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Paola Montero: "En demasiadas ocasiones hemos sustituido la escucha activa por considerar suficiente tener música de fondo"

Paola Montero se sitúa al frente, como directora artística, del nuevo Ciclo Salón del Ateneo, al que Tala Producciones ha dado forma en la histórica entidad cultural madrileña. Con ella hablamos sobre todos sus detalles, sobre lo que ha de ser programar música hoy en día y sobre los artistas que darán vida a las partituras que podrán disfrutarse más adelante en el Ciclo, como la del próximo sábado 16 de marzo con el violinista Abel Tomàs y la pianista Emma Stratton, titulado "Fantasía para violín y piano" y que incluye obras de Mozart, Schumann, Gubaidúlina y Schubert

¿Cómo surge su proyecto y cuál es la historia de Tala producciones?

Surge poco a poco, a decir verdad. Tras algunos años de programar conciertos a petición de otros o conciertos esporádicos, empezó a surgir la necesidad de apostar por una propuesta musical propia. Una apuesta musical a largo plazo que, de algún modo, tratara de paliar los problemas que encontrábamos frecuentemente en la programación y donde creemos que la oferta musical de nuestro país tiene, quizá algunas áreas de mejora. La pandemia fue un buen periodo de maduración para ir dando forma a dicha idea, de modo que nos pusimos a ello tan pronto como pudimos. Así nació el Salón del Ateneo.

¿Y qué se pretende alcanzar con la música que ofrecen, pues, en el Salón del Ateneo?

La propuesta del Salón del Ateneo se erige sobre tres pilares: la garantía de calidad tanto programática como interpretativa, la apuesta por la creación contemporánea, y la vocación de hacer del ciclo un elemento cotidiano de la oferta cultural madrileña.  Desde nuestros arranques en junio de 2023, hemos centrado la programación en intérpretes de acreditada trayectoria o en talento emergente, tanto nacional como internacional, con un repertorio coherente y - en la medida de lo posible - que den un valor añadido a la programación musical madrileña. Todo ello con el objetivo de que los asistentes vean en el sello del Salón del Ateneo una garantía de calidad musical.

Asimismo, hemos tratado de dar un sitio preferente a la creación musical contemporánea. Los programas de nuestro ciclo siempre ofrecen, casi por norma, obras de compositores vivos, cuando no hacen de la creación contemporánea su contenido prevalente, como es el caso del concierto del Fukio Quartet el próximo 04 de mayo. Asimismo, tenemos la fortuna de haber podido programar - en los apenas ocho meses de vida del ciclo - dos estrenos absolutos (el Quinteto para viento del compositor madrileño Ismael García Daganzo; y Del Plata al Paraná, del compositor bonaerense Máximo Diego Pujol), y nuestro objetivo es seguir apostando por dar a conocer obras de nueva creación.

Finalmente, el Ateneo de Madrid como sede de nuestro ciclo nos permite no sólo un auditorio repleto de historia, sino también traer una oferta musical estable al centro de Madrid. Nuestro objetivo es convertir nuestro ciclo en parte integrante de la vida de los madrileños, de su cotidianeidad, y el Ateneo nos aporta un entorno incorporable para conseguirlo.

¿Por qué en el Ateneo? ¿Hay alguna razón concreta para establecerse como ciclo en él?

Pensar en el Ateneo como espacio para albergar el ciclo fue algo, de algún modo, natural para nosotros. En primer lugar, por la historia musical de la institución. El Ateneo, desde su constitución en 1820, se ha consolidado como un espacio de vanguardia y promoción de las artes. En los años 50, el Ateneo albergó el Aula du Música de Ruiz Coca, con lo que se convirtió también en un centro neurálgico de la música de vanguardia en España. Figuras ilustres de la música española como Jesús de Monasterio, Felipe Pedrell, Emilio Arrieta, Tomás Bretón, Amadeo Vives, Adolfo Salazar, Oscar Esplá, Rodolfo Halffter o Gustavo Pittaluga fueron socios del Ateneo, y también aquí tuvieron una presencia activa Manuel de Falla, Enrique Granados, Pablo Casals, Joaquín Turina, Joaquín Mallats, Maria Chevallier, Teresa Berganza o Andrés Segovia, entre otros.

Y, en segundo lugar, por nuestra cercanía con la institución. Mi relación con el Ateneo data de mis años de universidad, cuando frecuentaba Los Jueves de la Cacharrería (encuentro semanal que organizaba la Sección de Poesía y que se ha recuperado recientemente). Años después, en 2015, decidí hacerme socia y participar más activamente en su actividad, de modo que he estado muy familiarizada con la constante apuesta de la casa en actividades de promoción artística. De modo que nos pareció un lugar idóneo para un ciclo como el Salón del Ateneo.

Recientemente ha sido noticia la retirada de las ayudas de la Comunidad de Madrid al Ateneo, aparentemente por cuestiones puramente políticas. Nunca había sido así, independientemente de quién gobernase. ¿Vivimos tiempos en los que la cultura se ha convertido en la diana de la ideología? ¿O siempre ha sido así?

