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Álvaro Albiach: "Un director titular debe hacer mejorar a su orquesta cada semana"

El maestro valenciano Álvaro Albiach encara ahora una época distinta, tras aproximadamente una década al frente de la Orquesta de Extremadura. Aprovechando su reciente paso por Madrid, para dirigir a la Orquesta Nacional de España en el Focus Festival, conversamos con él para hacer balance de sus días con el conjunto extremeño y para conocer más de cerca los inicios de su trayectoria y sus próximos compromisos como director invitado.

Después de muchos años como director titular y artístico en la Orquesta de Extremadura entiendo que su agenda afronta ahora un ciclo muy distinto, con otra perspectiva en lo emocional y en lo profesional.

Sí, terminé como titular en Extremadura con la temporada anterior, en julio de 2021. Han sido nueve temporadas allí. La titularidad es un cargo muy absorbente. Te exige mucho tiempo: son muchas semanas de conciertos, hay mucho que estudiar, pero también me encargaba de la programación de la temporada, como director artístico de la orquesta. Además la OEX contaba con un presupuesto muy limitado y había que hacer auténticos malabares. En todo caso fue una experiencia de la que guardo un recuerdo muy grato. He aprendido muchísimo, he ganado mucha experiencia.

Imagino también que hay un reto emocional y personal implícito en la titularidad. Al fin y al cabo se trata de gestionar un grupo humano durante mucho tiempo. 

Sí, ese es el tercer capítulo del cargo como titular, después de las obligaciones musicales y artísticas. El plano humano es importantísimo y es complicado. Te exige mucho tiempo también. Líos hay en todas las orquestas, son colectivos humanos amplios y hay fricciones que en ocasiones te salpican. 

Ahora he ganado mucho en tranquilidad. Decidí terminar con la titularidad en 2017, con bastante antelación, pensando en posibilitar que la orquesta tuviera voz en la designación del que iba a ser mi sucesor, finalmente Andrés Salado. Hasta ahora los dos titulares que había tenido la OEX, Jesús Amigo y yo mismo, fuimos designados por cargos institucionales sin tener en consideración la opinión de los músicos. Yo creo firmemente que esto debe ser de otra manera y así lo quise para mi sucesión. No digo que la decisión final deba recaer por completo en los músicos, pero sí orientar al menos una terna de candidatos, que se sientan representados en la decisión final que se toma. 

Si hubiera continuado como titular seguramente habría terminado saliendo de allí de malas maneras. Casi todas las titularidades largas acaban mal. Yo con la OEX conservo por fortuna una estupenda relación. Sigo siendo su principal director invitado y los conciertos que hacemos siguen siendo una gozada.

¿Cuál es su balance del trabajo realizado con la orquesta, considerando las limitaciones presupuestarias y la naturaleza de la formación?

Básicamente creo que la labor de un director titular es la de intentar que la formación sea mejor cada semana, con cada programa. Mejor significa muchas cosas: que haya un orden en el trabajo, que haya un marco mínimo de trabajo desde el que construir. Y creo que ese objetivo sí que se logró. La OEX hoy en día es una orquesta muy distinta a la que yo me encontré en el año 2012, mucho más capaz de afrontar retos. El tema presupuestario sigue suponiendo un handicap importante. Es evidente que la Junta de Extremadura hace un gran esfuerzo para que la OEX funcione y exista, pero también es evidente que el presupuesto disponible impone limitaciones al proyecto y su alcance. 

Hay otra asignatura pendiente que afecta a la OEX, pero que es una cuestión cultural mayor que no atañe a la orquesta como tal. Me refiero al aprovechamiento del Teatro Romano de Mérida como espacio para la ópera. Yo estuve batallando para dar forma a un proyecto así hasta la última semana que estuve al frente de la OEX. Creo firmemente que una actividad lírica en el Teatro Romano atraería muchos focos sobre Extremadura. El festival de teatro que existe es ya un clásico por méritos propios y creo que se podría aspirar a algo semejante en materia de ópera. 

Se han hecho algunas cosas pero muy esporádicas.

