Gerardo Bullón: “Scarpia es el papel por el que me dediqué a la ópera"
El barítono español Gerardo Bullón ha debutado recientemente como Scarpia, en Tosca, en la que ha sido también su primera vez en la Staatsoper de Stuttgart. Conversamos con él en ocasión de estas funciones, y en la antesala de su próxima presencia en el Teatro Real de Madrid como Sharpless, en Madama Butterfly.
Comencemos con este reciente doble debut, tanto con la parte de Scarpia en Tosca como en el propio teatro de Stuttgart. ¿Cómo han ido las funciones hasta ahora? Creo que ya ha cantado cuatro representaciones allí.
Sí, eso es, este domingo hemos hecho la cuarta representación. Para mí era un compromiso muy importante, tanto por ser un papel de mucha entidad como por el hecho de cantar en Stuttgart por primera vez. Y debo decir que ha sido una experiencia extraordinaria. El ambiente de trabajo ha sido inmejorable y cantar Scarpia es un sueño hecho realidad, es un rol que todos hemos fantaseado con cantar en algún momento. He aprendido mucho sobre mi voz preparando el papel y durante estas funciones.
El de Scarpia es sin duda un papel icónico, como usted apuntaba, y lo cierto es que todos los grandes del pasado lo han abordado en algún momento. ¿Ha tenido algún referente en particular?
Mi referente para todo es siempre Giuseppe Taddei, creo que pocos como él conjugan la elegancia y el punto violento del rol. Es un papel noble y lujurioso a la vez. Me gusta esa manera de cantar de Taddei, buscando colores y aristas, no solo exhibir un instrumento sonoro, me gusta más la perspectiva de un 'dicitore', un actor cantante digamos. No pierde ocasión de decir algo en cada frase. Scarpia, yo creo, es el papel por el que me dediqué a la ópera. De pequeño, en mi cuarto, cantaba el segundo acto de la ópera (risas).
Usted lleva ya muchos años de actividad profesional, pero tengo la impresión de que su carrera se está adentrando ahora en una nueva etapa, con papeles de mayor entidad.
Sí, de hecho tengo un poco de vértigo, es como si la propia carrera me estuviera empujando a hacer estos papeles. Desde luego son partes que uno disfruta mucho pero también traen consigo mayor responsabilidad, implicación y sacrificio. Veo lo que va viniendo en agenda y, lo dicho, me da un poco de vértigo.
¿Y qué es lo que va viniendo?
Pues hay proyectos en Estados Unidos, nuevos contratos en Alemania... y por supuesto más cosas en España. Y lo cierto es que todo lo que va surgiendo son roles exigentes, debuts que tendré que preparar intensamente. Por más que sean roles con los que estoy familiarizado, hay que prepararlos desde cero.
Yo le recuerdo cantando muchas partes de secundario y papeles comprimarios en escenarios como el Real o en la Zarzuela, y creo que muchos teníamos la sensación de que su voz estaba pidiendo algo más. Me acuerdo por ejemplo de un fantástico Mandarín en la Turandot del Teatro Real. Digo esto porque ese vértigo que usted siente, sin embargo, desde fuera, se ve como un paso perfectamente lógico en su trayectoria.
Sí, seguramente sí y desde luego estoy muy feliz de que así sea. Pero también soy consciente de lo que implica. Como le decía antes, todo esto ha venido, la carrera ha llamado a la puerta y yo no sabía muy bien si abrir o no. Le soy sincero: yo me sentía muy bien y muy tranquilo cantando ese tipo de roles, son menos comprometidos, si un día no estás bien de voz, por ejemplo, no recae tanta responsabilidad sobre tus hombros.
Otro rol importante en esta andadura hacia papeles de mayor entidad fue su presencia en el Teatro de la Zarzuela el pasado mes de noviembre, con Las golondrinas, con la parte de Puck.
Sí, con mi buen amigo y compañero César San Martín nos hicimos cargo de las funciones que tenía que cantar nuestro admirado Carlos Álvarez y la verdad es que fueron unas funciones increíbles. Yo además no estaba pasando un buen momento porque mi padre había fallecido hacía poco, de manera un tanto inesperada y fueron días duros.
Otros compromisos recientes han sido Dialogues des Carmelites en Málaga y el proyecto sobre Picasso con Enrique Viana, primero en la Zarzuela y después en Espacio Garage Lola, con Emiliano Suárez.
El proyecto sobre Picasso fue un verdadero lujo, una auténtica lección. Yo había trabajado con Enrique Viana, como compañero, pero tener la experiencia de montar algo así con él fue fantástico, por su sabiduría, por su talento y por su experiencia musical, me ayudó mucho en el plano vocal también. La propia obra, que al fin y al cabo era un monólogo, fue todo un reto porque yo no estaba acostumbrado a ese formato. Yo salí de esa produccion sintiendo que había aprendido mucho. Y Dialogos de Carmelitas fue un regalo, cantar un papel así en una ópera tan intensa, fue un verdadero placer.
Por delante tiene el regreso al Teatro Real, con una parte como Sharpless que cantó ya en 2021 en el Maestranza de Sevilla.
Sí, es una parte que disfruté mucho y que espero cantar en más ocasiones. En el Real, en casa, es siempre un placer cantar allí, además rodeado en esta Butterfly de tantas voces fantásticas. Yo he tenido mucha suerte, he cantado mucho en casa, en Madrid, tanto en el Real como en la Zarzuela, pudiendo estar cerca de mi familia.
¿Qué compromisos hay en su agenda por delante, hasta donde podamos contar?
Volveré al Liceu, donde no estaba desde una Traviata que hice en tiempos del covid. Vendrán los compromisos en Estados Unidos que antes le decía. Y por supuesto volveré a la Zarzuela; si no canto allí cada año es como si me faltase algo (risas).
Usted forma parte de una generación de cantantes españoles que hay picado mucha piedra, por decirlo de alguna manera, antes de poder cantar partes de protagonista, como este Scarpia.
Sí, es complicado, hay que pelear mucho. Y España es un país que no perdona, como decía Juan Jesús Rodríguez; si te equivocas dando un paso adelante, rara vez hay segunda oportunidad. Pero al mismo tiempo, como le decía, yo no me quejo, he tenido siempre mucho trabajo y además en casa.
Fotos: © Nani Gutiérrez y © Martin Sigmund (Staatsoper de Stuttgart)