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María Dueñas: "Es responsabilidad de los músicos jóvenes que la música siga evolucionando"

Ya disponible el esperado álbum debut de María Dueñas ‘Beethoven And Beyond
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A María Dueñas suele atribuírsele el futuro del violín, que a buen seguro será suyo, pero como también lo es el presente. La granadina es, sin duda, una de las grandes referentes de su instrumento a nivel internacional y, después de haberse presentado con numerosas orquestas y batutas de renombre, presenta su primer disco, en Deutsche Grammophon, tocando entre otras obras el Concierto para violín de Beethoven.

Por empezar con lo más obvio: ¿Por qué Beethoven y qué tiene su Concierto para violín de especial como para hacer su presentación discográfica con él?

El de Beethoven es un concierto, yo diría, que me ha acompañado en muchas ocasiones especiales a lo largo de mi carrera. Siempre ha estado ahí. Fue el último concierto que toqué antes de que se cancelaran todos los eventos por la pandemia. Fue, también, el primero que interpreté tras toda la larga pausa, en el Festival de Granada, en mi ciudad, por lo que se hizo aún más especial. También gané mi último concurso tocándolo en la final y fue este el concierto que tocaba cuando me escucharon los representantes de Deutsche Grammophon, quienes me dijeron después que querían colaborar conmigo. Beethoven ha sido muy decisivo en mi carrera, diría yo.

También es un concierto, yo creo, que nunca se termina de explorar, de descubrir. Cada vez que lo toco encuentro cosas nuevas, cosas nuevas que decir. Sé que me va a acompañar toda la vida. Al mismo tiempo, habiendo escrito mis propias cadencias, creo que podía aportar algo especial a una música que se ha tocado y grabado tantas veces.

Más allá de las cadencias, usted ha dicho de él en las notas del disco que, para tocarlo, el artista ha de revelarse a sí mismo a través del sonido… ¿Qué tiene este Concierto de María Dueñas?

Es que, en realidad, este es un concierto bastante diferente, porque no tiene, digamos, partes de exhibición virtuosística. No es una obra efectista de cara al público. No tiene show, digamos. Es un concierto que necesita, sobre todo en el sonido, mucha madurez. Es eso, el sonido, lo que puede hacer diferente cada uno de tus conciertos. La forma en que enfocas las dinámicas, en la que construyes las frases… Al no poder mostrar ese virtuosismo, hay que dotar de significado a cada nota.

Y una expresividad propia, entiendo. Escuchando sus cadencias, a las que usted se refería, resultan verdaderamente expresivas, de gran hondura.

Es interesante, porque a raíz de haber compuesto mis propias cadencias, se analiza el Concierto entero de otra manera. De forma mucho más, muchísimo más interna. Al introducirme en la cadencia, analizo los temas de Beethoven de forma más intensa.

De hecho, usted presenta en el disco otras cinco cadencias de sendos compositores del pasado y resulta muy esclarecedor, digamos, ver ese desarrollo cronológico de la concepción de la obra y del intérprete frente a ella.

¡Exacto! De cómo los compositores han ido entendiendo el Concierto de Beethoven a lo largo de los años. Se refleja muy bien en las cadencias. Son muy diferentes entre sí. La de Sphor tiene todavía aires de Mozart, por ejemplo y, sin embargo, la de Wieniawski es muy virtuosa. Tiene muchas partes que claramente no corresponden al espíritu de Beethoven, sino más bien al suyo propio.

¿Dónde queda la línea que separa la exhibición del intérprete de la del autor?

Para mí, siempre es importantísimo, en este caso, tener como meta utilizar todos los temas de Beethoven que pueda. Por supuesto, el compositor siempre ha de quedar por delante del intérprete, tenerle presente en primera fila, digamos. A raíz de los temas, eso sí, intento añadir por ejemplo cuerdas dobles, otra tonalidad… pero siempre, lo más importante, es conservar aquello que quería el compositor en su obra.

¿Cómo surge, cómo llega a tener la necesidad de expresarse a través de sus propias cadencias?

Empecé con las cadencias de los conciertos de Mozart y, simplemente, cuando comencé a tocarlos por primera vez, cuando tenía como 10 u 11 años, la curiosidad, porque soy una persona muy curiosa, me hizo explorar la posibilidad que me daba el compositor de realizar mi propia cadencia. Como músicos, debemos aprovechar las oportunidades que nos dan los compositores para mostrar cómo entendemos la obra, las oportunidades de ofrecer algo personal. Cada músico tiene una personalidad muy diferente y cuando todos tocamos la misma cadencia, no la mostramos tanto. Con las nuestras propias, el público puede entender, como le decía, cómo entendemos nosotros el concierto en sí, qué es lo que nos parece más interesante, más importante… es una forma muy honesta de interpretar.

Hablando de honestidad, la grabación recoge un concierto en vivo, ¿quizá rehuyendo esa parte más de ilusión, de truco tal vez que tienen los estudios de grabación?

¡Claro! Lo que tocamos, tal cual, es lo que se puede escuchar en el disco. El público, también, es lo que hace súper especial este disco. Cuando escucho la grabación, de alguna manera, les escucho también a ellos, les recuerdo. ¡Y más siendo el Musikverein! Una sala tan especial, donde la vibración del público se siente tanto… ¡Es tan diferente! La comunicación allí entre el escenario y el público es mucho más directa.

¿Hoy en día hay que ofrecer algo más al público a través del disco? ¿Se está obligado a ello? El directo, las cadencias, cómo ha conformado el resto del álbum…?

