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Pedro Halffter: "En la música me interesan el cómo y el por qué"

El maestro Pedro Halffter regresa estos días al foso del Teatro de la Maestranza de Sevilla, del que fue director artístico entre 2004 y 2018, compaginando su labor además como director artístico de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla entre 2004 y 2014. Además de 2004 a 2015 fue director artístico y titular de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.

En esta ocasión, de vuelta en Sevilla, estará al frente de La traviata de Giuseppe Verdi, en unas representaciones que se extenderán entre el 14 y el 24 de julio. En ocasión de estas funciones conversamos con el director madrileño para conocer mejor su reciente actividad, en frentes tan diversos como la composición, la dirección musical o la divulgación.

¿Cómo está viviendo esta nueva etapa como director invitado, tras dejar sus cargos como titular en Sevilla?

Es una sensación muy grata la de poderme dedicar por entero a lo que me apasiona, que es la música. Llevar la dirección artística de un teatro o de una orquesta supone muchísimo trabajo administrativo y ahora por fin me he podido centrar en lo que a mí me llena y me apasiona, que es la música, dirigirla y componerla. Para mí está siendo una etapa muy ilusionante.

Visto ya aquel tiempo con cierta distancia, ¿cuál diría que fue el legado de su etapa en Sevilla?

No me corresponde a mí valorarlo, desde luego, pero si tuviera que hacer un resumen, creo que hicimos varias cosas importantes, tanto desde el punto de vista artístico como desde un punto de vista estructural. Fue un hito haber programado y representado la Tetralogía, lo hicimos además en los años más duros de la crisis, entre 2010 y 2014, logrando para ello un apoyo privado muy importante, por parte de la Fundación BBVA. Ese Anillo puso al teatro a otro nivel.

También hicimos una gran labor de renovación del repertorio, con obras como Die ferne Klang, Lulu, Doktor Faust, Doctor Atomic, La mujer silenciosa, El emperador de la Atlántida... El primer teatro en España que programó Il prigioniero de Dallapicola fue el Maestranza y también fuimos los primeros en España en programar la Turandot de Busoni.

Y la labor con el público fue también importantísima. Cuando hicimos Traviata en la producción de Zeffirelli llenamos ocho funciones, nada menos. También se hicieron seis de La fanciulla del West, otras ocho con Rigoletto, etc. 

Co la orquesta igualmente hicimos muchas giras, por China, por Alemania, por España... grabamos para Deutsche Grammophon. Estuvimos en los festivales de verano más importantes de España, los de Granada y Santander. Teníamos un número de abonados espectacular, con llenos habituales en nuestros conciertos y logramos muchos patrocinadores privados para la formación.

Regresa ahora a Sevilla para dirigir La traviata de Verdi. Imagino que las sensaciones son intensas, regresando al Maestranza.

Claro, estoy muy contento de volver al Maestranza y aún más con un título como La traviata que he dirigido en numerosas ocasiones, también en Italia, donde es una pieza tan emblemática.

En su agenda reciente destacan algunas citas interesantes, prueba de su compromiso con el repertorio más infrecuente y contemporáneo, con Florencia en el Amazonas en Tenerife, y también su labor como compositor, con piezas como Proteo en el Auditorio Nacional.

Florencia es una ópera maravilosa que me hubiera gustado programar en Sevilla si las circunstancias lo hubiesen permitido. Su lenguaje, aunque es una obra de 1996, es de un lirismo tremendo y con exigencias vocales importantes. La pieza se ha interpretado en multitud de teatros norteamericanos. Yo dirigí el estreno en Suiza de la obra y ahora he tenido la ocasión de dirigir también su estreno en España, en Tenerife.

Mi labor como compositor me tiene bastante atareado últimamente, es cierto; tengo varios encargos y proyectos en marcha. Con Proteo yo quería hacer una obra donde la orquesta no fuese muy grande, con formato de obertura, conjugando referencias a la mitología con referencias al lenguaje del siglo XXI. Con la Sinfónica de Madrid llevo trabajando desde hace treinta años ininterrumpidamente, desde 1992. He trabajado con ellos todas las temporadas en estas tres décadas y es una orquesta a la que considero como si fuera mi familia, es ahora mismo la mejor orquesta de España con claridad. Estoy muy contento del estreno de esta pieza con ellos.

También ha tenido muy buena acogida su adaptación sinfónica de Tannhäuser.

