afkham sept 1 

David Afkham: "La música clásica debe salir de su burbuja"

David Afhkam nos recibió durante los ensayos del Requiem de Verdi -el final de la pasada temporada con la OCNE-, para una de las escasas entrevistas que concede. En las distancias cortas sorprenden su atlética juventud y su actitud desenfadada y directa; uno debe recordarse que está en la presencia de un maestro lleno de talento. Pero todo esto cambia cuando nos sentamos a conversar sobre su oficio, entonces ocurren dos hechos notables. Sus maneras se tornan reflexivas, rigurosas, severas, como quien sabe que está tratando un tema de suma importancia. Además, durante la conversación no puede evitar ilustrar sus ideas tarareando, cantando, incluso levantándose y dirigiendo para una gran sala en la que solo nos encontramos los dos. Algo que nos muestra que para David Afkham la música, seguramente, sea algo inevitable.

 

 Hace ya dos años desde que empezó oficialmente con la OCNE. Termina esta temporada a lo grande, con el Requiem de Verdi. Artísticamente, ¿qué es lo que ha cambiado durante estos dos años?

Podríamos decir que son ya tres años, si contamos también la primera temporada como designato. Estoy tremendamente orgulloso de la evolución del coro y de la orquesta, porque ahora somos mucho más flexibles, flexibles en estilo. También somos mucho más rápidos, la calidad de sonido ha mejorado y, también el escucharnos unos a otros. Ahora funcionamos como un grupo, como un cuerpo de sonido. Esto me hace tremendamente feliz.

Por supuesto que no es siempre igual, eso es normal, depende del repertorio. Pero estoy intentando expandir los límites de la orquesta -recuerdo el año pasado con El holandés errante y este año con Elektra- para adentrarnos en un repertorio que no les es familiar. Esto es muy positivo, es un aprendizaje que les hace mejorar. Y se nota, por ejemplo, cuando volvemos a una Tercera de Mahler o esa Décima de Shostakovich que hago con muchas orquestas - la hice por ejemplo con la Chicago Symphony Orchestra. Con la Orquesta Nacional solo tuvimos un ensayo, ¡solo el ensayo general! Recuerdo llegar y pensar, “Guau, esta orquesta es realmente buena”, ahora sus reacciones son mucho más rápidas, más activas.

¿Cree que esto es por un mejor entendimiento con usted -ya se conocen bien- o porque la calidad intrínseca de la orquesta ha mejorado?

Todo cuenta, nos conocemos mejor, ellos saben lo que espero y yo sé lo que puedo esperar. Lo bonito de todo esto es que cuanto más subo mis expectativas, el nivel sube más y más alto. No lo hago de un modo demandante y sádico, pero si me ofrecen algo bueno, yo lo tomo y digo, “Bravo… pero vamos a por más”.

Usted toca con multitud de orquestas de primerísimo nivel. Si comparamos, cuáles son las diferencias y las características específicas de nuestra OCNE.

Tengo que decir que esta orquesta está llegando a un nivel internacional. Esta Elektra que hicimos, está a nivel internacional, completamente. Y no lo digo porque sea mi orquesta, lo digo objetivamente.

En cuanto a las características, somos una orquesta latina y eso quiere decir que somos emocionales. Los músicos pueden darte todo, pueden darte su corazón. Pero del mismo modo si estas un poco cansado como director, la conexión se pierde. Si yo doy menos, la orquesta no da tanto. Dependen de lo que les das, pero si les das, ellos te darán todo, emoción al máximo.

La segunda característica es la flexibilidad que ya he comentado. Y el tercer aspecto es que hay mucha más interacción entre las secciones, ahora están más conectadas. Todo puede mejorarse, pero conozco a la orquesta desde hace siete años -desde un primer Tchaikovsky-, y paso a paso ha evolucionado, es ahora más homogénea, tenemos nuevos miembros también… es una nueva orquesta.

¿Y cómo piensa seguir con este camino de mejora? ¿Ampliando el repertorio?

Cada día cuenta. Ampliar el repertorio es muy sano, como hemos hecho con la ópera, es como abrir una ventana a un nuevo espacio. Ahora planeo volver al repertorio clásico, que es como ir al gimnasio: te limpia, se escucha todo y mejora la transparencia. Quiero también continuar el ciclo de Mahler con ellos. Para el jubileo de Beethoven en el 2020, sin duda quiero hacer un ciclo, no es oficial todavía, pero esa es mi idea en este momento. Aparte de esto la estrategia es clara y sencilla: trabajo cada día.

“La música ayuda a que nos escuchemos unos a otros”

Tras el éxito de Elektra y el Holandés esperábamos una gran ópera este año. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no se ha incluido?

