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Jesús Iglesias: “Las grandes estrellas tienen que ser la guinda, no la base de un teatro”

Cuando toca a su fin la presente temporada 22/23, conversamos con Jesús Iglesias, principal responsable artístico de Les Arts en Valencia. Hacemos balance de la temporada que se cierra y comentamos a fondo la programación anunciada para el próximo curso, entre otras muchas cuestiones que vertebran la conversacion.

Me gustaría comenzar haciendo balance de la temporada que se cierra ahora, la 22/23, que me atrevo a decir que ha sido bastante satisfactoria, con varios proyectos muy redondos: L´incoronazione di Poppea, Tristan und Isolde, Jenufa, Anna Bolena… con una impresión muy homogénea de equilibrio entre voces, foso y escena. Y tengo la impresión también de que ha habido una buena respuesta de público.

Sí, el balance es positivo. Cuando preparas la temporada, al final, lo que buscas es que el nivel medio de los espectáculos sea alto. Esto es algo que creo que hemos consolidado durante los últimos años. Frente a otros teatros que basan más su propuesta en la presencia de tal o cual artista determinado en cartel, nosotros buscamos la homogeneidad del conjunto. Esto no quita para que a todos nos gusten las estrellas aquí y allá. Pero al final, lo que sostiene un proyecto cultural como este es el nivel medio de orquesta, coro, equipo técnico…

Y mencionaba usted los títulos de ópera, pero también la temporada sinfónica ha sido realmente excepcional; la hemos cerrado con un programa Strauss contando con Fabio Luisi como director invitado. Son conciertos que se venden además cada vez mejor, porque a priori la gente no asociaba Les Arts con la música sinfónica.

La respuesta del público también ha sido muy notable. Esta ha sido ya por fin la primera temporada realmente despojados del todo del estigma del covid, como ha sucedido en realidad en todas las esferas de la vida. El nivel de ocupación medio con el que cerramos es alto y en varios casos hemos superado las expectativas de ingreso que teníamos.

Lo más importante para nosotros es la consolidación del público joven. Todas las iniciativas que hemos puesto en marcha para el público joven, como la tarifa plana y los pre-estrenos para ellos, se han consolidado con una gran respuesta.

Como usted decía ahora, es la primera temporada ya sin el estigma del covid y sus restricciones, pero también ha sido para ustedes la primera temporada con James Gaffigan implicado de lleno en sus labores como director musical del teatro. Creo que el tándem de trabajo que han consolidado con él traslada una impresión de estabilidad institucional en una entidad que venía de padecer no pocos terremotos. Tengo la impresión de que Les Arts está viviendo una época de ritmos tranquilos y trabajo bien hecho, junto con Jorge Culla en la dirección general.

Sin duda, hemos conformado un equipo muy sólido y nos entendemos muy bien. Luego, todos tendremos nuestros errores y nuestros aciertos, pero como usted dice, tenemos la sensación de estar trabajando a buen ritmo, con tranquilidad. Y este era un mensaje que convenía trasladar y así lo dije cuando asumí el cargo: Les Arts necesitaba vivir su día a día con normalidad, sin sobresaltos, sin injerencias políticas. Eso redunda en beneficio de la propuesta artística.

Dicho esto, yo no menosprecio ninguna de las etapas anteriores de Les Arts. Todas han aportado algo importante a la entidad y a su historia, incluso hemos podido aprender de sus errores los que venimos detrás. Lo cierto es que Les Arts es un teatro muy joven, apenas veinte años, y ha tenido una adolescencia complicada (risas). Ahora es momento de echar raíces, ampliar horizontes y dar normalidad. 

Respecto de la política, que usted mencionaba ahora, ¿qué se requiere desde la dirección artística? Imagino que poca intervención y mucha confianza.