La retirada de las ayudas de la Comunidad de Madrid al Ateneo es, en efecto, una muy triste noticia, sobre todo sabiendo todo lo que el Ateneo de Madrid está aportando a la sociedad madrileña y está trabajando para que esa contribución cultural y social vaya en aumento. No me atrevería a afirmar que se ha debido a causas ideológicas, pero lo cierto es que la medida se ha adoptado sin la suficiente justificación. Sea como fuere, pretender que la cultura sea algo completamente independiente en la definición de las políticas públicas es un planteamiento algo ingenuo, a mi entender. La gestión política implica, por definición, la adopción de decisiones (decisiones presupuestarias, sobre las iniciativas que emprender para acometer un determinado programa político…). Y en esas decisiones, adoptadas con mayor o menor acierto, los elementos subjetivos (la ideología, la afinidad o incluso la forma de entender el funcionamiento de un determinado sector) son prácticamente imposibles de erradicar. Por tanto, el objetivo debería ser, en mi opinión, tratar de minimizar la subjetividad en dichas decisiones procurando que los procedimientos incluyan las garantías suficientes para que las decisiones no sean arbitrarias y estén siempre pertinentemente justificadas en el bien común.

Entonces, en su opinión, ¿cómo se debería servir la cultura, especialmente la música, en nuestras vidas?

La cultura es algo consustancial al ser humano, a su expresión y manifestación social. Ya está presente y es necesario en nuestras vidas, lo queramos o no. Lo que estamos experimentando recientemente, no obstante, es una relajación en la reflexión o percepción crítica en torno a la cultura. En cómo nos enfrentamos a la expresión artística y cómo interactuamos con ella. Cómo nos afecta la manifestación cultural como sociedad. Por poner un ejemplo en el ámbito musical, en demasiadas ocasiones hemos sustituido la escucha activa por considerar suficiente tener música de fondo. Y eso es lo preocupante, a mi entender, pues el pensamiento, la ciencia y la creación artística es lo que nos hace avanzar como sociedad.

Volviendo al Ciclo, ¿qué vamos a escuchar activamente en los conciertos programados y qué destacaría en ellos?

Para los primeros seis meses de 2024 contamos con intérpretes envidiables. La programación arrancó el pasado 23 de febrero con el extraordinario pianista Alberto Rosado, con un diálogo entre la música de los tres compositores húngaros más importantes del siglo XX: Bartók, Ligeti y Kurtág. El próximo 16 de marzo, en apenas unos días, el violinista y fundador del Cuarteto Casals Abel Tomàs nos acompañará junto con Emma Stratton, en un recital con obras de Schubert, Mozart, Schumann y Sofiya Gubaidulina. Abril lo protagonizará el Cuarteto Gerhard con su programa “A la memoria de la belleza” y en mayo tendremos la suerte de contar con el cuarteto de saxofones Fukio Quartet. Finalmente, el 9 de junio, para celebrar el primer aniversario del Salón del Ateneo, tendremos el honor de contar con el Guarneri Trio de Praga y sus “Paisajes checos”.

¿Algo que crea que nos va a sorprender especialmente?

Algo que estamos aprendiendo conforme avanza el ciclo, es que es prácticamente imposible anticipar lo que va realmente a sorprender al público. Cada asistente se lleva una cosa distinta de cada concierto. En ocasiones, incluso cosas que jamás hubiéramos imaginado.
Ahora bien, uno de nuestros objetivos es atraer nuevos públicos a la música contemporánea haciéndola cotidiana en la programación musical. Sorprender al público con ella. Queremos que el público venga a un concierto atraído por un cuarteto de Schubert, pero salga comentando la obra de Francisco Coll. Abrir esta puerta, esta curiosidad en el público, es parte de lo que buscamos.

¿Y algo que suponga un lugar de encuentro o sentimiento de hogar en estas músicas?

En el Salón del Ateneo intentamos que ese lugar de encuentro ocurra en cada uno de los conciertos, que cada concierto tenga su propia coherencia y unicidad. Nuestro concierto inaugural, a manos del Albéniz Trío, supuso una reflexión en torno al nacionalismo (no sólo musical) y clausuramos el año con un concierto donde el Trío en mi bemol mayor para violín, trompa y piano de J. Brahms era el hilo conductor. Y quizá el mejor ejemplo de esta cohesión que buscamos para cada concierto tuvo lugar durante el recital inaugural de 2024: el programa de Alberto Rosado estaba tan imbricado, tan cohesionado, tanto temática como musicalmente, que la sensación del oyente era la de estar presenciando una única obra. Cada uno de nuestros conciertos busca crear ese punto de encuentro entre las obras que lo componen.

¿Hay planes de futuro?

¡Por supuesto! Nuestro objetivo es consolidarnos como espacio de difusión estable en la oferta musical madrileña, manteniendo el apoyo al talento emergente y a la excelencia interpretativa, así como a la promoción de la creación musical contemporánea. Para ello, queremos seguir apostando por la música de hoy, no sólo procurando que esté presente en todos nuestros programas sino, muy especialmente, buscando oportunidades de colaboración entre los compositores y los grupos de cámara. Ya estamos trabajando en la preparación de la temporada 2024-2025, que anunciaremos en un par de meses.