© Miguel Ángel Fernández.

Isamay Benavente: "La lírica ha hecho un gran trabajo para acercarse a un público que exige más"

Este entrevista forma parte de la edición impresa Nº34 enero - marzo 2025 de Platea Magazine

Tras más de 15 años al frente del Teatro Villamarta de Jerez, la linense Isamay Benavente ha presentado su primera temporada como directora artística del Teatro de la Zarzuela, donde toma el relevo de Daniel Bianco. Con ella hablamos sobre sus miradas, su sentir sobre la cultura y el género español por antonomasia, así como el presente de Ópera XXI, asociación de entidades líricas españolas, de la que actualmente es presidenta.

En sus redes sociales se la ve a usted muy activa culturalmente hablando. Cine, teatro, literatura… ¿De qué bebe Isamay Benavente?

A ver, sí. Es que yo vengo del teatro. Todo esto empieza porque yo me quiero dedicar al teatro como actriz, además… ¡Qué osada! A mí me encanta el teatro. Yo pienso que la lírica es teatro con música, de hecho. Todo viene de ahí, de mi amor por el teatro. En cualquier caso, creo que lo que más me ha transformado a mí como persona ha sido la literatura.

Yo soy de La Línea, que era un sitio, una ciudad, donde no había muchos teatros. No en mi época, cuando yo era pequeña. En los años 70 no había allí actividad ninguna. Lo que es ver una orquesta sinfónica y cosas parecidas no lo descubro hasta que me voy a estudiar a Sevilla. Es entonces cuando empiezo, que ya tengo una edad, a ver teatro independiente… ¡A cogerlo con muchas ganas! Y a mí todo eso me transforma, pero lo que realmente yo tenía de pozo era la literatura, que era mi manera de escapar, de ver otros mundos. Me gusta mucho leer y sí, cuando me gusta mucho un libro, me gusta recomendarlo. Cuando me gusta mucho una obra de teatro, me gusta recomendarla. Cuando me voy de vacaciones, me voy a ver teatro, me voy a ver ópera… es lo que a mí me gusta ver.

Tengo entendido que la gestión de teatro, de alguna manera, estuvo ahí desde sus comienzos, al tiempo que estudiaba y trabajaba dedicada también al Derecho.

Sí, yo empecé, yo hice la carrera y me fui a Sevilla porque lo que quería era estar en el Instituto del Teatro, pero no entré. Y es entonces cuando comienzo a ver todo el teatro independiente. Era una época fantastica donde empezaban muchas cosas: el Clásico, Boadella con Els Joglars… llegaban todas estas compañías e íbamos todos al teatro. No sabíamos ni quiénes eran, pero íbamos con el ansia de ver, de saber, de disfrutar. Y bueno, sí, en mi casa tenías que estudiar una carrera, pero yo tenía clarísimo que quería trabajar en el teatro.

Yo seguía haciendo teatro en la universidad y como era muy habilidosa, empecé a montar papeles a unos amigos para un grupo de teatro, a pedir subvenciones para otros… entonces la gente empezó a llamarme: oye, ¿Y si me llevas esto? ¿Y si me llevas la distribución? Todo a un nivel muy amateur, pero yo llamaba a las diputaciones, etc.… Y empecé a trabajar así. Era una manera de compatibilizar también un poco mis dos mundos de entonces. Del teatro no podías vivir… y menos del teatro independiente. ¡Te salía una actuación y no sabías si alegrarte o llorar! (Risas). ¡Irte a un pueblo que te mandaba la Diputación con 50 grados en Sevilla!

Como la vida como actriz no tiraba, hice un máster con el Instituto de la mujer y empecé a trabajar en el Centro de la mujer. ¡Pero ahí fue cuando llega el 92! Es entonces cuando me llaman de la Consejería de Cultura para trabajar con ellos. Después me pidieron montar el Ballet Andaluz. Por eso también me gusta tanto la danza y conozco tanto el flamenco. Porque además yo monté con Mario Maya el primer Ballet flamenco de Andalucía, donde se presentaron 400 bailarines a las pruebas. Allí tenía a Israel Galván, Belén Maya, a Rafaela Carrasco… ¡Ese era mi cuerpo de baile!

¿Cómo fue el paso a Jerez?