Bueno, he intentado seguir por ese camino con obras más cortas como El Castillo de Barba Azul. Y también con la Pasión Según san Mateo. Mi idea inicial era hacerla con puesta en escena, pero es muy difícil. Si lo haces tiene que ser perfecto, es una obra sagrada y tiene que ser impecable. Lo estuve pensando, pero sabiendo las condiciones que hay en el Auditorio, que no es un teatro de ópera, y considerando cuestiones como el tiempo disponible, al final decidí hacer una versión orquestal, incluyendo algunos elementos escénicos como iluminación, para crear atmósferas.

¿Su idea era algo como lo que Simon Rattle y Peter Sellars hicieron en Berlín? Fue magnífico. ¿Hubiera traído a Sellars para esto?

Magnífico, sí. Creo que ha sido una de las propuestas más fuertes e intensas que Simon ha hecho en su etapa en Berlín. Pero yo quería haberlo hecho con el Sellars español, hay fantásticos directores de escena aquí. Pero Simon me dijo que eran al menos cuatro semanas de ensayos -el coro completo tiene que actuar- y yo solo tenía dos semanas, no podíamos hacerlo con las garantías que yo quería. En todo caso, continuaré con la ópera.

De sus actuaciones al frente de la OCNE diría que han destacado también su Brahms y muy especialmente Mahler. No han sido tan solo actuaciones apasionadas. Para alguien tan joven han sido tremendamente profundas y complejas. ¿Cómo las prepara?

Mi mentor es Bernard Haitink. Creo que ha podido haber algo así como una bendición (ríe) de la mano del maestro tocando mis hombros. Siempre le estaré agradecido por esta conexión que me dio, no solo con Mahler, sino también con Bruckner y con Wagner. No puedo explicarle cómo, hay asuntos en música que van más allá de las palabras. Cuando era ayudante de Bernard, por supuesto había aspectos que comentábamos, pero muchos otros tan solo los escuchaba y los incorporaba. El espíritu íntimo de un piano, si una energía es sagrada o terrenal, son cosas que heredas a través de la escucha.

Diría entonces que su aproximación a la dirección es intuitiva.

No solamente. Hay que leer, hay que estudiar lo que hay detrás. En el caso de Mahler está lo bohemio, el judaísmo, la metafísica, la transcendencia, la risa… Mahler es un enorme universo que hay que conocer, pero también poder controlar. Y también está la estructura y el sentido global de la sinfonía, esto es algo que también viene de Bernard, ser capaz de no perderse en tantas emociones.

En todo caso, este es el núcleo de mi repertorio: Brahms, Beethoven, Bruckner, en el que me he formado y con el que he aprendido. Además los he tocado como pianista y violinista, me es muy cercano.

Se mueve y gesticula mientras responde, y yo diría que su estilo de dirigir también tiene una componente física. ¿Es algo que la orquesta necesita?

Depende, es algo que trato de evitar, trato de hacerlo menos cada vez. La música debe surgir del interior. Es una manera de que la orquesta tome la responsabilidad. No quiero ser un director policía, si les doy responsabilidad, si son capaces de trabajar juntos, si respiran a la vez, entonces puedo relajar la parte externa de la dirección y hacerlo desde el interior. Creo que esto es lo que caracteriza un maestro, a un gran maestro como Abbado, Haitink, Karajan, música que brota del interior, no la fuerzas sino que fluyes con ella. Pero esto requiere tiempo, pasito a pasito (dice en español).

Se dice que la función del director ocurre en un 90% en los ensayos. ¿Cómo los aborda usted?

Me tomo los ensayos como una oportunidad para que la orquesta entienda quién está acompañando, quién está liderando, cuándo necesitamos más tiempo, cuándo tienen lugar las progresiones armónicas, las melódicas… Pero al final, los ensayos deben servir para tener más libertad, no para controlar, para dejar que la orquesta se exprese en el concierto, y no repetir exactamente lo que hemos hecho en los ensayos. Se trata de establecer las bases para que durante el concierto podamos ser más libres y disfrutar más.

Eso hace de cada concierto una ocasión irrepetible. Algún fin de semana he asistido a dos de sus representaciones del mismo programa y han sido muy diferentes.

Eso es una de las cosas que más gusta de mi rol como director principal con la OCNE. Tenemos tres conciertos por semana y podemos hacer algo diferente en cada uno de ellos.

"A través de la música podemos hacer cosas por la comunidad, por la cultura, hacer el bien a la gente".

¿Y cuál es el papel de la audiencia en todo esto? Normalmente se le asigna un papel bastante pasivo pero, ¿es esto así?

