un compositor al que casi ha dedicado toda su vida, creo de hecho que desde sus primeras lecciones de canto con Martin Gründler en Frankfurt. ¿Representa Schubert la pasión musical de su vida?

Sin duda. Aunque crecí y me eduqué sobre todo en torno a la música sacra, esto es, Bach, Haendel, Haydn, Mozart... Pero cuando comencé a estudiar canto, Schubert se convirtió en una referencia para mí. Si bien al comienzo de mi carrera el oratorio representaba buena parte de mi agenda, poco a poco Schubert representó para mí la vía para una nueva experiencia, a través de los recitales

El recital de lied representa algo así como una performance antes incluso de que existiera la idea de una performance como tal, en el sentido contemporáneo. Visto así, Winterreise es casi una experiencia física, mucho más que una interpretación vocal o expresiva. 

Creo que la razón por la que los recitales siguen fascinando a un intérprete, como es mi caso, radica en el hecho de que son un reto real. Y no me refiero solo al hecho de cantar sin apenas descanso durante setenta u ochenta minutos. Me refiero sobre todo al punto de vista psicológico y emocional: durante apenas unos minutos, los que dura cada canción o cada ciclo, tienes que sumergirte en la personalidad de un personaje, meterte bajo su piel y prestarle tu voz de un modo creíble. Y esto es diferente cuando cantas oratorio u ópera, donde hay una serie de descansos y una estructura mucho más extensa. Sin embargo el lied supone un reto por su concisión. 

En el caso de Winterreise, cada vez que lo afronto representa una nueva experiencia para mí. Dependiendo de la sala y de la audiencia, en la soledad del escenario junto a tu pianista, puedes percibir de inmediato el estado emocional del público. Esa cercanía es determinante y radicalmente diversa de la que un cantante pueda experimentar con el oratorio o con la ópera. 

Hablando de lieder, ¿cómo busca el equilibrio entre texto y música? ¿Es este uno de los mayores retos de la interpretación en este repertorio?

Sí, así es. Esta es la mayor particularidad del lied. Cada pieza dura apenas unos minutos y en ese tiempo el intérprete debe encontrar el tono, la actitud, el acento... Y eso cambia cada dos o tres minutos, con cada canción. Y ese es el reto más fascinante que el lied representa para un intérprete, sin duda; encontrar el valor exacto de cada palabra y cada nota.

 

"Cantar Winterreise supone siempre una nueva experiencia para mí"

 

En los últimos años su presencia en España ha sido regular, ¿cree tenemos un público de lied con buena salud?

Sí, hace unas semanas estuve en Madrid y ahora actúo en Galicia. España ha supuesto mi reencuentro con el público tras meses y meses de inactividad a causa de la pandemia. Por descontado ha sido imporatnte todo el esfuerzo que se ha hecho con experiencias en streaming, pero nada sustituye a la posibilidad de encontrarse con el público en una sala, en esa proximidad. En este sentido, debo decir que España tiene una excelente vida musical: por sus auditorios, por su público, por sus festivales y temporadas... realmente es un país de referencia en este sentido. 

Su hijo Julian Prégardien también es tenor y con él grabó de hecho el CD Father and son. Imagino que es tremendamente especial tener la ocasión de cantar este repertorio con su propio hijo.

Es maravilloso ver lo bien que le está yendo con su carrera profesional. Al principio, no obstante, fue difícil para él, precisamente porque yo representaba de algún modo un lastre para que hiciera su propio camino. Pero él siempre tuvo claro lo que quería y se labró su propia carrera. Al principio apenas cantamos juntos, fue hace ahora unos diez años cuando surgió la idea de colaborar en torno a un programa con piezas de Schubert, en arreglo para dos voces de tenor. Fue un hallazgo y realmente es un regalo poder compartir escenario de tanto en tanto en torno a este repertorio tan fantástico. Para mí, es una experiencia muy emotiva y confío en que podamos tener más ocasiones de actuar jutnos en el futuro. 

Aunque el lied es la parte más importante de su agenda, ¿tiene planes de oratorio y ópera en un futuro?

Sí, por supuesto. Dejé de cantar ópera hace ya algunos años, porque la docencia se ha ido convirtiendo en el centro de mi actividad, durante la última década. Y la ópera requiere estar concentrado en una misma producción durante varias semanas. Pero sí, sigo cantando oratorio: Evangelista en la Pasión de Bach, la Misa Solemnis de Beethoven... Y también llevo un tiempo dirigiendo, de tanto en tanto. En Madrid hice el Oratorio de Navidad con el Collegium Vocale Gent. Y tengo más planes en este sentido, con la Pasión según San Juan de Bach, por ejemplo. En cualquier caso, los recitales representan el grueso de mi agenda. Tengo ya 65 años y creo que mi voz sigue estando en forma. Y mientras así sea, me gustaría seguir en activo; disfruto mucho en el escenario.

Mencionaba ahora la docencia, imagino que es una de las actividades más gratificantes para un cantante con una solida trayectoria a sus espaldas, como es su caso. 

Empecé a enseñar muy pronto. De hecho, ya durante mis estudios en Frankfurt me dediqué a dar lecciones de canto coral, en pequeños grupos. La música, y el lied en particular, es la combinación perfecta entre técnica e inspiración. Desde la enseñanza uno suele focalizarse en los problemas técnicos, que son comunes en los cantantes más jóvenes. Me gusta trabajar con ellos en encontrar el modo de olvidar la técnica para poder concentrarse en su inspiración. La técnica tan solo es el camino para la expresividad; debe funcionar, pero debe llegar un punto en el que sea algo inconsciente, dejando el protagonismo a la expresión. En este sentido, es curioso comprobar cómo cada estudiante de canto reacciona de un modo distinto y particular. En realidad el canto es un proceso tremendamente psicológico. Por eso me gusta trabajar en periodos largos con los cantantes; en las clases magistrales apenas hay espacio para unas pocas indicaciones. 

 

Foto: © Jean-Baptiste Millot