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BUCEANDO EN NUESTRA HISTORIA MUSICAL

Jacinto Valledor y la tonadilla. Aurèlia Pessarrodona. Editorial Arpegio. Sant Cugat (Barcelona), 2018.

Aunque se vayan ampliando nuestros conocimientos sobre la aún poco conocida historia musical española, siempre hay trabajos, investigaciones, libros, que nos abren nuevos caminos, y sobre todo nos demuestran que aunque España sea considerada un país periférico en cuanto al desarrollo musical (lejos de los centros fundamentales germánicos e italianos), fue foco también de creaciones singulares y diferenciadoras, que aunque influidas por otras latitudes, son fundamentalmente españolas. Una de ellas, poco estudiada todavía, es la tonadilla. Aunque el nombre ha sobrevivido hasta nuestros días y define un tipo musical un poco difuso en cuanto a letras y cantantes (las famosas tonadilleras de la llamada “canción española” que tanto auge tuvo durante el siglo XX y que aún perdura en nombres como Isabel Pantoja), esta reseña comenta otro tipo de tonadilla. Es el género que, desde mediados del siglo XVIII y hasta bien entrado el XIX, se inscribió dentro de representaciones teatrales con la intención de entretener al público en los intermedios. Esta función “ligera” y fundamentada en letras sencillas, cercanas al gusto del pueblo y con toques a veces picantes, alejó a la tonadilla de los cánones que establecía el dictamen artístico más sesudo del teatro neoclásico, cuyos autores despreciaron esta forma de arte que mancillaba el purismo que ellos preconizaban.

La musicóloga Aurèlia Pessarrodona afronta en Jacinto Valledor y la tonadilla una reivindicación en toda regla de esta parte de nuestra historia musical. Y lo hace con unas armas consistentes y convincentes: las del estudio profundo (ya que el libro es fruto de la tesis doctoral de la autora, mucho más amplia que el libro que se nos presenta) de la vida y obra de uno de los autores más reconocidos del género: el madrileño Jacinto Valledor. La biografía pormenorizada del compositor y el estudio de su obra (con un acertado rigor musicológico) abre dos caminos al lector que se acerca al libro. Por una parte, el simple aficionado conocerá una parte de nuestra historia musical que desconocía (ese es mi caso), y, a través de la vicisitudes vividas por Valledor y su esposa, la actriz Gabriela Santos, en las diversas giras con las compañías que recorrían las ciudades más receptivas al género (Madrid, Barcelona, Sevilla, Cádiz), se adentrará en la vida menos estudiada del teatro español de la segunda mitad del siglo XVIII. Por otra, el musicólogo o el estudioso podrán disfrutar de la rigurosidad de Pesarrodona en mucho de los ejemplos, tanto de partituras como de diversos tipos de documentos, que jalonan el texto (siempre apoyado en prolijas notas a pie de página que amplían, explican y referencian lo escrito). También resultará de indudable interés para el lector el uso, en algunas de las tonadillas compuestas para sus trabajos de Barcelona, del catalán, como en la llamada “La Ramilletera” que gira alrededor de una vendedora ambulante en la Barcelona dieciochesca.

Aurèlia Pessarrodona introduce el libro con un guiño a Goya: Dibuja ella misma un conseguido grabado al que titula “El sueño de la razón produce tonadillas”. Seguramente la autora en su larga labor investigadora soñaría más de una vez con el tema. El lector, sobre todo, descubrirá parte de la historia musical española y eso siempre resulta satisfactorio.

Foto: Editorial Arpegio.