Exactamente, usted mismo ha dado la respuesta (risas). Al final este trabajo se basa en tener mucho diálogo, buena comunicación, empatía, confianza en fin. Cuando llegué hace cuatro años, todo el mundo me hacía la misma pregunta, sobre la injerencia de los políticos valencianos. Yo no tengo ninguna queja, le soy sincero; el apoyo ha sido inequívoco, he podido trabajar con libertad, he sentido apoyo tanto de la parte política como de la parte de sociedad civil del Patronato. Desde Consejería han aumentado las aportaciones y ha habido compromiso real en muchos procedimientos administrativos que en realidad se hubieran podido dilatar en el tiempo, como las muchas plazas de orquesta que hemos sacado adelante.

Yo puedo decir que lo que estoy haciendo es lo que ponía en el proyecto artístico que presenté. Y lo que no se está haciendo es porque no están ahí los recursos necesarios para desarrollarlo. Digo esto porque creo que realmente se confió en mi propuesta, se confío en mí y me han dado los medios para poder hacer precisamente lo que entre todos habíamos pensado que era lo mejor para Les Arts en este momento.

En el panorama lírico español, que como sucede con todo en nuestro país, está muy marcado por lo que sucede en Madrid y Barcelona, ¿cómo es posible singularizarse? A veces da la impresión de que todo lo no pase por el Real o el Liceu, es simplemente de otro nivel. Pero lo cierto es que pasan cosas fantásticas en todos los demás teatros del país.

Sí, efectivamente esta es una dinámica a nivel nacional en todos los ámbitos. A pesar del gran desarrollo del Estado de las Autonomías, el hecho es que ha habido una concentración enorme a la inversa, con todo el poder económico condensado en Madrid. Y esto también sucede con los medios, muchos periódicos nacionales han suprimido ya sus delegaciones en provincias. Y muchos de esos medios nacionales, no hacen un seguimiento real de la temporada, más allá de algunas anécdotas puntuales.

Las cosas han cambiado mucho: venir desde Madrid es un viaje de una hora y media con el tren de alta velocidad. Y nuestros precios aquí son muchos más económicos que en Madrid; para recitales con artistas como Flórez, Bartoli o Jaroussky aquí había entradas a precios muy razonables. Les Arts se está convirtiendo en un proyecto diferenciado también por eso, a veces es más atractivo y económico pasar un fin de semana en Valencia viendo un par de espectáculos que adquirir unas localidades en Madrid.

La globalización nos ha llevado a que las programaciones a veces no se diferencien tanto, porque vivimos de muchas giras de conciertos y solistas, eso es una realidad y no se puede negar. Pero si algo singulariza Les Arts, y es justo ponerlo en valor, es la enorme calidad de su orquesta y coro. Ese es un valor extraordinario. Y por eso mencionaba antes el éxito de nuestra temporada sinfónica. Directores como Fabio Luisi sólo vienen a España con sus orquestas internacionales y con nuestra Orquesta de la Comunidad Valenciana, ese es el nivel de lo que tenemos aquí. Y quizá a veces parezca que eso no trasciende, pero todo va haciendo, va sumado.

Dicho esto, es complicado singularizarse, es innegable. Porque todo lo que no ocurre en Madrid, en cualquier ámbito, parece que no exista y no se valora como es debido. Pero tenemos que jugar con eso y tenemos que cambiarlo poco a poco. Los medios y los políticos también en esto una responsabilidad importante que deberían asumir. Todavía recuerdo cuando cierto Ministro habló del Teatro Real como el único escenario abierto en España, cuando éramos muchos los teatros abiertos en todo el territorio nacional. No quito ni un ápice de mérito al Teatro Real en su esfuerzo, pero lo cierto es que todos hicimos un gran esfuerzo en el mismo sentido y no a todos se nos valoró por igual. Al final, sabe, a todos nos gusta sentirnos queridos y reconocidos.

Mencionaba ahora el tema la globalización de la programación y me gustaría preguntarle por un elemento que ha ganado mucho peso, las agencias de representación, con verdaderos monopolios en algunos teatros.