Exacto. Yo pude hacer dos títulos, uno cada cinco años. Primero fue Salome de Strauss y el segundo proyecto fue Sansón y Dalila de Saint-Säens. Y en ambas experiencias todos nos dimos cuenta de que aquello podría funcionar muy bien si se le diera continuidad. Ojalá suceda algún día… 

Con la ópera tiene una relación que viene de lejos, siendo asistente de Jesús López-Cobos y otros maestros al comienzo de su carrera. A día de hoy se tiene una impresión quizá muy sinfónica de su agenda, seguramente por todo este tiempo con la OEX, pero la ópera jugó un papel importante en los inicios de su carrera. 

Sí, hubo ópera y la habido también estos años mientras estuve en Extremadura. Tuve la suerte de colaborar varias veces en Oviedo, por ejemplo. A mí la ópera me fascina. Hubo unos años, allá por 2002, 2003 y 2004, en los que hice asistencias a varios maestros. El primero de todos ellos fue Antonio Ros Marbá y después trabajé también con Miguel Ángel Gómez Martínez. Con el que más trabajé seguramente fue con Jesús López-Cobos, a quien yo tenía un cariño especial.

¿Cómo se conocieron?

Nos juntaron los franceses (risas). Sí, es una historia bonita. Yo gané el concurso de Besançon en el año 99 y en el verano del año siguiente la joven orquesta francesa tenía a Jesús López-Cobos como director invitado. El propio Jesús había ganado el concurso de Besançon en el año 68, el año en el que nací yo. Y en el verano del año 2000 tuvieron allí la feliz idea de reunirnos, yo como asistente y él como batuta principal obviamente. A raíz de ese encuentro contó conmigo como asistente en varios proyectos: en el Liceo, en Italia… incluso compartimos cartel en unas funciones de Il Comte Ory de Rossini en el Comunale de Bologna, alternando representaciones en el foso. Fue una persona entrañable conmigo y de él aprendí muchísimo.

Albiach ONE Focus 22 a

En el Festival Focus se ha hecho cargo de un programa muy interesante.

El Focus creo que es una iniciativa estupenda y muy necesaria. Su objetivo principal es dar luz a patrimonio musical español que no se programa. El programa que yo he dirigido es una dialéctica entre Alemania y Francia, aunque en realidad la única referencia a Francia es la música de Joaquín Turina. De él hacemos una obra muy poco frecuente, Ritmos

Aparte de las dos piezas de Wagner hemos hecho una pieza de Conrado del Campo, que era un wagneriano acérrimo. Su música es fascinante, de enorme talento, con una gran capacidad para crear color, intensidad… Es una lástima que su obra sea tan desconocida.

El programa se cierra con una pieza de María de Pablos, que ha sido todo un descubrimiento para mí y que tiene una historia absolutamente impresionante. Su biografía es increíble, desde sus días en la Academia Española en Roma en el año 27 hasta su formación durante un año en París con Paul Dukas y Nadia Boulanger. Después vuelve a España y su biografía se empieza a volver enigmática, con vacíos en su cronología. En el año 41 desparece su pista y en el año 45 ingresó en un centro psiquiátrico en Madrid. Falleció en el año 90; es decir, pasó la mitad de su vida ingresada en ese centro psiquiátrico sin que se sepa por qué entró, pues no se conservan los archivos. Es una historia realmente truculenta, de película. 

Menuda historia…

Sí, además la obra de María de Pablos que hemos hecho con la ONE es una auténtica rareza. Desde que José Luis Temes la hiciera y la grabara con la OSCyL, creo que no se ha vuelto a interpretar. Es una pieza fascinante, con una vena dramática que aflora con mucho potencial y una gran capacidad para crear color desde la orquesta.

Por delante tiene compromisos interesantes, como el programa que esta semana dirige con la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares.

Sí, hacemos música de  Ottorino Respighi y de Nino Rota. Es música increíble, excesiva, trepidante. No deja ni un instante de descanso a los músicos en los atriles. Es un programa que tenían originalmente pensado con el titular de la orquesta, Pablo Mielgo, y lo he asumido tal y como estaba concebido.