Hacemos todo esto para tener el contacto con la gente. Creo firmemente que tenemos la misión, como artistas, no solo de servir al compositor, sino de hacer que la música fluya a través de la audiencia; de conectar con el público, con la comunidad. Creo a través de la música podemos hacer cosas por la comunidad, por la cultura, hacer el bien a la gente.

¿Y cómo se haría eso? ¿Cómo puede ayudar a la comunidad a través de la música?

Le diré un aspecto muy sencillo: escucharnos los unos a los otros. En la orquesta no hay realmente números uno. Ok, hay solistas, pero la responsabilidad y el protagonismo pasa de unos a otros continuamente, y en definitiva tenemos que abrir nuestros oídos y escucharnos. Es como lo que Barenboim y Said hicieron con su West-Eastern Divan Orchestra, establecer este diálogo. Y eso ocurre del mismo modo con la audiencia. Si uno puede entender, por ejemplo, lo que hay detrás de la Heroica, su significado, la lucha por la libertad del espíritu humano, creo que puede ayudar el entorno político actual en aspectos como la falta de solidaridad o de libertad de expresión.

Habla de la dimensión política del arte. Creo que esto ocurre menos en la música que otras artes, es más autorreferencial, diría yo.

Está como en una burbuja. Y hay que abrirla. No puede ser exclusiva. Me encantaría expandirla, salir del Auditorio, hacer conciertos gratuitos por ejemplo en El Retiro. Somos cultura y debemos estar conectados con toda la sociedad. Si no, ¿qué somos?, tan solo un viejo museo tocando lo mismo una y otra vez. No, hay un significado en tocar a Beethoven, en ir al Prado y ver a Goya. Esto también nos habla de lo que está pasando ahora, las obras maestras lo son porque conectan con la sociedad del momento.

¿Y qué es lo que lo impide en el caso de la música? Hay un componente ceremonial en la música que, francamente, para el no iniciado puede ser una barrera. Todos esos músicos vestidos como caballeros del siglo XIX…

Eso está bien. La tradición es vida. Como Mahler decía, “la tradición no es el culto a las cenizas, sino lo que mantiene fuego ardiendo”. Lo importante es dotarla de un significado que conecte con la actualidad.

Habla de tradición y significado actual. ¿Cómo influye todo esto en la manera de preparar una obra, una partitura? ¿Cómo lo hace?

Hay muchas maneras. Para empezar, estudiar la partitura a fondo: armonía, colores, melodía, instrumentación, esto puede llevar años pero, como dice Mutti, esto en tan solo el paisaje y hay que darle vida. Luego comparas ediciones, consideras la tradición y las nuevas influencias y entonces te preguntas, ¿por qué?, ¿por qué creo que debe tocarse de este modo o de este otro? No es el qué, sino el porqué lo que debe movernos.

¿Y qué hay de la literalidad, de la sacrosanta intención del autor, objeto de eternos debates?

¿Qué significa un acento en Verdi y qué significa en Beethoven? Hay tantas posibles interpretaciones… (canta un par de ejemplos). Es inevitable tomar decisiones, lo importante es, de nuevo, tener claro por qué, justificarlo basándose en los conocimientos, los estudios y la experiencia de toda una vida. Pero por supuesto no se trata de mí, se trata de lo que Verdi hubiera querido escuchar.

Algunos dirían que, por ejemplo, Verdi vivió en el siglo XIX, un entorno completamente diferente. Así que es posible que para recrear las mismas intenciones haya que hacer las cosas de un modo diferente. Nuestros oídos contemporáneos no son como los de entonces.

Sí, se refiere a que por ejemplo un acorde disonante que ahora conocemos de otras mil obras ha perdido su efecto de sorpresa, así que igual tengo que hacer un acento extra. Entiendo. Pero no, si lo dotas de la sustancia adecuada, del significado adecuado, funcionará. Hay que tocar, cada vez, con una dimensión existencial (canta varios ejemplos del Requiem de Verdi) atendiendo al significado, sentir aquello que hay tras la notas, honestamente. Si lo conseguimos, creo que también se proyectará a la audiencia sin que tener necesariamente que hacer algo extra, artificial, exagerado.

Su pasión por la música es evidente, durante esta entrevista se ha levantado, movido, cantado… ¿qué otra pasiones tiene?

