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José María Sánchez-Verdú: "La interacción entre creación y enseñanza es fundamental"

Vuelve a nuestras páginas el gaditano José María Sánchez-Verdú (Algeciras, 1968), nombrado compositor residente del Palau de la Música de València para la temporada 2025/26. Figura destacada y activa del panorama creativo español, su intensa productividad, la presencia constante en certámenes y jurados, y una incansable labor docente en centros de referencia han consolidado a Sánchez-Verdú como una voz imprescindible de la nueva creación. Su obra, puente esencial con la esfera centroeuropea, mantiene vivo un particular oasis de inspiración en el que confluyen ecos del arte andalusí, pinturas de Palazuelo, y versos de procedencias muy diversas, cristalizando en un catálogo prolífico, variado y marcado por una búsqueda incansable hacia nuevas corrientes y caminos.

Como docente ha desarrollado una amplia labor en distintos centros y universidades, pasando por Dresde, Dusseldorf o Hannover, y conservatorios superiores de Aragón y de Madrid. ¿Qué importancia tiene para usted la enseñanza dentro de su vida artística y cómo la compagina con la composición?

 El contacto con la enseñanza y con proyectos vinculados a las jóvenes generaciones es algo que siempre me ha gustado. Empecé con 21 años como profesor de Contrapunto y Fuga en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid; creo que fui el compositor más joven entonces. Pero después me marché a Alemania y estuve bastantes años trabajando solo como compositor y director. Fue a través de una invitación de la Robert Schumann Hochschule de Dusseldorf como retomé la enseñanza. Después vinieron Dresde, Hannover, estancias más breves en otros centros europeos (Sibelius Academy, ESMUC, Kunstuniversität Graz, etc.) y en 2008 Zaragoza: me gustó la idea de hacer algo de nuevo a mi país, además de que el departamento de Composición en el CSMA en aquellos años era un verdadero lujo internacional. En 2019 me presenté por vez primera a unas oposiciones (a cátedra en Madrid), y desde entonces he invertido mucha energía en este nuevo departamento con un nuevo gran equipo. Creo que la enseñanza, junto a la investigación y la participación en seminarios, cursos y congresos, es algo enormemente enriquecedor para la propia creación.

Su educación musical ha girado en torno a tres ciudades bien distintas: Granada, Madrid y Fráncfort. ¿Qué ha sacado de cada una de estas etapas y cómo influyó cada una de ellas en su manera de concebir la composición? En Granada me inicié en la música con 8 o 9 años, y con el tiempo supe que quería ser compositor. Mis dos maestros allí fueron cruciales: Julio Marabboto en la armonía, y Juan-Alfonso García en la Composición. Ahí se inició todo. Madrid fue después un punto esencial en la formación académica (no solo Contrapunto, Fuga y composición sino también Musicología y Dirección). Maestros como López Calvo, Daniel Vega, Antón García Abril, o el contacto y amistad posterior con Luis de Pablo y Cristóbal Halffter, han sido experiencias únicas. Fráncfort—tras pasar por Siena, Roma o París, trabajando, entre otros, con Franco Donatoni— fue durante 4 años un punto importantísimo de trabajo, no solo por mi maestro Hans Zender, sino porque ahí comenzó la internalización de mis obras con muchos encargos y estrenos desde entonces hasta hoy. Alemania es mi país de referencia por ser la base de muchos de mis más destacados encargos y proyectos.

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Ha encadenado diversas residencias artísticas en los últimos años, como la del Festival Internacional de Música y Danza de Granada en 2024, y recientemente, ha sido nombrado compositor en residencia del Palau de la Música de Valencia. Será una buena ocasión para el estreno en España de MURAL (2008), un título inspirado en el arte islámico, que tendrá lugar el 17 de octubre. ¿Qué supone esta residencia para usted y qué tiene esta obra de especial? La figura de compositor en residencia, rara avis todavía en España en orquestas y festivales, es muy destacada en Centroeuropa y en otros continentes. Por eso mis experiencias con la Filarmónica de Dresde y en muchos festivales de Alemania, Austria, Suiza, Polonia e incluso Perú han sido muy estimulantes. La invitación de Valencia me vincula por vez primera con una orquesta española, y será un punto muy hermoso de relación con la Orquesta de València y su director Alexander Liebreich. Me alegra que una obra como MURAL se presente por vez primera en España. Se estrenó en la Philharmonie de Colonia en 2009, y es una obra orquestal importante en mi catálogo por muchos aspectos que tienen que ver con mis intereses en torno a la caligrafía, a las artes plásticas, etc.

