Igor Ijurra 

IGOR IJURRA, Director del Orfeón Pamplonés: “Es un honor que Valery Gergiev confíe en nosotros”

 

Director titular del Orfeón Pamplonés, Igor Ijurra se viene labrando un nombre como un músico solvente, al frente de la formación navarra. No en vano confían en él maestros como Valery Gergiev o Juanjo Mena. De hecho, Gergiev ha invitado este año al Orfeón Pamplonés a San Petersburgo, para protagonizar un homenaje a Frühbeck de Burgos en sus Noches Blancas. Charlamos con Igor Ijura acerca de sus orígenes, su formación y el actual momento de dulce madurez que vive el Orfeón Pamplonés.

¿Cuándo llegó al Orfeón  y qué se encontró entonces?

Llegué hace ya doce años, en 2005. Me encontré con un coro que venía de vivir un cisma interno importante. Era un tiempo de mudanza y hubo que reconstruir el coro en buena medida. Y esto con una programación inminente y comprometida: a los dos meses de entrar teníamos una Misa Solemnis en Málaga con Aldo Ceccato. Fuimos una cincuentena de coro más otros tantos refuerzos y colaboradores. No había otra opción en ese momento. Y salió muy bien. Después hicimos Requiem alemán con Juanjo Mena, en Bilbao y en Pamplona; también Alexander Nevsky en Salamanca y en Valladolid. Se salvó la temporada…Y hasta hoy.

Cuénteme a cuando se remonta el idilio entre el Orfeón Pamplonés y Valery Gergiev.

Con el maestro Gergiev empezamos a trabajar a resultas de una iniciativa de nuestro anterior gerente, que contactó en 2008 con Agencia Camera sus representantes en España-. Entonces hacíamos el Elias de Mendelssohn con Juanjo Mena y la Sinfónica de Bilbao. Francesc Prat vino a conocernos y quedó gratamente impresionado. Surgió entonces un proyecto de La Fura dels Baus que era Carmina Burana, con Carlus Pradissa al mando. Esto se iba a estrenar en 2009, pero antes nos llegó la oportunidad de hacer una Octava de Mahler en Baluarte con Gergiev, que también se hizo en Zaragoza. Esa Octava en Pamplona fue nuestro primer trabajo con Gergiev. 

Y al mes de esto nos pidieron treinta y dos voces para viajar a Estados Unidos junto al coro de la Radio Sueca, que finalmente no fue y tuvimos que ir nosotros pero con sesenta voces. En tres días seguidos hicimos Kennedy Center con Octava de Mahler y después Carnegie Hall con Segunda y Octava de Mahler. Después de eso hicimos también en Pamplona una Segunda de Mahler, en 2010. Gergiev vino para el día de nuestro 150 aniversario, en 2015, con una Novena de Beethoven. Y el año pasado hicimos también con Gergiev el Requiem de Verdi, en una versión verdaderamente impresionante. En febrero hemos actuado por primera vez con él en Madrid y además esta temporada ha sido la primera vez que hemos hecho música rusa con él, concretamente Alexander Nevsky. Es una obra que hemos hecho mucho, unas veinte veces y por eso nos atrevimos con este repertorio y precisamente con él. Trabajamos muy seguros con el maestro Gergiev, hay muy buena comunicación, hay una conexión evidente que sentimos como un regalo, por supuesto. Es un gran honor y una gran responsabilidad trabajar con él.

En línea con ese regalo, les ha escogido ahora para un importante concierto en junio, en el marco de las Noches Blancas de San Petersburgo. 

Gracias a él además de ser el primer coro español en cantar en el Carnegie Hall, también lo seremos en el Festival de las Noches Blancas. Estaba programado realizar la  La vida breve en lo que sería un concierto en homenaje al maestro Frühbeck. Pero por dificultades de agenda del maestro y de programación del festival no ha podido ser y finalmente interpretaremos el día 22 de junio la 9ª Sinfonía de Beethoven. Teníamos previsto hacer solo un concierto pero finalmente haremos también el Réquiem Alemán de Brahms dirigidos por Justus Franz. Contentos de realizar un doble programa. Es un honor y un lujo. Es sin duda un compromiso mayúsculo para nuestro Orfeón. Me hace recordar otros grandes empeños que hemos abordado, como el citado del Carnegie Hall o como cuando en 2012 estuvimos con Frühbeck y la New York Philharmonic, haciendo Carmina Burana y unos fragmentos de La Atlantida de Falla.

¿Cómo suelen preparar sus conciertos con Gergiev?