Ser un director, o ser un músico, es existencial. No puedes decir, hoy soy músico pero mañana no. La pasión, la conexión de la música con la vida está siempre ahí. Pero también me apasiona el silencio, cuando no hay música disfruto el silencio. Todo viene del silencio y todo va al silencio -este Requiem de Verdi viene de la nada y va la nada. También la naturaleza, es algo que necesito. Arte y museos también. Y la familia, soy un apasionado de la familia. Estoy siempre en la carretera viajando, y procuro sacar provecho a la experiencia cultural, pero a veces necesito tan solo quedarme en casa con la familia. O acompañar a mi novia, que es cantante, aunque sea tan solo para llevarle el vestido (sonríe cariñosamente) y estar juntos.

Cantante clásica, ¿no? Sé que no suele hablar de su vida privada pero, ya que lo menciona...

Es que no es necesario, lo privado es privado. Pero bueno, ella es Christiane Karg. Además no actuamos demasiado juntos, pero tampoco es que queramos evitarlo a toda costa. Hemos hecho alguna grabación y cantará aquí el Requiem de Fauré en septiembre. No por nuestra relación, sino porque pienso que tiene una voz fantástica para ello..

Durante la conversación, ha mencionado varias veces la palabra “existencial” y “trascendencia”. Yo creo que la música es capaz de llevarnos a lugares inaccesibles por las palabras.

Absolutamente, le pondré un ejemplo. Hoy, ensayando el coro del Requiem, empezamos en la tonalidad de la menor, luego recapitulamos en si bemol menor y acabamos en do mayor. Es un viaje hacia arriba, estamos intentando ascender. Para mí, si bemol menor es como la muerte, debe ser oscuro, no podemos tan solo cantarlo como cantamos otra cosa, tiene que tener algún aspecto existencial, mágico, metafísico... algo trasciende, algo se está abriendo a otro mundo. Y ¿sabe?, si le dice esto a los cantantes, de repente el sonido cambia. Si lo logramos -y es difícil, a veces tan solo el sonido de un móvil lo destruye- entonces podemos tocar algo más grande, algo por encima de nosotros.

Este es el poder de la música, que, sin ninguna palabra, el sonido pueda conectar con tu alma -no digo corazón o mente- digo alma que es la suma de las dos. Cuando esto acurre la respuesta de la audiencia puede ser cualquiera, una persona puede llorar y otra irritarse, pero si se hace bien, se establece una conexión. ¿Qué más hay que pueda hacerlo? La pintura también puede hacerlo en cierta medida, pero esta reacción, intensa, inmediata, sin palabras... ese es el poder de la música.

El público es con frecuencia ruidoso y no nos portamos muy bien, pero cuando la actuación es única, cuando ocurre ese momento trascendental que describe, de repente no se oye ni una mosca. Dos mil personas en la sala en absoluto silencio. En sus actuaciones con la Orquesta Nacional de España, ¿recuerda alguna en especial, algún momento donde se haya producido esta transcendencia, este tocar la eternidad?

Sí, ha habido varios, con Mahler, con esa Elektra. Muchos. Y lo mejor es cuando, entonces, sientes una conexión en la espalda. Como director, puedes sentir la conexión con la audiencia... En el Auditorio los ves delante y a los lados, pero los sientes detrás. Ese suspenso, esa energía, cuando puedes sentirlo y retenerlo, es único. 

"Quiero quedarme en Madrid tanto tiempo como sea posible".

Le contaré una anécdota: usted recientemente sustituyó a un célebre director, en el último momento. Cuando se anunció en la sala, el público no se quejó como suele ser habitual, todos aplaudieron. Eso me dice algo de su conexión no solo con la orquesta, sino también con la audiencia y la cuidad de Madrid. ¿Le tendremos aquí por largo tiempo?

Quiero quedarme tanto tiempo como sea posible. Me siento magníficamente conectado con el coro, con la orquesta, con la audiencia y con la ciudad. Considero que estoy tan solo en la mitad de mi trabajo y quiero continuarlo. Estamos creciendo juntos y es una bella manera de desarrollarme, trabajando juntos. Por supuesto que no siempre es fácil, nada es totalmente sencillo, a veces hay problemas... Lo importante es tener una visión a largo plazo, progresar juntos, paso a paso... espero que continúe durante mucho más tiempo.

Por último, intentemos mirar más adelante en el futuro ¿Cuál le gustaría que fuera su legado para esta orquesta y -aunque sé que es todavía muy joven- también para la música? Hagamos un ejercicio de imaginación.

Es una pregunta muy difícil. Como dice soy todavía un director joven, me siento totalmente agradecido de lo que me ha pasado en estos últimos años, ¡como para empezar a hablar de un legado! Pero le puedo decir mi objetivo. Sería… fare musica insieme, hacer música juntos. No se trata de mí, no se trata de ellos, se trata de todos nosotros, de conectar con la gente. Y, juntos, servir a algo más elevado.

Foto: Gisela Schenker.