tiempo y musica

Tiempo y música

Jeanne Hersch. Tiempo y música. Acantilado. Barcelona, 2013. 

Esta filósofa suiza, formada en Heidelberg al abrigo de Jaspers –cuyo pensamiento introdujo en Francia– y en Friburgo con Heidegger, combina un refinamiento literario de gusto francés con la gran tradición de la antropología filosófica alemana para acercarse al fenómeno musical con un rigor intelectual y terminológico fuera de dudas. Pero al mismo tiempo, sin dejar de ser una obra rigurosa e intelectualmente nutritiva, su lectura es fluida y no exige un entrenamiento terminológico en la tradición filosófica occidental. El pequeño volumen de apenas setenta páginas que se lee rápido y se piensa lento, recoge tres conferencias, dos artículos y un pequeño texto inédito. La mirada de Hersch, crítica y escéptica hacia los frutos de la modernidad tardía, bebe constantemente de un doble enfoque fenomenológico y existencialista articulado con naturalidad: es una mirada historiográficamente desnuda hacia la música, pero alumbrada por el diálogo con la literatura (Rimbaud, Rilke), con figuras limítrofes como Ansermet y con el propio suelo filosófico: Kierkegaard, Marcel y su admirado Jaspers. La “miniatura de eternidad” es una de las expresiones fetiche de la autora, apuntalada sobre un concepto de temporalidad que piensa la música desde la escisión, de raigambre romántica, de naturaleza (necesidad) y espíritu (libertad). Pero el ensayo de Hersch siempre es más preciso y luminoso que nuestras palabras al intentar describirlo. Su voz nos interpela con ese presente intemporal sólo al alcance de las grandes mentes, y así escribe hace más de tres décadas, para la apertura del Festival de Salzburgo, esta porción de pensamiento: “La historia nos ha enseñado que la amenaza de volver a ser bestias y esclavos nunca desaparece”, de tal modo que después de haber recorrido la historia de la música, desde el canto llano hasta Wozzeck, la filósofa sentencia que “parece imposible olvidar la libertad o renegar para siempre de la humanidad en nosotros mismos y en los demás. Estas voces de todas las culturas vendrían a despertarnos y a recordarnos quiénes somos, qué tenemos que ser, y cuál es nuestra deuda con esta Europa en la que se han desplegado”.