Bueno, sí, por supuesto. También es una cuestión personal. Es responsabilidad de los músicos jóvenes que la música siga evolucionando. Hay que continuar la tradición, sí, y tocar obras que ya se han interpretado muchísimo, pero también ir un poco más allá. Es algo que también quería enseñar en mi primer disco, mostrando facetas muy diferentes de mí misma, como músico. Está el Concierto de Beethoven, sí, pero como digo, dar un paso más allá, incluyendo estas cadencias que nunca se han grabado o las piezas que he introducido de Ysaÿe o Spohr, que merecen ser escuchadas, de nuevo junto a otras más conocidas del repertorio como las de Kreisler o Saint-Saëns. Mostrar esas obras que no se han tocado tanto, pero que deberían ser tocadas con más asiduidad, descubrir a gran parte del público su música, ya digo, es responsabilidad, también, de los músicos jóvenes.

¿Su repertorio sigue un camino predefinido? Desde aquel Mozart… yo pude escucharla por primera vez, hace ya años, con Paganini, diría que ahora hay mucha de su agenda en el Romanticismo… pero también hay una mirada hacia la nueva creación…

Sí, sí, sí. Obviamente, tocar Tchaikovsky o Mendelssohn siempre tiene que estar ahí. Por mí y por el público, que al fin y al cabo también es lo que quiere escuchar. No obstante, en mi planificación siempre es importante dejar un espacio a un repertorio, digamos, que no se ha tocado tanto y que como le digo, también merece la pena. Para mí, para el público, para las orquestas. Por otro lado, he tenido la suerte de que Gabriela Ortiz me escribiese un concierto. Es una obra que, creo, me representa mucho. Tiene muchas raíces mexicanas y españolas, en una combinación muy curiosa, en una partitura muy compleja, no sólo para la solista, sino también para la orquesta. Es una obra muy especial, que persigue la melodía, algo muy importante para mí en la música contemporánea. Una línea que se pueda reconocer, digamos. Haremos un tour con él por Europa, junto a Gustavo Dudamel, con parada en el Palau de la Música Catalan de Barcelona.

¿Pretende seguir desarrollando su propia faceta compositiva? Recuerdo que llego a presentar una pieza para piano en la Schumann Competition…

La verdad es que aquello surgió de forma muy natural. Hasta ahora, lo único que he compuesto son las cadencias para los conciertos de violín y esta obra, Farewell, vino de mi curiosidad hacia el piano, mi necesidad de experimentar con ello. Si va a volverse a dar una oportunidad donde vuelva a componer una pieza aislada… no lo sé. Hay alguna sorpresa para más adelante, que no puedo adelantar, pero sí, es algo que me gusta, que en mí surge de forma natural. Como músico tienes que estar abierto a muchos ámbitos diferentes. Siendo, simplemente, una persona curiosa como soy yo, es algo que surge de forma instintiva.

¿Podría darse el caso contrario a lo largo de su aún todavía mucha carrera por delante? ¿Mirar hacia el Barroco o hacia músicas más preteritas?

¡Sí! ¿Por qué no? Cada músico evoluciona, tiene diferentes etapas… igual ahora me da por la música contemporánea, pero quizá en un tiempo mire hacia el Barroco… ¿quién sabe? Por desgracia, una vida no es suficiente para tocar todo el repertorio que existe para violín.

De esa vida que comenta… A menudo tengo oportunidad de preguntar a personas que han sido consideradas niños o niñas prodigio, con toda una vida y una carrera ya recorridas, sobre cómo sintieron aquella juventud. Usted que aún no ha cumplido los 30, ¿cómo recuerda estos primeros momentos de los que me hablaba, por ejemplo, escribiendo cadencias de Mozart con 10 años? ¿Qué sensaciones tiene? ¿Cómo se gestiona o digiere una carrera tan joven?

La verdad es que es una pregunta que nunca me he planteado. Suelo decir que, para mí, tocar el violín siempre ha sido algo muy natural. Digamos que no lo he pensado. Siendo más joven no me planteaba tener una meta sobre dónde o con quién quería tocar, por ejemplo. Simplemente, he hecho música y ya está. No tenía una sensación de responsabilidad, cosa que ahora, obviamente, sí tengo. Hasta ahora, simplemente era que me gustaba tocar el violín, algo que se ha desarrollado de forma muy espontánea.

Que mi familia se viniera, primero a Alemania y ahora a Viena, conmigo, es un apoyo increíble. En aquel entonces tenía 11 años y tener su cercanía, su confianza... es una seguridad. Sabía que ellos estaban conmigo, que daba igual lo que pasara… contaba con su apoyo. Es algo muy, muy, muy importante. Tal vez, si me hubiera ido sola, no sería lo mismo.

Muchas veces vemos carreras musicales muy importantes de gente joven, cuya familia, digamos, tenía un peso, estaba integrada en la sociedad musical porque también eran músicos. Cosa que no ha sido su caso y, no obstante, ha podido hacer una carrera como tal. ¿Cómo es esa receta?

Lo he dicho siempre: primero de todo has de amar lo que haces. Tener confianza en ti mismo. Si te gusta y si trabajas mucho, porque nada viene solo, puedes conseguirlo. Confiar en mí misma es lo que a mí me ha ayudado. No es tan importante si hay o no músicos en tu familia. Tampoco, hoy en día, si eres de España o de Austria… tú eres el responsable, en una carrera musical, de lo que te suceda.

Confianza y responsabilidad…

¡Exacto!