En ese entonces contrato para un montaje a Paco López, que había sido director del Gran Teatro de Córdoba y nos entendemos muy bien. Había puesto en marcha un proyecto lírico en Córdoba al que el resto de Andalucía mirábamos pensando que estaba loco. Luego se lo contaba y nos reíamos mucho. Pasados unos años, me llama Paco y me dice: oye, quiero que te vengas conmigo a Jerez, que he sacado la plaza y voy a abrir el Teatro de Jerez. Para mí Jerez, en ese momento, creía que era… fíjese, yo venía de La Línea y había llegado a Sevilla… Ir de Sevilla a Jerez otra vez, no lo tenía claro… Y ahora, bueno, se lo digo, ha sido de las mejores decisiones de mi vida. 16 años me quedé.

Allí, en los comienzos, hemos hecho cosas que ahora no se podrían hacer. ¡Nosotros hicimos La nariz de Shostakovich! ¿Y sabe por qué podíamos hacerlo? Porque el público era muy virgen, el público estaba más abierto. Era una época donde la gente iba al teatro a descubrir con mucha más apertura, ahora la gente se lo piensa más. El público ha cambiado.

En ese sentido, el público de zarzuela no es tan virgen, ergo...

Yo creo que todo eso es una leyenda urbana. Allí en Jerez y aquí en Madrid. En los dos sitios hay mucha afición a la zarzuela, pero siguen siendo públicos abiertos. Allí en Jerez llegamos a hacer La Dolores cuando la gente sólo conocía el abecé de la lírica nacional. Hicimos El asombro de Damasco… también las más conocidas, pero a la vez que títulos más raros… Hasta que empezamos a perder financiación y los primeros recortes en la lírica fueron sobre la zarzuela. Y ese es el punto: porque la gente no está dispuesta a pagar por una gran producción de zarzuela lo mismo que está dispuesta a pagar por una producción de ópera. Como entidades y administraciones, esto nos lo tenemos que hacer mirar también. Te cuesta lo mismo montar una buena zarzuela que hacer una buena ópera. Sin embargo, la gente siempre pretende pagar menos por una zarzuela… cuando te llenan las butacas del mismo modo.

¿Cómo ha sido su llegada a Madrid, al Teatro de la Zarzuela? No sé si la hemos recibido con cierta condescendencia o escepticismo, aunque sólo sea por el hecho de ser mujer y venir del sur de España…

¿Sabe lo que pasa? Cómo le decía antes, yo vengo de La Línea, que es un sitio muy poco prejuicioso. Un lugar que no tiene nada que ver ni con Jerez, ni con Sevilla, ni con nada. La Línea es un sitio de frontera, de aluvión, un sitio que no tiene el peso de la tradición. El concepto de la tradición me di cuenta de que existía con todo su peso cuando me fui a estudiar a Sevilla, donde tiene muchísima importancia. En La Línea no teníamos problemas por ser progre y ponernos unos tacones, en Sevilla eso era una cuestión a tener en cuenta. Resultaba que si eras progre no te podías vestir de determinada manera.

En La Línea no teníamos problemas porque te guste una zarzuela y a la vez escuches lo que sea, lo que te de la gana. De más mayor y fuera de allí me di cuenta de que la gente tiene clasificaciones con las cosas. También le tengo que decir que yo misma, cuando hacía teatro independiente, tenía mis prejuicios sobre la lírica. Lo veía como una cosa en absoluto creíble, porque veníamos de una época donde, sobre todo, primaba la música, las voces. Y eso ha dado un cambio radical en los últimos años. Ahora se valora todo, que es como se debe valorar. Tampoco creo que se deba valorar por encima de todo la dirección de escena. Tiene que haber un equilibrio para que funcione. Por supuesto tiene que funcionar musicalmente, si no funciona musicalmente, no funciona nada. Creo que la lírica ha hecho un gran trabajo en los últimos años para acercarse a un público que exige más; que exige más credibilidad, más espectáculo.

"CREO QUE HAY QUE ACTUALIZAR LA ZARZUELA, PERO SE ACTUALIZA SI SE EMPIEZA A MIRARLA CON LOS OJOS DE HOY"

¿Cómo ha visto el ambiente zarzuelero de Madrid? Hay unas cuantas generaciones entre su público… y parece que con visiones muy diferenciadas…

Yo me quedo con que amamos la zarzuela. Es lo mejor que podemos tener en común. Entre la gente que viene de otras generaciones y yo misma. Y luego yo también soy de la opinión de que hay que tener libertad, hay que ver el género con los ojos de hoy, aunque a mí el escándalo por el escándalo no me interesa nada.

