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Andrea Turini: "La música de Bach explora el alma y la intelectualidad del ser humano"

El pianista Andrea Turini, aclamado por sus interpretaciones de la obra de Bach, entre otros autores, presenta su grabación de las Variaciones Goldberg, una obra icónica para el teclado.

En su ya larga trayectoria ha abarcado la práctica totalidad de autores y repertorios. ¿Por qué ahora un disco consagrado a las Variaciones Goldberg de Bach? Creo que la grabación se enmarca además dentro de un proyecto más ambicioso en torno a la obra de Bach.

Llevo más de 30 años interpretando obras de Bach en concierto, empezando por las Invenciones a 2 y 3 voces, las Suites Francesas e Inglesas, las Partitas, Preludios y Fuga, las Variaciones Goldberg y también los Conciertos para piano y cuerda. Mi pasión por la obra de Bach ha crecido cada vez más y sentí la necesidad de profundizar en su estilo, por lo que estudié los tratados de la época, en particular los de Carl Philipp Emanuel Bach, hijo de Johann Sebastian Bach. Gracias también a mi intensa actividad docente, he entrado en contacto y estudiado muchas otras obras del repertorio de Bach que nunca he interpretado en concierto, pero que conozco y aprecio profundamente. Además, durante años me he dedicado al estudio del órgano y también he podido estudiar las maravillosas composiciones de Bach para este instrumento. A raíz de todo esto, he desarrollado el deseo de crear un gran proyecto discográfico dedicado a la obra del Maestro Supremo, un proyecto que comenzó con la grabación y publicación de las Variaciones Goldberg y que continuará con la inminente grabación de las Partitas, para luego continuar con las Suites Francesas e Inglesas.

¿Cómo fue su proceso de acercamiento y conexión con la música de Bach?

Desde el comienzo de mis estudios de piano, he tenido el placer de tocar las pequeñas composiciones de Bach, verdaderas joyas, que despertaron en mí intensas emociones, y también el placer de tocar el piano. La música de Bach ha estado muy presente durante todos mis años de estudios en el conservatorio. Durante esos años me impactó escuchar las grabaciones de Glenn Gould, pero también la de El clave bien temperado de Sviatoslav Richter... 

Me gustaba tanto El clave bien temperado que lo sabía completo de memoria. Tras finalizar mis estudios académicos, conocí a una extraordinaria música y profesora, María Luisa Franco, quien me guió para profundizar en la práctica interpretativa barroca y en el estudio de los tratados del período barroco. Se me abrieron nuevos mundos aún más maravillosos, que me siguen sorprendiendo, me intrigan y me regalan una belleza inmensa.

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Las Variaciones Goldberg están consideradas, de manera unánime, como una de las cumbres musicales para el teclado. En su experiencia con la obra, ¿qué es exactamente lo que hay de genial y novedoso en esa partitura? ¿Cuál es exactamente la relevancia histórica de esta obra?

Lo primero que resulta realmente interesante e innovador es que el tema central de las variaciones no es la melodía, sino el bajo, una serie de ocho notas conocida como el 'Bajo Ruggero'. El genio de Bach se manifiesta en la subdivisión de tres formas musicales en diez ciclos: la forma de danza, la forma de tocata y un canon, que aumenta el intervalo de distancia entre las voces de un ciclo a otro. Además, la obra está claramente dividida en dos partes: Aria y Variaciones I-XV y Variaciones XVI-XXX y Aria. La primera evoca mucho el estilo italiano y la segunda, el francés. La presencia de referencias simbólicas también es fantástica, como la subdivisión que acabo de mencionar: los 10 ciclos representan los 10 mandamientos y las 3 formas musicales evocan la Trinidad.

Otra referencia numerológica es la siguiente: la obra consta de 32 piezas, al igual que el Aria, que tiene 32 compases. Además, hay muchas otras referencias simbólico-numéricas que no mencionaré aquí, pero que demuestran el genio compositivo de Bach. A todo esto, se suma la dificultad técnica y de interpretación de algunas variaciones brillantes, la intensidad expresiva de otras, o el dramatismo de las dos únicas variaciones en sol menor, mientras que todas las demás están en sol mayor, al igual que el Aria inicial. Esta obra se convirtió en una referencia absoluta para todos los grandes compositores de épocas posteriores, quienes la tomaron como modelo, y aún hoy su brillantez e imponente estructura siguen siendo un estímulo intelectual e interpretativo para los intérpretes.