Durante la temporada pasada tuvieron lugar varios estrenos de sus obras más recientes –varios de ellos en Barcelona–, como Memoria de la isla verdeStabat Mater, y numerosas obras de cámara. En Valencia, será la ocasión para descubrir MEDEA. ¿Qué puede adelantarnos de este proyecto? Es un proyecto largamente pensado en torno al poemario homónimo de la gran poeta Chantal Maillard. La visión de Chantal es una maravilla como relectura personal de la tragedia griega. Y me presenta la posibilidad real de desarrollar una obra compleja y exigente que una vez más se adentra, a través de una lectura actual, en el legado del mundo griego antiguo (tras Hacia la luz, obra muy grande que compuse hace años para la OCNE sobre el Poema de Parménides). La relectura de los grandes clásicos en la actualidad me sigue pareciendo una reflexión muy inspiradora. El hombre no ha cambiado tanto en estos siglos. Y aunque la novedad o las nuevas tecnologías nos cieguen, seguimos enfrentados como humanidad a grandes temas que nos determinan como animales sintientes, que diría X. Zubiri.

Valencia debe de ser para usted un lugar especial: hace quince años Zubin Mehta estrenaba allí Qualia–Jardí blau y otras de sus obras están vinculadas a la ciudad. Ahora, con MEDEA, contará con la dirección de Alexander Liebreich y la voz de una soprano de la talla de Ángeles Blancas. ¿Qué espera de este nuevo encuentro con la ciudad y de la colaboración con estos intérpretes? Sí, Valencia es un lugar muy especial para mí, por ENSEMS, por el Grup Instrumental de València, por el Palau de les Arts desde que se inició, por el Coro de la Generalitat con el que he hecho varios proyectos, y además por muchos colegas y hasta familiares que viven allí. Lo que más me apasiona en cada proyecto como compositor es poder trazar un camino de reflexión, conocimiento y de aventura a través de determinados intérpretes y con contenidos concretos como centro de gravedad y referencia. No repito nunca estos caminos; intento que todo sea fruto de un desarrollo que abarque el pensamiento, la intuición, la estética, la memoria, y aspectos que engloban al final formas de conocimiento vinculadas con el ser humano. Ahora mi ilusión es situar la gran e histórica Orquestra de València (tan unida a mi querido maestro Enrique García Asensio) y el Palau de la Música como ejes de un nuevo viaje. Solo puedo agradecer la invitación.

Por la importancia que tiene la arquitectura en su proceso creativo, así como la consideración de ciertos aspectos acústicos, ¿estaría de acuerdo con que le apodaran ‘el Xenakis español’? ¿Qué opina sobre las etiquetas? No, no estaría en absoluto de acuerdo. El legado de Xenakis es inmenso e inabarcable en muchos sentidos, me apasiona y le tengo un respeto enorme. Hay otros compositores españoles, tras el legado auténtico del gran Francisco Guerrero —el verdadero “Xenakis español”— que siguen hoy esa línea. Mi trabajo va por caminos muy diversos. El uso de la arquitectura, de espacios virtuales y resonantes, las dramaturgias de luces, etc. son parte esencial de muchos grandes proyectos míos, pero no tienen nada que ver con la visión de Xenakis. Lo de las etiquetas es bastante agotador. En España señalan que hago música germánica; en Alemania que poseo el color y la luz del Mediterráneo. La necesidad de etiquetas es bastante surrealista a veces, sobre todo cuando se habla con cierta superficialidad. Hay otra denominación que odio: lo de “compositores académicos”. Sigo sin entenderlo. Porque el jazz, el flamenco o el arte sonoro ya se estudian en múltiples centros de enseñanza del mundo. La música actual de creación, aunque se enseñe en ámbitos concretos, no deja de ser una forma de creación que respira con la actualidad no solo en el arte sino en nuestro mundo social, político y tecnológico. Ser música “académica” significa, para mí, abrazar una posición que solo recrea formas caducas y estereotipadas del pasado. Y ese academicismo no tiene para mí ningún valor artístico.