En casi todos nuestros encuentros intentamos tener una cita previa, dentro del margen que permite la tremenda agenda del maestro Gergiev. Yo suelo viajar a algún lugar donde él se encuentre trabajando y mantenemos varias conversaciones para que al llegar aquí todo el trabajo esté ya encarrilado. Gergiev es director honorífico del Orfeón junto a Juano Mena. Ambos son miembros también de nuestro Consejo Asesor, al lado de la compositora y pedagoga Teresa Catalán y el crítico Juan Ángel Vela del Campo. Queremos incorporar a más miembros del mundo de la cultura a este consejo.

Con Juanjo Mena creo que la relación también viene de tiempo atrás. 

Juanjo fue  uno de mis primeros profesores de dirección de coro, allá por 1993. Con Juanjo es un placer reencontrarnos siempre, a ser posible con un plato de huevos fritos y chistorra delante (risas). Eso significa que la relación trasciende de lo musical. Intentamos siempre vernos al menos dos o tres veces al año. Con Juanjo Mena precisamente fuimos el primer coro español en actuar en los Proms en 2015. Eso lo dice todo. Su apuesta y su confianza en nosotros es muy grande y él es sin lugar a la duda el director favorito de los orfeonistas. 

¿Cuál es la naturaleza del Orfeón Pamplonés como entidad y qué momento atraviesa ahora mismo? 

El Orfeón Pamplonés es una asociación y nos financiamos en un 65% con dinero público del Gobierno de Navarra, el Ayuntamiento de Pamplona y el Ministerio de Cultura. Llegamos a tener más patrocinio privado pero a partir de 2010/2011 decayó. También los cachés se han ido ajustando. Artísticamente hablando creo que estamos en franca progresión. Además de los compromisos que antes hemos mencionado, también hemos trabajado mucho en Francia, que es un terreno natural muy próximo para nosotros; y ya hemos estado en Ibermúsica tres veces y también en la temporada de Ibercámera. Seguimos colaborando regularmente con las orquestas  vascas o la de Valencia.  Creo que nos estamos haciendo un hueco y un nombre. Tenemos una buena reputación y seguimos trabajando día a día al menos para mantenerla.

¿Cuál es la vinculación estable que hay a día de hoy entre el Orfeón Pamplonés y Baluarte? ¿Y con la Sinfónica de Navara? De alguna manera el Orfeón hace las veces de coro titular para ambos.

Sí, no somos el coro titular, no existe tal cosa en Baluarte, pero hacemos las veces de algo parecido. Esta temporada hemos abierto temporada con la Novena de Beethoven, hicimos el concierto con Gergiev, luego otro programa con Ramón Tebar y cerramos temporada con el Requiem alemán de Brahms. La próxima temporada la abrimos con la Misa en Do menor de Mozart, ya con el nuevo titular de la Sinfónica de Navarra, Manuel Hernández Silva.

Y cerraremos la temporada con Schicksalslied de Brahms. Cada año hacemos tres programas importantes con la Sinfónica de Navarra, aproximadamente. Además, solemos llevar a cabo un programa con Baluarte, con alguna orquesta invitada, como este año con Mariisnky y Gergiev, con quienes volveremos a actuar la próxima temporada, con La damnation de Faust, que es una obra que creo que nunca se ha hecho en Pamplona. Serán así tres años de colaboración estable con Gergiev, casi como una residencia regular con Mariinsky. Nosotros no tenemos ocasión de colaborar con tantas orquestas extranjeras como quisiéramos, no disfrutamos de un escaparate tan bueno como el que goza por ejemplo el Orfeón Donostiarra con la programación de la Quincena o el Orfeó Catalá que tiene su propia sede. Estamos realmente contentos con el nuevo gerente Félix Palomero con quien la relación es excelente. 

¿Estan tratando de trabar vínculos con otros directores españoles?

Quisiéramos abrir el abanico de directores españoles a jóvenes como Gustavo Gimeno, quien está haciendo una sólida carrera. Tiene un gesto fantástico, una cabeza muy bien amueblada, mucho talento y muchas ganas de trabajar. Sin prisa, pero tengo la confianza en que haremos algo juntos.

¿Cuál es su punto de vista sobre el hecho de que coros profesionales y coros amateurs compartan programación a menudo, sin que el público sepa muy bien a veces cuál es cada uno y si debería escucharlos y valorarlos con los mismos criterios? 

Sucede que a veces los coros amateur dan un nivel profesional. Hay un gran repertorio que todos cantamos, pero un coro amateur por ejemplo es capaz de afrontar proyectos que se escapan a la naturaleza de un coro profesional: nosotros hemos cantado de memoria el Carmina Burana, algo que perfectamente podría hacer un coro profesional, pero que seguramente no hace por sus regulaciones internas o por falta de tiempo. Y en cambio, la capacidad que tiene un coro profesional, a diferencia de un coro amateur, es una mayor capacidad de montar cualquier repertorio en un plazo breve de tiempo, casi en primera lectura.

