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La resistencia y la música

Sinfonía para la ciudad de los muertos. Dmitri Shostakovich y el Asedio de Leningrado. M.T. Anderson. Es Pop Ediciones. Madrid, 2022

El libro que reseñamos hoy en Platea tiene muchas virtudes, pero destacaría sobre todas ellas la transmisión al lector del espíritu de resistencia que transmite la cultura, en este caso la música. En las circunstancias más alienantes para el ser humano, un libro, un cuadro o una pieza musical nos da un pequeño, un mínimo respiro, para justificar la vida, el seguir adelante aunque todo se hunda a nuestro alrededor. La séptima sinfonía de Dmitri Shostakovich, bautizada como Leningrado (llamada así por la ciudad donde se compuso, en plena II Guerra Mundial), es uno de esos símbolos de la resistencia de un pueblo ante el horror de la guerra. Un referente de cómo la belleza es capaz de aunar a un país en su lucha ante la destrucción de una invasión. Es paradójico que llevemos casi un año en el que el pueblo que se rebeló contra ese ataque cruel y despiadado haga lo mismo con otro país. Son las paradojas de la historia y la demostración palpable de que el ser humano nunca aprende de sus errores.

Sinfonía para la ciudad de los muertos de M.T. Anderson y editado por Es Pop Ediciones hace una amplio, documentado y diría que imprescindible repaso a todo lo que rodeó la creación de la 7ª sinfonía de ese genio que fue Shostakovich. Un compositor sobre cuya implicación o no con el mundo soviético y especialmente con la terrible era estalinista seguiremos debatiendo. Shostakovich fue una víctima del sistema que le tocó vivir y seguramente también de una personalidad que no estaba preparada para enfrentarse a una maquinaria tan terrible como la creada por Stalin. Seguramente cuando quiso reaccionar ya era tarde y creo que es injusto juzgarlo con los ojos actuales, sin ponernos en su lugar, en el lugar de un hombre que vivió casi desde su infancia bajo la Revolución Rusa. De todo ello habla Anderson en su libro premiado con el National book Award, uno de los más prestigiosos de EE.UU., abordando no sólo las circunstancias de la creación de la Séptima, sino, y aquí está uno de sus logros, contextualizando todo el entorno donde nació. Hace un repaso a la Rusia de los primeros años de la Revolución, el ascenso de Stalin y sus relaciones con Hitler. También dedica muchas páginas (es un libro de una apreciable extensión) a la biografía del joven Shostakovich y cómo llega personal y musicalmente, como ya he señalado, a la creación de esta magna obra, que tendrá un azaroso estreno. El libro está prolijamente ilustrado y es una gran aportación a la comprensión de una época que enseñó unas lecciones que nunca deberíamos olvidar.

La Leningrado es el grito de un pueblo luchando por la resistencia, y es el talento de un compositor por interpretar y llevar al pentagrama ese grito (que en el primer movimiento nos recuerda tanto al Bolero de Ravel en su extraordinaria y bellísima repetición de un mismo tema) como símbolo de que pase lo que pase, caigan las bombas y los cañonazos, el pueblo de Leningrado resistirá.