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UN FUTURO POR DELANTE

Christoph Wolff. Mozart en el umbral de su plenitud. Al servicio del emperador (1788-1791). Ed. Acantilado. Madrid, septiembre 2018.

No podemos decir que la bibliografía sobre W.A. Mozart sea escasa. De hecho, la figura del gran compositor austriaco sigue atrayendo a cada nueva generación de aficionados a la música. Aparte de su genialidad, el hecho de muriera joven y en unas circunstancias que siguen sin esclarecerse plenamente (y que dan pie, como nos aclara este excelente libro, a teorías conspiratorias de todo tipo) le ha dado a su desaparición ese halo de misterio que en nuestra época tienen algunas estrellas del rock que mueren en plena juventud. En este maremagnum de publicaciones, la que ahora nos presenta la editorial Acantilado, obra del reputado investigador Christoph Wolff, tiene diversos puntos de interés. El primero es el periodo concreto en el que se centra el estudio: la época en que Mozart llega más alto en sus aspiraciones cortesanas al servicio del emperador José II y triunfa sin paliativos en Viena y en otras capitales europeas. Es un momento (de 1788 a 1791) donde la madurez artística del compositor produce obras maestras, cuando sus logros sociales colman su ambición, pero también donde los problemas económicos por sus desmesurados gastos para mantener un status que no corresponde a sus ingresos le produce preocupación y problemas con los amigos a los que debe dinero. También la exigencia compositiva y de trabajo es máxima y eso repercute en una salud que se resiente más de lo que cabría esperar para la edad real de Mozart.

Todo esto es analizado con rigor y amenidad por Wolff, que se centra tanto en la biografía del compositor (principalmente los dos primeros capítulos) como en un análisis más concreto de sus trabajos musicales. Si todo el libro es atrayente, hay varios capítulos que, personalmente, me han interesado especialmente. Uno de ellos es el dedicado a La flauta mágica que Wolff califica de “gran ópera”, precursora por sus formas musicales (aunque sea un singspiel) y por su dramaturgia de las que vendrán después y formarán la columna vertebral del mundo operístico del siglo XIX. También es muy llamativo el último capítulo. Ya su título resume y promete su interés: “Compuesta aunque no escrita” la música que jamás será escuchada. Todo un reto para Wolff por su trabajo de investigación (aunque dado el volumen del libro simplemente indica el camino a donde dirigirse sin poder profundizar mucho) y que nos acerca, aunque sea someramente, al caudal musical que la mente de Mozart era capaz de producir. Es sabido, como lo hacen otros compositores, que el salzburgués “pensaba” la música antes de escribirla. Eso permite que haya un corpus amplio de obras esbozadas, no acabadas, o dejadas a medias que dada la categoría del personaje siempre van a levantar el interés del público.

En el epílogo el autor resume esta época de servicio al poder imperial del inmortal Mozart: la ambición de sus tres últimas sinfonías o del concierto para clarinete, la influencia indudable de Haydn pero su paso un poco más allá en la música de cámara, la modernidad de La flauta mágica, la grandeza del Requiem: un conjunto de obras que podrían haber sido muchas más si Mozart no hubiera caído mortalmente enfermo. Porque quizá la idea fundamental que transmite este libro es que Mozart, aunque cansado y con problemas económicos, seguía en plena madurez compositiva y no pensaba en que iba a morir. Hay que alejarse de la idea que su última época es un preámbulo de su muerte: Mozart compuso hasta el último momento pensando que la vida seguiría, que no se cortaría de forma tan abrupta como en realidad ocurrió.

Foto: Acantilado.