¿Y más adelante, con posterioridad a estos conciertos en Baleares?

En julio tengo el encuentro con la Joven Orquesta de la Generalitat Valenciana. Me hace especial ilusión porque soy valenciano y porque un bueno amigo mío, Vicente Huerta, tocará el concierto para violín de Brahms. Él dedica su tiempo sobre todo a la docencia y no ha tenido una trayectoria como solista, pero es un violinista magnífico.  Pero somos amigos desde los ocho años y me hace mucha ilusión hacer este programa juntos. Además, haremos dos piezas de Òscar Colomina, compositor y ahora mismo decano en la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Oscar fue alumno de Vicente Huertas precisamente, así que nos juntamos todos en este encuentro en julio. 

Más adelante, ya en la temporada 22/23, regreso con la Orquesta de Valencia en octubre. También tengo conciertos con la Orquesta del Principado de Asturias, a la que hace años que no dirijo. Igualmente regresaré con la Orquesta de RTVE, con la que siempre he tenido una estupenda relación. Es una temporada de reencuentros. También regresaré a la Orquesta de Extremadura y volveré a la Gulbenkian en marzo. Es una temporada bonita y apetecible.

Albiach ONE Focus 22 b

Recientemente ha dirigido a la Orquesta Nacional después de muchos años de ausencia con ellos.

Sí, ha sido algo fantástico. Sabe, mi primera orquesta en España fue la ONE, en septiembre del 2000, poco después de ganar Besançon en el año 1999. Curiosamente con la ONE hice un programa que fue en gira a Extremadura, para Juventudes Musicales. A las dos semanas volví para hacer un programa Beethoven… y no volví hasta el 2021, dos décadas después.

He tenido la suerte de encontrar en David Afkham a alguien interesado por mi trabajo. Él vino a escuchar un concierto que hicimos en Madrid con la Orquesta de Extremadura, dentro del ciclo de la ORCAM. Y con posterioridad al concierto vino a felicitarme y me dijo que le gustaría invitarme a dirigir la ONE.

Y le invitó finalmente.

Sí, así es; no todos los que lo dicen, lo hacen (risas). Además, para esa primera invitación conté con la complicidad de David Afkham para ajustar el programa conforme a las limitaciones del covid. Yo iba a hacer Zaratustra de Strauss y no era viable. Yo le propuse a David hacer mi propia instrumentación del Adagio de la Décima de Mahler. Yo había dirigido la pieza en Extremadura con otra orquestación y no me había terminado de satisfacer. Así que me lancé a la piscina y David me permitió hacer mi propia instrumentación de la obra. Tengo un magnífico recuerdo de aquellos conciertos. Trabajar con la ONE es algo fantástico, son una orquesta de altísima calidad ahora mismo, con una gran implicación tanto en los ensayos como en los conciertos.

Y ha regresado nuevamente al frente de la ONE esta misma temporada de hecho, por partida doble, en temporada y ahora con el Focus.

Sí, después de aquella ocasión he contado con la complicidad de todo el equipo de la ONE, ahora con Félix Palomero y su equipo en la gerencia. En marzo me hice cargo de unos conciertos que no pudo dirigir David Afkham y que terminaron por ser un regalo, con un programa tremendamente popular que incluía El sombrero de tres picos, el Concierto de Aranjuez, etc. Fueron unos conciertos espléndidos. 

Finalmente, ¿cuáles son ahora mismo sus inquietudes con el repertorio?

Últimamente me interesa mucho Bruckner, es un compositor con el que cada vez encuentro más afinidades. Tuve ocasión de hacer la Tercera con la Orquesta de Extremadura, por ejemplo, y fue una experiencia magnífica. También me interesa mucho la música francesa; en octubre con la Orquesta de Valencia haremos La valse, precisamente la obra con al que gané Besançon. Y me supone un reto fascinante hacer la música española tal y como está escrita. Esto es algo que descubrí haciendo Falla con la ONE, rara vez se atiende a todo lo que está escrito.