En las Variaciones Goldberg se plantea un doble reto, tanto por el lado de la exigencia técnica como por el lado de la expresividad. ¿Cómo ha evolucionado su aproximación a la obra durante los años?

Estudié esta obra durante mucho tiempo antes de interpretarla en público, y la grabé tras muchos años de estudio y numerosas interpretaciones. Existen numerosas dificultades técnicas, ya que muchas variaciones fueron escritas para el clavicémbalo de dos teclados, y estas resultan extremadamente difíciles de interpretar en el piano. Es fundamental que el instrumento en el que se interpreten esté en perfecto estado mecánico, en particular que no genere problemas en las numerosas y continuas repeticiones de los pasajes donde se toca con las manos cruzadas. 

Aún más desafiante es el aspecto interpretativo, donde, en mi opinión, es esencial encontrar una combinación perfecta entre el respeto por la práctica interpretativa de las formas y el lenguaje de la época de Bach y el uso completo del piano, con todos sus inmensos recursos sonoros y tímbricos y todas las posibilidades expresivas que estos permiten. Conforme fue pasando el tiempo, sentí una creciente necesidad de explotar estas características del piano, de convertirlo ahora en una orquesta de cuerdas o de vientos, ahora en una gran orquesta, órgano, voz humana, clavicémbalo, y la necesidad de tener un amplio rango dinámico y tímbrico, caracterizando cada variación de una manera específica, pero siempre tratando de mantener el sentido de unidad de esta imponente obra.

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¿Cómo fue el proceso de grabación del álbum y cómo ha sido su colaboración con el sello Cézanne?

Para la grabación elegí el piano Steingraeber, que generosamente puso a mi disposición mi amigo Udo Steingraeber, y escogí la Iglesia de San Giovanni Battista en San Giovanni Valdarno, mi ciudad natal y lugar de residencia. Este instrumento y esta iglesia fueron pensados ​​y elegidos por mí con gran cuidado y dedicación porque me garantizaban el resultado sonoro y tímbrico que sentía y siento adecuados para mi interpretación. La grabación se remonta a octubre de 2022; fueron tres días intensos y emocionantes, fruto de años de estudio y reflexión, de decisiones interpretativas reevaluadas, cuestionadas, pero seguras en el momento de la grabación.

La colaboración con Cézanne fue fantástica. Javier Monteverde me demostró su gran aprecio por esta interpretación, realizó un excelente trabajo de masterización y me acompañó y me mantuvo informado de cada paso, siempre con gran amabilidad y atención, hasta el momento de la publicación del CD. Descubrí su gran experiencia, pero también una nueva y hermosa amistad, y espero que hagamos muchas otras cosas hermosas juntos.

En uno de sus próximos recitales, precisamente en España, unirá la obra de Bach con la de Debussy. ¿Cuál es el hilo conductor que cabe trazar entre ambos autores, si es que lo hay?

En 2025 presentaré varios programas con obras de Bach y Debussy en España, pero también en Italia, Países Bajos, Francia y Alemania, y en marzo de 2026 en Estados Unidos. Debussy consideraba a Bach "el buen Dios de la música" y esta veneración se refleja en su enfoque compositivo: aunque alejado de las convenciones clásicas, admiraba su maestría estructural, especialmente en el contrapunto y el uso de armonías modales.

El propio Debussy afirmó que la idea de componer la Sonata en re menor para violonchelo y piano le surgió de las obras de Bach, y que la Sonata para violín y piano también surgió mientras trabajaba en la revisión de las sonatas de Bach para violín y clavicémbalo, encargada por la editorial Durand. La música de Debussy muestra una maestría técnica que recuerda al contrapunto barroco y en varias composiciones utiliza la escritura polifónica con voces independientes, típica de las técnicas de Bach.

Me parece interesante cómo el contrapunto de Bach, que explora el alma y la intelectualidad del ser humano, se convierte en Debussy en un contrapunto compuesto de capas de sonido y timbre que exploran mundos fantásticos, imágenes y sensaciones que también residen en el alma y la mente del ser humano. Pero lo que realmente me impacta es cómo ambos desafiaron los límites de la música de su época, intentando superar las convenciones y expresar nuevas ideas. Debussy es considerado el primero de los compositores modernos, pero siento en mi interior que Bach también es sorprendentemente moderno, que su mundo sonoro es absolutamente capaz de expresar todo lo que vive dentro del ser humano de nuestro tiempo.