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Ketevan Kemoklidze: "Cantar Carmen en Sevilla es una gran responsabilidad y un enorme placer"

El Teatro de la Maestranza de Sevilla celebra su 30 aniversario con una serie de funciones de Carmen, de Georges Bizet, en la ya célebre propuesta escénica de Calixto Bieito. Para la ocasión han querido contar con la mezzosoprano de origen georgiano Ketevan Kemoklidze, con quien conversamos en esta entrevista, en torno a este emblemático papel y al dulce momento de madurez vocal que experimenta su trayectoria profesional.

 

Querría empezar recapitulando cómo ha vivido este último año, marcado por la pandemia. ¿Recuerda donde estaba en marzo de 2020?

Sí, estaba trabajando. Tuve suerte de terminar mis funciones de Rosina en el Barbiere en Tel-Aviv y el día 10 llegué a Barcelona, justo antes de que empezase todo. Ya en Israel la situación era bastante difícil, a diferencia de lo que encontré en España. Pero luego todo se desarrolló muy rápido. Fueron meses complicados. Tuve muchas cancelaciones, entre ellos mi debut como Amneris en Montepellier, que era una cita muy esperada para mí. También he perdido muchas funciones de Carmen, muchas... Y varios conciertos, tenía por ejemplo el Requiem de Verdi en Oviedo. También tenía en agenda Das Lied von der Erde de Mahler...  

Lo único que pude hacer fue el Requiem de Donizetti en Catania y algunos conciertos en mi país, en Georgia. Después de un año, esta Carmen es el primer contrato en escena que tengo. Pero bueno, creo que empleé bien este año y medio de pandemia, porque he vuelto a ser madre. Ha sido un tiempo bien aprovechado (risas). También tuve mucho tiempo para estudiar y para dar clases on-line. En general la situación ha sido terrible, pero en lo personal no puedo quejarme demasiado, sobre todo porque  

Canta Carmen en Sevilla, un papel muy emblemático para su carrera y un rol que, imagino, es un gran compromiso cantar precisamente aquí, en la ciudad donde se ambienta esta ópera.

En el mundo hay muchas Cármenes, hay colegas españolas buenísimas cantando este papel. Por eso me siento tan honrada y tan feliz de que el Teatro de la Maestranza haya querido contar conmigo para cantar este papel. Cantar Carmen en Sevilla es una gran responsabilidad y un enorme placer. Mi Carmen tiene que tener algo de todas las mujeres de Sevilla. Quiero que todas ellas se identifiquen con mi Carmen. 

La producción de Calixto Bieito para Carmen es ya muy emblemática. ¿Es su primera vez con esta propuesta?

Sí, en dos ocasiones estuve cerca de cantarla, tanto en Mallorca como en Venecia, pero finalmente no llegó a ser porque yo ya tenía otras cosas en agenda. Es una Carmen muy conocida y que faltaba en mi galería de producciones de este título. Es una propuesta muy distinta, muy singular pero muy interesante y con mucha lógica. Lo dramático y lo musical van en consonancia perfecta en este caso.  

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Mencionaba antes Amneris, un rol que no pudo debutar a causa de la pandemia. ¿Hacia dónde va ahora su repertorio? Creo que mantiene papeles ligeros y de coloratura aunque su voz vaya poco a poco hacia un repertorio más dramático.

Sí, he ido incorporando más papeles de Verdi poco a poco... Maddalena, Preziosilla, Eboli... creo que ya ha llegado el momento para cantar Amneris. En cambio, Azucena y otros papeles como Ulrica no son en este momento para mi voz. El proyecto de Montpellier para debutar Amneris en Aida se ha aplazado, no se ha cancelado, así que confío en que ese debut llegará. Mi voz, en cualquier caso, creo que tiene por naturaleza una cierta facilidad para la coloratura y la agilidad.

A veces me dicen que para Rossini la voz ya es muy grande, pero yo no lo creo. En el pasdo las grandes mezzosopranos siempre alternaban el repertorio ligero con el repertorio dramático, sin ningún problema. Una voz con cuerpo puede hacer belcanto, si conoce el estilo. Leyla Gencer, con quien estudié, me lo decía siempre: se puede cantar un día Rossini, dos días después de Mozart y días más tarde Verdi. Con la técnica adecuada y conociendo tu voz, es posible.

Además, creo que se aprende mucho cantando este repertorio, desde un punto de vista técnico. La voz, con Rossini y el belcanto, no pierde flexibilidad y es un repertorio que te obliga a ser detallista con la partitura, algo que viene muy bien después para Verdi, donde a veces se han olvidado esos detalles. El canto es mucho más que exhibir tu voz, es el arte más completo: tienes que dibujar un personaje, respetar lo escrito por el compositor y emocionar al público.

¿Ha pensado en cantar papeles del repertorio alemán?

Sí, me gustaría hacer algo de  Wagner y Strauss. En concreto, me gustaría hacer el Compositor de Ariadne y Octavian de Rosenkavalier. Para el Compositor hay planes ya en mi agenda. También me gustaría llegar un día a hacer Isolda, sería un sueño para mí. 

Procede de Georgia, un país que en los últimos años ha demostrado ser una gran cantera de voces. ¿Se vive allí la música de un modo particular?

Para nosotros es algo muy normal. Georgia es un país con una gran tradición musical y el canto está presente en todos los momentos de nuestra vida. Durante el tiempo en que Georgia formó parte de la Unión Soviética, fue casi imposible que nuestras voces hicieran carrera fuera y el mundo se perdió a grandes talentos. En los últimos años es verdad que muchos cantantes georgianos se han dado a conocer al mundo, pero esto no es algo nuevo, ha sido así siempre, durante décadas. Ahora también tenemos un importante festival en Tsinandali, que el año pasado no pudo llevarse a cabo por la pandemia.

 

Fotos: © Irma Sharikadze