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¿Cómo ve su residencia en Valencia: ¿como un punto de llegada, de consolidación, o como una plataforma para abrir nuevos caminos en su música? Realmente es una plataforma especial para enriquecer mi relación con esa tierra valenciana que tanto me gusta. La potencialidad que tiene esa tierra a nivel creativo y musical es inmensa. Si puedo aportar algo con mi música a jóvenes creadores e intérpretes, o a sus públicos, pues mejor. La apuesta del Palau de la Música por tener un creador en residencia cada año es casi única. Su programación es de las más originales de España, y deja espacios muy enriquecedores para el diálogo entre la nueva creación y las grandes obras clásicas. Además, es de las orquestas que más apoyan a los compositores de la propia tierra. Aparte quedan los de los compositores en residencia y otras obras de sus catálogos. Para mí es un honor ser compositor en residencia tras creadores que admiro tanto como Toshio Hosokawa o Pascal Dusapin. La apuesta de este Palau de la Música es clarísima y para mí una referencia a nivel internacional.

En los últimos años ha recibido numerosos encargos. ¿Cómo selecciona y articula las propuestas que le llegan de manera que encajen con su universo creativo y en su agenda? Organizo los tiempos, los contratos, etc. de manera que pueda no solo desarrollarlos con profundidad y tiempo, sino intentando vincularlos con los proyectos estéticos, escénicos o puramente musicales que me interesan en cada momento. A veces puedo hacer cosas fuera del mundo de los encargos oficiales para crear algo especial distinto para un amigo, para una agrupación, para alguna idea concreta, etc. En este tema siempre digo que la seguridad de tener un puesto de enseñanza en Alemania o en España nos sirve a muchos creadores para hacer lo que queramos y cuando queramos. Pienso en Vasili Kandinsky y Paul Klee en la Bauhaus, o Joseph Beuys en la Kunstakademie de Dusseldorf, o Gérard Grisey en el Conservatorio de París:  la interacción entre creación y enseñanza es fundamental, un modo real de enriquecer ambos territorios.

Su catálogo abarca desde la música coral y vocal hasta la gran orquesta, pasando por conjuntos de cámara poco habituales e incursiones en la electrónica. Dentro de esta diversidad, la guitarra ocupa un lugar muy destacado. ¿Es una elección vinculada a sus orígenes andaluces o responde a otros intereses musicales? Es curioso que fuera de España muchos creen que cualquier compositor español tiene un catálogo con obras para guitarra amplio. Pero no es en absoluto así. La guitarra es un instrumento que me encanta por su sonoridad y posibilidades; posee enormes limitaciones que al mismo tiempo son verdaderos desafíos que te pueden llevar a terrenos y soluciones verdaderamente fascinantes. Este año ya he terminado JAYAL (Laberinto de espejos), para dos guitarras, que se estrena en breve en EEUU. El próximo es un encargo del gran Marcin Dylla para un festival en Polonia, una obra para tres guitarras y orquesta.

Está trabajando en una ópera prevista para 2028 o 2029. Siendo la música escénica una de sus mayores inquietudes, ¿está ilusionado con este proyecto? Las grandes obras escénico-musicales son momentos destacados en la evolución de mi trabajo. No solo por la profundidad y complejidad, sino por el tiempo y trabajo que cada uno de estos proyectos conlleva. Debo de tener casi veinte proyectos escénico-musicales que abarcan la ópera, el teatro musical, la ópera instalación, formas de arte sonoro y proyectos instalativos, el espacio y la arquitectura, la sinestesia y el uso de los colores, proyecciones, y tecnologías que van desde lo analógico hasta lo digital o instrumentos acústicos que van desde los más originales y actuales hasta los históricos, especialmente barrocos y medievales, o de otras culturas no occidentales. Cada proyecto es un universo. Y el que comenzaré en breve será de nuevo en castellano, con uno de los más grandes dramaturgos españoles actuales. En algunas de mis últimas grandes obras he usado otras lenguas como el italiano (Il giardino della vita) o el alemán (ARGO).

