Un espíritu en calma

Despacio el mundo. Ramón Andrés. Acantilado. Barcelona, 2024.

Lo oye todo, lo entiende todo. Con esta frase comienza el prefacio de Despacio el mundo, el nuevo libro de Ramón Andrés. Una nueva travesía a través del mundo musical, del arte pero también de la filosofía, de la vida, como tantos de sus trabajos, que ha editado Acantilado. Y es que cuando uno tiene entre sus manos un libro de Andrés es como si te inundara un mar de sensaciones diversas, todas unidas por la admiración del conocimiento de las diversas materias que muestra el autor. Y también, como el título recalca, se siente la tranquilidad, la paz y la concentración que, casi obligatoriamente, requiere su lectura. Amante del mundo musical y conocedor como pocos de la música renacentista y barroca, esta vez el autor navarro toma como hilo conductor de sus diversas reflexiones la música, concretando o tomando como eje de unión de sus reflexiones la afinación de un laúd y la plasmación en este momento que el arte pictórico ha reflejado de ese instante u otros parecidos con otros instrumentos.

Ese acto que nos puede parecer tan nimio de la afinación de un instrumento de cuerda que reinó en el mundo musical en los siglos XVI, XVII y ya declinando, en el XVIII, supone el comienzo de la búsqueda de la perfección musical y, por ende, de la perfección del devenir humano, que raramente consigue ese objetivo. Las reflexiones de Andrés van desarrollándose como enredaderas de conocimiento en un un largo catálogo de capítulos, concretamente cincuenta y dos, donde otros tantos cuadros en los que aparece un instrumento musical (casi siempre el mencionado laúd), sirven para ir introduciéndonos en el pensamiento, en la reflexión y en el conocimiento del autor, produciendo una sensación que personalmente mezcla el asombro ante lo narrado, la admiración ante lo escrito y la calma ante la preciosa prosa del autor. Es desfile de autores muy conocidos (Caravaggio, Vermeer, Watteau) y otros que no nos son tan cercanos (por lo menos a mí), pero que forman un grupo compacto, bien avenido, de obras con un significado parejo.

Si las reproducciones de los cuadros que acompañan a cada capítulo de la parte fundamental de este libro son en blanco y negro, hay un amplio apéndice, denominado Museo del Oído, donde el autor nos presenta un paseo sin comentarios por un ficticio museo, con láminas a todo color, en el que podemos contemplar una amplia muestra de obras pictóricas que tienen como tema central un instrumento. Son un “vestíbulo” y “varias salas” donde lo que se busca es simplemente la contemplación y el disfrute visual y, por qué no, el dejar volar el pensamiento o la imaginación de lo que pudo ocurrir o lo que se intenta transmitir en cada uno de estas pinturas.

Ramón Andrés, una vez más, cautiva y admira, pero también tranquiliza y te hace pausar tu lectura, reflexionar, aprender y, quizá, ser mejor.