La siento a usted con una escucha realmente abierta y activa.

Es que yo creo que pasan dos cosas: una, yo tengo muy claro que estoy en un teatro público y bueno, tendré que tomar decisiones con un criterio y haré algunas cosas que me proponen y otras no, que me parecerán adecuadas y tal… Y dos: al llegar a mi puesto estuve cuatro meses - y sigo - recibiendo gente. Y es algo que me ha dado una mirada muy abierta y amplia de toda la gente que forma parte de la lírica nacional y de la zarzuela.

¿Tiene alguna idea fija, en principio inamovible, de lo que debe ser gestionar un teatro público? ¿Alguna línea roja, amarilla o verde?

Sí, líneas rojas por supuesto que las hay, claro que sí. Para mí, un teatro como la Zarzuela tiene que apostar, por ejemplo, por el repertorio; tiene que mirar atrás para rescatar todo lo que nos queda por hacer y tiene que apostar también por la nueva creación. ¡Es que sería muy absurdo decir lo contrario! No tendría sentido…

A mí me gusta que en la Zarzuela, la gente encuentre en cada temporada uno o dos títulos reconocibles de repertorio. Y luego tengo que hacer una tarea en este Teatro, algo que a cada uno de los que han pasado por aquí, por la Zarzuela, nos toca: rescatar patrimonio. Cada uno nos fijamos en una determinada época o en un determinado género dentro de la zarzuela, pero yo creo que todos hemos hecho un esfuerzo por intentar rescatar nuestra música. Y eso que vamos súper atrasados en España con respecto a Francia, Alemania, Inglaterra, Italia…

Nebra, por ejemplo, es un grandísimo compositor que no se conoce. ¡Y es un compositor inmenso! Nos quedan muchas cosas por hacer. Entonces, yo tengo que mirar para atrás… y tengo que mirar adelante e intentar hacer cosas nuevas. Mi criterio es que la programación tiene que ser equilibrada. A mí me apetece que la gente vea el cartel de la temporada y diga (señalando a varios puntos): me apetece, me apetece, me apetece. Creo que hay que actualizar la zarzuela, pero se actualiza si empiezas a mirarla con ojos de hoy; es decir: invitando a dirigir a los directores de ahora... Y a los de antes también, porque yo creo mucho en el intercambio intergeneracional.

Entiendo, en cualquier caso que, como usted comenta, la recuperación de patrimonio en la Zarzuela ha sido diversa ya desde la etapa de Pinamonti. Tanto él como Bianco han tenido una mirada definida sobre ello. ¿Cuál es su concepto de lo que es la recuperación?

A mí me apetece mucho poner el foco en la zarzuela. Quizás en la etapa de Daniel se ha hecho más ópera española. Me interesa buscar títulos, que hay muchos. Tengo el asesoramiento de Emilio Casares. Él tiene un documento donde realiza un análisis por épocas de lo que queda por hacer, de todo… que es inmenso. Nadie, ningún director artístico, por mucho que nos pongamos, podremos hacer todo lo que se recoge ahí, pero sí que es verdad que hay títulos que fueron exitazos y que hoy ni los conocemos. A mí me apetece mucho poner la mirada ahí. Algunos títulos ya los he dicho: Sol de Sevilla, de Padilla, que voy a hacerlo con el Maestranza de Sevilla. ¿Cómo voy a abordarlo? Tiene peligro porque sale todo: la Semana Santa, el Gran Poder, la Feria… Quiero hacerlo con una mirada no tópica, realista, tradicional, sino una mirada un poco actual de esa época. Así que estoy buscando gente que mire los títulos con ojos de hoy, que diga ¿de qué nos habla esto hoy? Porque en realidad, cuando tú vas a ver hoy una obra de teatro, incluso un clásico griego o algo así, tú vas a ver que te dice a ti.