Yo creo que esto, a ciertos niveles, es un falso mito. En teatros como Les Arts nos manejamos con criterios de calidad y profesionalidad. Además, trabajar con cierto nivel de directores musicales y directores de escena, implica decidir a veces conjuntamente con ellos la elección de los solistas de un proyecto. Y al final, las agencias hacen más fuerza a la hora de impulsar una carrera, pero no creo que supongan un monopolio.

Bueno, los que tenemos cierta familiaridad con esto, no dejamos de sorprendernos cuando vemos repartos enteros, o casi enteros, que son de Ariosi, de Macheda o de Lerín.

Eso sucede, es verdad, pero eso no significa que dependamos de las agencias. Ellas son una parte del mercado y evidentemente hay que trabajar con ellas. Pero creo que se las demoniza más de lo debido. Hay agencias con las que se trabaja más, sí, pero porque son precisamente las que tienen a los artistas más importantes.

Al final yo quiero trabajar con tal o cual artista, independientemente de la agencia que lo represente. Yo nunca he sido prisionero de ninguna agencia en ninguno de los puestos de trabajo que he desempeñado. Dicho esto, no niego yo que eso suceda en algunos sitios, en mayor o menor medida, pero desde luego no en Les Arts.

Los directores artísticos tienen filias y fobias en el mejor de los sentidos, tienen gustos y preferencias, y esto a veces determina que ciertos artistas no trabajen en un determinado teatro durante un tiempo, simplemente por una cuestión de criterio artístico, no por una manía persecutoria hacia tal o cual artista.

Efectivamente. Yo hablo al menos por mí mismo, desconozco lo que sucede con el resto de mis colegas. Pero lo cierto es que se trata de una cuestión artística que es por fuerza subjetiva. Yo no programo para los artistas, esto también quiero decirlo. Me refiero a que yo programo proyectos y títulos y luego veo quien es la gente más adecuada para cantar ese proyecto, en una determinada producción, con tal presupuesto y tales fechas. Yo no empiezo por un artista, empiezo por un título. Al menos, esa es mi forma de trabajar.

Al año que viene hacemos La flauta mágica de McBurney, que es una producción que conozco muy bien porque fue la primera en la que me involucré cuando trabajé en Ámsterdam. Yo tengo muy claro qué tipo de artista necesita McBurney para que la producción salga bien, al margen de que me guste más o menos tal o cual voz. Yo adoro a algunos artistas que he renunciado a contratar cuando he visto que no iban a funcionar en determinado equipo artístico. Al final estamos haciendo un proyecto cultural, que debe de ser sólido, pero que no puede estar hipotecado a la estrella de turno. Las grandes estrellas tienen que ser la guinda, no la base de un teatro.

En Les Arts por ejemplo hay una gran necesidad de ampliar el repertorio. La temporada que viene, de doce títulos, nada menos que once son novedad en Les Arts y algunos de ellos se hacen por primera vez en Valencia. Tan sólo se hizo La flauta mágica en Les Arts y El retablo de Maese Pedro, en concierto. Todo lo demás es inédito en Les Arts. Cuando tienes un teatro con más historia y más recorrido, te puedes permitir otras cosas.

Las estrellas pasan, dejan noches memorables, pero normalmente no dejan un legado, en el sentido de que no cimentan la solidez de un proyecto como Les Arts. Si este teatro está al nivel que está es por su orquesta, por su coro, por sus técnicos, por sus figurantes, por su administración… las estrellas son más que bienvenidas, pero para poner la guinda. No podemos hacer que todo ese conjunto de profesionales y todo ese trabajo dependa de que tal o cual artista venga dos días a ensayar, por mucho que sea una gran estrella.

En términos presupuestarios, ¿en qué márgenes es mueve la temporada 23/24?

El prepuesto del teatro, en números redondos, son unos 28 millones de euros, de lo cuales unos 6 millones aproximadamente se van al gasto de programación, dejando al margen los salarios de coro, personal técnico, etc. Y esto con la necesidad de ingresar por taquilla unos 5 millones.

