Faust Pablo Heras Casado y Mahler Chamber Orchestra Fermin Rodriguez 030

María y La Alhambra

Granada. 12/07/19. La Alhambra, Palacio de Carlos V. Festival de Granada. Obras de Falla, Stravinsky y Eötvös. Carmen Romeu, soprano. Isabelle Faust, violín. Mahler Chamber Orchestra. Pablo Heras-Casado, director de orquesta.

Es alarmante la obcecada negación que desde el mundo del arte en general y desde la clásica en particular hacemos de la figura de María Lejárrega. Feminista, diputada socialista durante la segunda República, dio voz a nombres como Machado, Unamuno o Juan Ramón Jiménez, además de introducir a Stanislavsky o el simbolismo en España. A María le debemos mucho, muchísimo en la música. Lo escribiré tantas veces como sea necesario. Especialmente, le debemos los textos de dos de las mejores obras que el imaginario de Manuel de Falla ha dado: El amor brujo y El sombrero de tres picos. Todo ello, como bien sabemos, bajo el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra. Decía Virginia Woolf que mucho tiempo tendría que pasar antes de que una mujer se sentase a escribir y no surgiese algún fantasma que eliminar. Fantasmas formados en las mentes de los hombres que hoy en día siguen obviándola. Lo hemos comprobado en numerosas ocasiones y así lo revivimos recientemente, en una estupenda obra de teatro con texto de Vanessa Montfort: Firmado Lejárrega, del Centro Dramático Nacional.

Ahora, de nuevo sentimos esa ausencia en el Festival de Granada, que celebra el centenario de El sombrero con un concierto donde en ningún momento aparece su nombre. Ni tan siquiera en el programa de mano. Tampoco en una ponencia o mesa concreta en las conferencias que han dedicado a la obra, donde ha faltado la revinidación directa, en una ocasión tan perfecta como perdida. De hecho, algo sorprendente sucede en el nuevo cedé que ha grabado la batuta de esta cita, Pablo Heras-Casado, con las dos obras mencionadas: En las líneas del siempre sabio Yvan Nommick, en sus versiones en inglés y francés aparece el nombre de María Lejárrega, reivindicándola aquí sí, en el cuerpo del texto, pero en la traducción en castellano, se traslada a la nota al pie. Un tanto esclarecedor, ¿no creen? Es un mal de muchos, pero el mal de muchos no puede ni debe ser consuelo de nadie. Desde luego, la clásica es la más cómoda y acomodada de todas las artes.

Al menos, desde los atriles, sí se le ha hecho justicia. A ella y a Falla, por supuesto, a tenor de lo poco que la lluvia, por desgracia, permitió escuchar. Este Falla de Pablo Heras-Casado es puro fulgor, pulso y vibración. Un Falla vivo, vivísimo! Colorido e intenso, cargado de expresión. Si Josep Pons me decía hace poco que Falla es un limón y eso es algo a tener en cuenta a la hora de interpretarle, está claro que Heras a tomado esa vía del punch de la acidez y el vivo color amarillo. Por supuesto, la visión del granadino se vio congraciada por el excelentísimo nivel de la Mahler Chamber Orchestra, una de las mejores formaciones del presente. También por el concepto escénico de Frederic Amat, quien creó una banda visual para la ocasión, dinámica y colorista, fiel a sus propias formas, que encajó a la perfección con la música. Estupenda la soprano Carmen Romeu en su aquí acortado cometido, en ese "Casadita, casadita, cierra con tranca la puerta, que aunque el diablo esté dormido, a lo mejor se despierta"; que pone el vello de punta. Más aún con la manera de pintar de Heras-Casado, con unos timbales iniciales que no había escuchado nunca así... y qué importante son los timbales siempre, ¡qué se lo digan a Furtwängler! Además de unos violines tan incisivos como líricos según La tarde requería. Y con la lluvia nos dieron Las uvas y pasada la una de la madrugada, por segunda y definitiva vez una breve tormenta nos dejó sin fin de fiesta. Es de esperar que de alguna manera puedan recuperar este Sombrero que tan bien comenzaba, en futuras ediciones del festival y, por lo pronto, queda la nueva grabación, que quien escribe reseñará si en algún momento puede hacerse con la edición física de la misma.

Antes, la noche se abriá con Stravinsky, en una cohesión perfecta de lo que debe ser y se espera en un programa de concierto; con todas las uniones posibles entre Stravinsky - Falla - Eötvös - La Alhambra. Vuelvo a Pons, porque, también hace bien poco, dirigió un buen puñado de obras de compositores rusos en el mismo día, con diferentes orquestas, incluyendo los principales ballets de Stravinsky y si había una obra en la que centraba su atención con mayor hincapié, hasta la obsesión, esa era, sin duda, Pulcinella. No es de extrañar. Pulcinella es, como el mismo autor dijo, la "epifanía". ¡La epifanía de Stravinsky! ¡El neoclasicismo va a llegar! La eclosión de un huevo imposible de cerrar. Ante la complejidad de la partitura, el resultado fue quizá algo más plano, pero no por ello menos disfrutable. Lectura liviana, que es lo que requiere la pieza, y en un intento de contraste continuado, que también lo pide, aunque las intervenciones solistas destacaran más que las partes de conjunto.

A causa de la lluvia, el público pudo disfrutar de taza y media de Peter Eötvös, quien ha concedido una entrevista en exclusiva para Platea, hablando de su nuevo concierto para violín, titulado "Alhambra", en un encargo del propio Festival de Granada y otras entidades como la Orchestre de Paris y los BBC Proms. Es este su tercer trabajo para violín y orquesta tras Seven y DoReMi y, aunque encontramos aquí un mayor paralelismo con lo que habitualmente podríamos traducir como "tradición" que en los anteriores, sigue siendo una obra muy conceptual y experimental, que se sustenta más en la conciencia y la técnica que en el hedonismo o la emotividad propias de la música. Sin duda, como siempre en Eötvös, un trabajo de mucho poso y análisis, que es donde hay que buscar ese reflejo de La Alhambra que lleva inscrito. Con todo, como es habitual en ella, sobresaliente el buen hacer de Isabelle Faust, donde desplegó un virtuosísmo técnico impecable que llevo al pathos con el público, haciéndose la magia con un largo y sentido silencio tras la última nota.

Foto: Fermín Rodríguez / Festival de Granada.