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Usted ha señalado en diversas ocasiones que su música se nutre de la arquitectura, de las artes plásticas —con especial atención a Pablo Palazuelo y al arte islámico—, así como de la ciencia y del espacio. ¿Hay actualmente nuevas temáticas o fuentes de inspiración que esté explorando o redescubriendo en su trabajo creativo? Estos espacios de conocimiento se van desplazando, van enriqueciéndose con proyectos ya desarrollados. Entre diferentes temas centrales de estos últimos años como el pensamiento y la estética árabe, la geometría, o el mundo de los iconos y la perspectiva invertida, he estado investigando aspectos de la escuela de pintura sienesa, con los grandes Duccio o Giovanni di Paolo, etc. Muchos de estos aspectos están determinando otras formas diferentes de articular el material musical y también perspectivas diferentes en la orquestación. 

Como director destaca por la difusión de la música contemporánea española, habiendo estrenado obras de compositores muy diversos, como Alberto Posadas, José Manuel López López, Benet Casablancas o Jesús Torres. Teniendo en cuenta su labor como director y compositor, ¿cree que la creación actual tiene todavía terreno por explorar, o por el contrario, como se suele decir, «todo está inventado»? Difundir la música actual es algo que he hecho mucho, en especial fuera de España. La cuestión de si está todo inventado ha surgido en muchos momentos históricos. En tiempos tan conservadores como la sociedad actual parece ser un tema más recurrente. Y, sin embargo, hoy y ayer, la creatividad del hombre ha seguido su camino, pues el arte refleja al ser humano en su propia dimensión social e histórica. Siempre hay nuevas corrientes y caminos, diversas propuestas que van enriqueciendo como palimpsestos en movimiento los terrenos del arte y de la música actual. Pero todo esto convive con una sociedad muy sorda, amante de lo que ya se conoce, y que, aparte de la falta de tiempo y la comodidad de percibir todo de forma veloz, breve, inmediata y superficial, vive de forma paralela a propuestas que poseen sus grandes públicos minoritarios. Impera en la programación de música la recreación antropofágica y museística de un pequeño repertorio con solo el balance de números como referencia (cantidad de abonados, número de conciertos, ingresos por taquilla, etc.). 

¿Considera que en España se está logrando acercar la música contemporánea al público en comparación con hace veinte o treinta años? ¿Qué diferencias percibe respecto al resto de países europeos? Hace unos años España llegó a alcanzar un nivel que se codeaba con algunos países potentes de nuestro entorno. Era sorprendente. A mi parecer todo se ha reducido. El flamenco o la música barroca han fagocitado la creación actual para muchos gestores acomodados a un público fácil; muchas orquestas se bajaron de los encargos cuando apareció la Sgae y a través de la AEOS se coordinó para asumir unos pequeños encargos al año. La recuperación del gran patrimonio español y la creación actual deberían ser pilares fundamentales de las programaciones de las orquestas y festivales con dinero público. Y salvo excepciones no es así. Esto, a mi parecer, está causando un gran problema irreversible sobre todo en las jóvenes generaciones de creadores: la única posibilidad que empiezan a tener si quieren desarrollarse sin limitaciones pasa por la pequeña posibilidad de tener suerte algunos años dentro de España, y si no por lanzarse a otros países en los que sí se dan esas condiciones de crecimiento. Bastantes de mis mejores alumnos han acabado fuera de España. Y algunos ya no contemplan ni la posibilidad de regresar. En mi experiencia en Alemania la ampliación de nuevos públicos y sobre todo la formación como objetivo ineludible constituye una experiencia ejemplar. El arte actual debe ser ofrecido en las mejores condiciones.

Y, por último, en distintas ocasiones ha mencionado su necesidad de silencio. ¿En qué lugares se refugia para aclarar sus ideas, trabajar, e incluso desconectar? Algunas personas saben que he pasado muchas estancias en monasterios de clausura para encontrar esa paz que es tan importante. Ha sido en esa maravilla que es la provincia de León. Pero en otros casos la he encontrado frente al mar, en mi querido Mediterráneo. Buscar esta paz es muy importante. Y el silencio, en esta sociedad que grita y no se calla es algo esencial para oírse a uno mismo.

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Fotos: © Live Music Valencia - Archivo Palau de la Música