Y hablamos de una temporada que incluye ópera, danza, lied, grandes voces, sinfónico, otros ciclos… Y esto en Valencia donde los precios son relativamente económicos, lo que no nos deja excesivo margen en taquilla.

Hablemos de la propuesta para la temporada 23/24. Como usted decía, hay muchos títulos que son inéditos incluso en Valencia, no solamente en Les Arts.

Mire, Dama de picas se hizo en los años setenta con una compañía del Este, en el Teatro Principal, para hacernos una idea de cuál es la situación. En mi proyecto artístico hice mucho hincapié en la necesidad de ampliar el repertorio.

La temporada tiene un nivel general alto, es ambiciosa en lo artistico, en un sentido continuista con lo que hemos hecho en los últimos años, contando con directores de orquesta especializados en el repertorio que hacen (Benini, Fogliani, Capuano…), lo mismo que los cantantes.

Respecto a las producciones, la política es traer directores de escena que todavía no habían dirigido en Les Arts. Así ha sido en las últimas temporadas con nombres como los de Robert Carsen, Richard Jones, Katie Mitchell… y este año incorporamos a Christof Loy, que hará Rusalka, y tenemos a Simon McBurney con La flauta mágica. Robert Carsen regresa con un magnífico Orfeo de Gluck y Richard Jones vuelve con uno de sus grandes clásicos, su Dama de picas originalmente concebida para Gales. Y tendremos también el debut aquí de Rafael Villalobos con Un ballo in maschera.

También tenemos Pan y toros, con la incorporación de Ruth Iniesta. Hacemos Los elementos de Literes. Y una nueva producción de Tránsito de Jesús Torres. Además de el Retablo de Maese Pedro, programado específicamente para un público de perfil educativo y familiar.

El Ciclo de Lied es un ramillete de estrellas, la verdad: Lise Davidsen, Gerald Finley, Ermonela Jaho, Adnré Schuen y Ekaterina Semenchuk, Es un ciclo muy importante para mí, yo lo inicié en Les Arts y es muy importante que fomentemos el lied en este teatro. Y escucharemos también a Jaroussky, Orlinsky y Camarena, en el ciclo de grandes voces.

Ya en la parte sinfónica, además de las citas con Gaffigan, contaremos con Mark Elder, Gustavo Gimeno, Pablo Heras-Casado, Mikko Franck y Vasily Petrenko, directores de primerísimo nivel todos.

Y además los ciclos barroco, flamenco, otras músicas, músicas valencianas… todo lo que nos lleva a conformar Les Arts como un teatro musical que va más allá de la ópera. 

Valencia es una ciudad grande pero a la vez realtivamente pequeña, con aproximadamente un millón de habitantes y es importante que el teatro presente una oferta musical amplia, para todos, que no dependa únicamente de la programación de lírica pura y dura.

En torno a la programación lírica en España, tengo la impresión de que falta cierta coordinación entre los teatros a la hora de programar títulos que de repente se ponen de moda, ¿no le parece? Ha pasado con Jenufa, con Ernani, va a pasar con Tristan… ha pasado con Lucia y Puritani… 

Yo, desde luego, intento coordinarme, quizá otros colegas no se preocupen por esto, pero yo ya le digo que sí. Y a veces, de hecho, no he programado algunos títulos porque los hacían en Madrid o Barcelona. Yo intento conocer los planes de mis compañeros en otros teatros y es verdad que es bueno evitar que se repitan títulos o que coincidan incluso en el tiempo en cartel en varios teatros. Es verdad que hay modas y hay títulos que se ponen en valor y se programan de golpe en varios teatros. Lo ideal sería una mejor coordinación en este sentido, pero no siempre es posible. El año que viene el Liceu y Les Arts coincidimos con Un ballo in maschera, pero nosotros no podíamos mover nuestro proyecto, tenía que ser Ballo sí o sí porque es el último gran título de Verdi que falta en el repertorio de Les Arts.

Foto: © Miguel Lorenzo