Quizá esto entronque con el principio de nuestra conversación. La mayoría de la literatura que usted lee, tengo la sensación, es la escrita en la actualidad…

Claro, es de ahora. Y la manera de contar, de narrar, que es la directa de hoy en día. Por eso me apetece contar con gente muy diversa para dirigir en la Zarzuela. Porque creo que la zarzuela nos habla también de cosas de ahora. Ya sabe que tengo proyectos también con Christof Loy. El otro día estábamos trabajando con una cantante sobre un rol muy conocido de zarzuela y dijo él: “No, no; no hagas esto de poner los brazos en jarras - esta cosa que decía tanto Daniel Bianco -. Sí, es una mujer de armas tomar, pero hoy día las mujeres de armas tomar no se ponen así. Es una mujer que ha hecho estas cosas. Imagínate eso hoy día. ¿Quién sería esta mujer? ¡Empodérate desde ahí!”. ¡Me pareció tan bonito! Hay muchísimo machismo en la zarzuela, pero también hay feminismo.

Por cierto, hablando tanto de libros… Tras el intento de adhesión del Teatro de la Zarzuela al Teatro Real, Gregorio Marañón, Presidente del Real, publicó sus “Memorias de luz y niebla”, en el que dedica un espacio a este asunto, que concluye diciendo: “Sigo convencido de que la unión de ambos teatros entonces y ahora, hubiera constituido un inmenso acierto. A la tercera será la vencida”. Como directora artística de la Zarzuela y Presidenta actual de Ópera XXI, ¿qué opinión le merece esta afirmación?

Mire, yo no quiero entrar, para nada, en ningún tipo de polémica con Gregorio Marañón, un señor al que admiro, con una cultura muy amplia. Sin embargo, fíjese, aquí discrepo profundamente de su opinión. No dudo de que para el Teatro Real resulte muy productivo llevar los dos teatros, pero sí que tengo muchas dudas de que para la Zarzuela, como teatro y como género, sea interesante formar parte de otro proyecto.

Creo que la Zarzuela tiene tanta entidad que necesita una personalidad completamente propia. Además, es que el origen de este Teatro fue precisamente para que se dedicara exclusivamente a la zarzuela. Si permitiéramos esa unión, estaríamos pervirtiendo a la Zarzuela ya desde su origen. Luego podemos hablar de maneras de gestionar el Teatro de la Zarzuela, del cambio del INAEM, podemos hablar de muchas cosas, donde probablemente encontraremos muchos puntos en común, pero yo no creo que para la Zarzuela sea interesante formar parte del Teatro Real. Y lo digo con toda la humildad. Supongo que pensará: bueno, si yo no voy a quitar la zarzuela. Pero todos sus lectores convendrán conmigo en que no es lo mismo gestionar un espacio sólo y exclusivamente para un género, que formar parte de otro donde también se ocupen de ese género.

"HAY MUCHÍSIMO MACHISMO EN LA ZARZUELA, PERO TAMBIÉN HAY FEMINISMO"

Tras los cambios llevados a cabo en Ópera XXI y la última gala, ¿Cuál es la resaca emocional y/o profesional? A veces parece que lo único que se lleva a cabo desde la Asociación sean los galardones… y entiendo que no es así.

El tema de los premios de Ópera XXI es que nos vuelve locos. Nos ocupa mucho tiempo y mucho esfuerzo, pero nosotros, efectivamente, hacemos mucho más. Organizamos cursos para los asociados, nos juntamos, buscamos cómo mejorar y cómo hacer más eficaz la gestión. Intercambiamos mucha información. Los teatros grandes han ayudado mucho a los pequeños porque tienen equipos más numerosos y más formados. En la época del covid fue impresionante. Yo no he tenido más reuniones en mi vida de Ópera XXI que en la época del covid. Ayudamos al Ministerio, aportamos información para hacer los reglamentos… La asociación trabaja constantemente para intentar mejorar todo el ecosistema lírico nacional. Dicho esto, es una asociación de gestores y nadie entra en cómo trabaja cada uno.

Y sin embargo los Premios Ópera XXI buscan ser el referente y una llamada al público en general sobre la lírica.

¿Por qué asumimos organizar estos premios? Porque existían unos premios en Oviedo que desaparecieron y nos parecía que la lírica merecía una visibilidad total. Con todo ese trabajo inmenso que se hace y que ni siquiera en la Academia de las artes escénicas se recoge… Se dan premios a un cantante o a una cantante, sí, pero no entramos en otras categorías y se debe reconocer la labor de vestuario, figurinistas, iluminadores… Los Premios Ópera XXI son vitales porque visibilizan todo el trabajo que es necesario y que se crea en torno a la lírica. Ayudan a que todo el mundo vea y conozca los nombres propios que hay delante y detrás del escenario. No pretendemos, en absoluto, que los Premios sirvan para callar la boca a nadie ni para imponer nada. De hecho, buscamos un jurado profesional para que los decida.

