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Midori: "La música fue una tabla de salvación para mí"

Del 11 al 16 de febrero, la Orchestre de la Suisse Romande y Jonathan Nott se embarcarán en una gira por España con la violinista Midori, quien interpretará el Concierto para violín de Jean Sibelius, precisamente la obra ella misma interpretó a los 11 años en su debut en Nueva York bajo la batuta de Zubin Mehta. En ocasión de esta gira por nuestro país, conversamos aquí con la solista japonesa.

Usted fue una niña prodigio, debutó a los 11 años con Zubin Mehta en Nueva York. Todos conocemos su increíble historia. Pero ahora, mirando hacia atrás, ¿qué consejo le daría a cualquier joven prodigio y a quienes le rodean?

Creo honestamente que cada niño es diferente y debería tratarse así, de manera individualizada. Para algunos de ellos tocar desde muy temprano, pisar un escenario desde el principio, es lo mejor que puede pasarles. Para otros en cambio puede no serlo, puede suponer una gran presión. Al final es una cuestión de personalidad y por eso el entorno que les rodea tiene que estar muy atento y crear las mejores condiciones posibles para que se desarrolle. En cualquier caso, todo debería estar encaminado a que haya un equilibrio entre el desarrollo personal y el desarrollo musical. 

Ha demostrado un compromiso social relevante, especialmente acercando la música y las oportunidades musicales a los niños. También es una activa militante pacifista (de hecho, es el único Mensajero de la Paz de la ONU que proviene de Japón). ¿Aún cree en la música como un instrumento para cambiar nuestras vidas? ¿En qué sentido? 

La música puede cambiar nuestra manera de sentir y percibir el mundo, la realidad que nos rodea. Y por tanto nos puede cambiar a nosotros mismos, a las personas, que somos en realidad el único vehículo a través del cual puede cambiar el mundo. Creo que la música es mucho más importante de lo que parece a primera vista; es una constante en nuestras vidas y nos ayuda en muchos sentidos. Nuestra creatividad, por ejemplo, está claramente ligada a la música. 

Midori_c_Nigel_Parry_2022_c.jpeg© Nigel Parry

Junto con la Orquesta de la Suiza Romanda y Jonathan Nott visitarán España en febrero, trayendo consigo el concierto para violín de Sibelius. Este es uno de los conciertos más fascinantes que se hayan escrito para este instrumento. ¿Cuál es su punto de vista sobre la obra?

Estoy deseando tocar el concierto para violín de Sibelius en esta gira por España, un país que adoro y al que me encanta volver siempre que tengo ocasión. En esta ocasión además estaré rodeada de una orquesta y un director estupendos, Jonathan Nott y la Orchestre de la Suisse Romande. El de Sibelius es un concierto interesante, porque ha alcanzado una gran popularidad quizá precisamente por ser algo inclasificable, algo inesperado más bien, diría. Por su forma, por su escritura para el solista, por el estilo que desarrolla… es una pieza que sorprende, aún más si pensamos en cuándo fue escrito, en 1903. Adoro este concierto por su apasionamiento, por su belleza, es realmente excitante y colorista.

A la edad de veinte años tuvo que lidiar con la anorexia y con la depresión, algo que compartió con el mundo en un libro llamado Einfach Midory (Simplemente Midori). ¿Cree que deberíamos hablar más sobre los momentos de crisis y presión en el mundo de la música clásica? ¿Deberíamos dejar de lado el discurso del heroísmo y el triunfalismo de los intérpretes y centrarnos más en los altibajos a lo largo de una carrera?

Cada profesión tiene sus retos, sus altibajos, sus picos de estrés… A veces aquello a lo que uno aspira y la realidad que tiene ante sus ojos no coincide y eso genera muchos sentimientos: ansiedad, frustración, inseguridad.. El mensaje que creo que es importante compartir aquí es que hay que tomarse muy en serio estos desordenes alimenticios y emocionales. Cualquiera de estas situaciones se puede encauzar y quien la padece puede recuperarse, con el tratamiento adecuado y con el tiempo debido. Pero para eso hay que reconocer que hay un problema y no centrarse solo en el lado negativo de las cosas, no culpabilizarse; es complicado, por supuesto, es un proceso y normalmente es largo, pero hay siempre una salida. Para mí por ejemplo la música ha sido una tabla de salvación. Tuve mucho apoyo para recuperarme pero el compromiso conmigo misma, con la idea de seguir tocando fue determinante.