Nosotros hemos hecho mucho repertorio de memoria: Segunda de Mahler, Novena de Beethovenel Nevsky mismo lo podemos hacer de memoria si contamos con tiempo. Pero no podemos afrontar un repertorio tan amplio como un coro profesional si no contamos con los ensayos necesarios para prepararlo en condiciones. 

Al público creo que no le importa la naturaleza del coro mientras haya calidad. Y los directores de orquesta al final no tienen demasiadas manías con esto; les preocupa si tal coro es el más adecuado para una obra en concreto, por temas de color, sonoridad, etc. Es decir que el resultado final sea bueno, por tanto que seamos una formación profesional o amateur acaba por ser secundario para ellos por lo general.

Cuénteme cuál es su formación como director de coro. 

Soy titulado en dirección de coros por Musikene tras haber hecho muchos cursos antes. También tengo formación como director de orquesta, en un principio no con afán de dedicarme a ello profesionalmente, sino por ampliar miras y contar con más recursos. Además soy titulado en canto y solfeo.

Pero no puedo olvidar mis raíces. Comencé a dirigir con diecinueve años, un 4 de octubre de 1992, en mi pueblo,  Etxarri Aranatz (localidad de 2500 habitantes) con un coro de cuarenta y cinco integrantes, un instrumento magnífico.  Fui a mi primer ensayo sin saber prácticamente nada y duré allí nada menos que diez años. A los tres meses me di cuenta de que tenía que ir a cursos, y ahí encontré a Juanjo Mena, Enrique Azurza etc. Magníficos profesores. Pero al final lo que más te enseña es el día a día, ponerte a prueba; tienes que tener una técnica, claro, pero lo importante es la práctica diaria con tu coro, con tu gente y tener a tu alrededor personas que sean sinceran contigo y te digan si vas o no por el buen camino.

¿Le atrae la idea de dirigir una orquesta? ¿Ha tenido experiencias con ello?

A los directores de coro no se nos dan apenas oportunidades de dirigir orquestas, cuando en realidad la técnica de partida es la misma. A los directores de orquesta si les ocurre a la inversa. Reivindico que se nos den oportunidades. Al final se trata de saber escuchar para saber resolver y eso vale para un coro o una orquesta. Obviamente una orquesta es mucho más compleja que un coro, desde un punto de vista tímbrico. Y hay que tener claras las limitaciones: si mañana me ofrecen una Segunda de Mahler, diré que no. Pero creo que los director de coro podemos dirigir obras sinfónico-corales sin problemas.

En este sentido debo agradecer la oportunidad que me concedió Manuel Hernández Silva, titular de la Filarmónica de Málaga y ahora también de la Sinfónica de Navarra, de poder dirigir  El Mesías de Haendel, en la orquestación de Mozart, en Málaga.  Fue una gran experiencia. Trabajar con una orquesta es una experiencia compleja, porque hay muchas inercias que vencer a menudo, y al final antes de poder hacer música debes abordar muchas otras cosas, a nivel de comunicación y grupo. Pero básicamente, insisto,  es lo mismo que un coro. Me gustaría poder seguir teniendo experiencias de director invitado de orquesta o coros con regularidad, sinceramente, para ganar recursos y rodaje y por supuesto para hacer repertorio. Y no me puedo quejar del último año ya que además estuve dos semanas en noviembre trabajando con el Coro Nacional El Mesías e Ivan el terrible, que hicieron después en Canarias.

¿Tiene más proyectos en este sentido? Hábleme de su agenda por venir, como director de coro.

Se está concretando un proyecto en Pamplona sobre Julián Gayarre para 2019, donde dirigiré por primera vez desde el foso. Lo más inminente es el concierto que dirijo ahora el Coro de la Comunidad de Madrid, concretamente un concierto a capella el día 21 de mayo en el Auditorio Nacional. Un programa con obras de polifonía de Gorriti, Goicocechea, Otaño, etc. También la obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Remacha, desde mi punto de vista la mejor obra coral del siglo XX en España. Tengo mucho interés en poner de relieve la música de Lorenzo Ondarra, un capuchino, un perfecto desconocido fuera del panorama vasco y que fue Premio Nacional de Música en el año 69, junto a Tomás Marco, y cuya música se interpreta poco. También haremos un estreno de Koldo Pastor y obras del Padre Donostia, entre otras cosas. Y también preparo la parte coral de Lur Kantak de Antón García-Abril, que se interpretara por Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid bajo la batuta de Víctor Pablo el 28 de mayo.