Viendo cómo funciona el sistema de jurados en festivales u otros premios anuales, ¿Tiene sentido que el de Ópera XXI siempre sea, prácticamente, el mismo? Por otro lado, cuando en otras citas culturales como San Sebastián se han aunado categorías femeninas y masculinas en una sola, congregando un jurado con mirada amplia, aquí se ha tenido que hacer el ejercicio contrario porque parecían incapaces de premiar mujeres.

¿Sabe lo que pasa? Es muy difícil conformar un jurado de lírica en España. No hay tanta gente, de verdad, que vea anualmente muchas producciones y tenga criterio. Es muy complejo hacer cambios radicales del jurado cada dos años porque nos quedaríamos sin nadie. Intentamos también que roten los nombres. De hecho este año salen dos y entran otros dos. Es muy complicado cambiar algunos nombres…

Y en lo de unir las categorías masculinas y femeninas… ¡Ya me gustaría! Pero es que eso no existe hoy en día. No existe esa gente en la lírica como jurado, sea hombre o mujer, que tenga esa capacidad. ¡Puede existir alguno! Pero por desgracia no todos… y mientras eso no exista, a mí me parece que habría siempre una tendencia a que se lo llevaran cantantes masculinos… por lo que, mientras yo sea presidenta de esta casa, voy a seguir forzando la división en femenino y masculino.

¿No resulta contradictorio que un cantante rechace un premio en directo - en vez de meses antes, cuando se lo comunican - porque no le contratan en España, cuando se lo están entregando por cuatro producciones en una misma temporada? ¿Y su discurso no choca con la realidad cuando el pianista con el que iba a cantar en directo ha tenido que estudiar y ensayar sin él, al igual que la persona que le entregaba el premio… o todo el equipo de la gala y el teatro que han estado trabajando hasta el último momento, también por esta persona?

Ya. Sí, mire, yo quiero muchísimo a Juan Jesús Rodríguez y le admiro mucho, pero esto que le digo a usted, se lo digo a él también, es que a veces no le comprendo. A mí me parece correcto que se haga cualquier reivindicación, incluso puedo estar hasta de acuerdo con cosas que él dice, pero rechazar un premio en directo, viniendo una persona maravillosa, de forma altruista, para entregárselo… Yo creo que no entendió la situación… ¡Hacerlo en las tablas de la Zarzuela, que es un teatro que es su casa!

¿Va a seguir cantando en la Zarzuela durante las próximas temporadas?

Por supuesto. Y no sólo va a seguir cantando, sino que estamos poniendo en marcha un proyecto donde él va a ser el primer cantante que lo va a llevar a cabo. En mi opinión, se equivocó. Además, el premio se lo dieron los críticos, se lo dieron por unanimidad. Los críticos son independientes y además propuesto por tantos teatros que le quieren… No fue muy bonito, la verdad. Yo no lo he hablado después con él, pero creo que malinterpretó todo el significado del premio.

Por concluir, esta es mi última entrevista oficial como co-director de Platea. ¿Me recomienda seguir viviendo cerca de la lírica?

¡La lírica es un lugar maravilloso para vivir! Es un universo para habitar, para soñar, para escaparte… ¡Lo tiene todo! ¡Es el espectáculo global! Es un sitio donde hace falta mucha gente con sensibilidad para trabajar porque… ¡uf! ¡Nos queda aún mucho por recorrer en ella! Feminismo, ecología, sostenibilidad, igualdad, protocolos… Hay muchas cosas que hacer y necesitamos a todas las nuevas generaciones para que podamos vivirlas y llevarlas a cabo, como decía antes, desde el hoy. El mundo cambia y la lírica también necesita cambiar.

A veces en la música clásica cuesta llevar a cabo cambios en la manera de hacer las cosas. ¡Y al mismo tiempo tenemos que poner en valor el ritual que supone sentarnos en un teatro a escuchar música! Yo ya no quiero más experiencias participativas (risas). Quiero llegar y escuchar los silencios. No quiero ser protagonista. Quiero poner en valor lo que es el ritual de la escucha, del silencio, de dejar que la música te invada. Ahora que se lleva tanto el mindfulness… ¡Pero si con la lírica y con la clásica lo tenemos! (Risas). ¡Vete dos horas a un concierto! ¡Ya has hecho toda la meditación de la semana! (Risas).