Sí, estas adaptaciones sinfónicas de algunos títulos de Wagner han tenido muy buena aceptación y mucho recorrido hasta la fecha. Se han interpretado en Italia, en Francia, en Alemania... no solo en España. Creo que es una forma diferente y muy motivadora para la orquesta de tocar una obra como Tannhäuser sin estar sometidos a las etrecheces del foso y sin depender tanto de las necesidades vocales de los cantantes. En el caso de Wagner, muy a menudo, el gran personaje de sus óperas está en la orquesta y así sucede en el caso de Tannhäuser, algo que de lo que el público y los músicos pueden disfrutar con estas adaptaciones.

Desarrolla asimismo su labor como coordinador artístico en el Festival de Villafranca del Bierzo.

Sí, además este año damos un salto adelante muy importante, con quince conciertos en la programación e internacionalizando la propuesta. Este festival se enclava en el itinerario del Camino de Santiago y es el único festival de verano importante que tenemos en Castilla y León. Con nuestra propuesta aspiramos a dar relevancia musical a esta región. 

¿Cuál es el origen de este festival? Entiendo que tiene una importante vinculación biográfica con usted.

Todo surge en torno a la figura de mi madre, original de Villafranca del Bierzo. A mí me daba mucha pena que la figura como pianista de mi madre, Marita Caro, hubiese quedado en un segundo plano por el hecho de haberse casado con mi padre. Ella fue una gran pianista y no tuvo el reconocimiento que merecía. Y no lo digo como hijo suyo, lo digo como músico. Y tampoco lo digo con acritud, pero es que mi madre toco con la Bayerische Rundfunk, con la Orquesta de la Radio de Berlín, con la Orquesta de la Radio de Frankfurt, con la London Symphony y con todas las orquestas españolas importantes de entonces. También hizo una labor muy importante de difusión de la obra pianística española en los años sesenta, junto a Manolo Carra. Y todo ese legado me da muchísima pena que no se valore. Y por eso la asociación que creamos para organizar el festival, la Asociación Marita Caro, intenta ponerlo en valor. Personalmente, todos los años interpreto las Variaciones Goldberg de Bach en el festival, en su honor y homenaje.

Mencionaba ahora la figura de su madre, en efecto menos conocida, y lo cierto es que se cumple ahora un año del fallecimiento de su padre, Cristóbal Halffter. Imagino que como hijo suyo es complicado hacer balance de su legado como compositor.

Si, para mí es muy difícil. Yo estrené unas veinticinco obras de mi padre, pasando por el Quijote y una obra para dos pianos que este año hacemos en Villafranca con Juan Carlos Garbayo y que en su día estrené yo precisamente con mi madre, en la Academia de Bellas Artes. Para mí es muy complicado hacer ese balance porque lo tengo demasiado cerca. Lo que es indudable es que es una figura muy importante de la segunda mitad del siglo XX para la música española. Creo que contribuyó mucho a la percepción de la música en nuestro país. En Ponferrada hay un estupendo conservatorio que lleva su nombre y yo me he encontrado a algunos alumnos que han salido de allí y que han terminado en grandes orquestas europeas, algo impensable hace cuarenta años. Y eso es fruto del esfuerzo de muchas personas, incluyendo a mi padre. Su legado musical es amplísimo, con una estética muy característica y reconocible. Su música confiamos en que se siga interpretando con normalidad en el futuro. Su nombre estará siempre vinculado a una geración importantísima en la artes de nuestro país, la de los años cincuenta.

Finalmente, su faceta como divulgador vinculado a la Fundación BBVA le ha permitido indagar ya en el perfil de varios grandes compositores, como Mahler y Strauss.

La divulgación es una parte muy importante para cualquier músico. Sobre todo si se toma en serio. Yo empecé a dar unas conferencias antes de cada concierto, tanto en Gran Canaria como en Sevilla, comentando el programa que íbamos a intepretar, tocando algunas partes al piano, etc. Las notas al programa son muy importantes pero a veces el público las lee después o las pasa por alto. Si uno invita al público a visualizar esas notas minutos antes del concierto, creo que se facilita mucho la escucha. No se trata de explicar la obra al público sino de compartir una visión personal como músico de esas piezas. De esa experiencia salió posteriormente una propuesta para un ciclo de conferencias con la Fundación BBVA, en principio centrado en la figura de Richard Wagner. Y funcionó muy bien. La conferencia que hice sobre Tristan e Isolda tiene, creo, unas 30.000 visitas, nada mal para hora y media alrededor del acorde inicial del preludio de la obra. Una conferencia como esa me lleva año y medio de documentación, son meses y meses de trabajo en torno a una misma pregunta, acumulando literatura y referencias. La música es un universo inagotable, en el que siempre hay cuestiones por explorar. Desconocemos tantas cosas... ¿Por qué nos conmueve una obra? El cómo y el por qué son para mí las preguntas importantes en la música.