eusebius

CRITICAR AL CRÍTICO

Eusebius, Capitán de la Nave de Baco. Daniel Ramírez García-Mina. Ed. Renacimiento. Sevilla, 2019.

No me me he podido abstener de hacer el fácil juego de palabras que da título a lo que en realidad es una reseña. Pero seguramente a Eusebio García-Mina, Eusebius, crítico musical, polemista, escritor y bon vivant al que está dedicado el libro, no le molestarían estas libertades. Un libro que firma el periodista Daniel Ramírez García-Mina, familiar del homenajeado, y en el que se hace un repaso muy personal (por el planteamiento, por la relación con el protagonista, por lo peculiar del mismo) de este personaje, muy conocido en la Pamplona de mitad del siglo XX. Y es que en todo el texto se respira un aire coloquial y cercano, completamente alejado de cualquier atisbo de academicismo, aunque eso no le reste en absoluto valor a toda la información, al conocimiento de Eusebius y del ambiente de la capital de Navarra en esos años. Es una narración hecha fundamentalmente para poner en valor al crítico pero también al hombre abierto al mundo (Capitán de La Nave de Baco, se subtitula el libro, en recuerdo del grupo de amigos de García-Mina que así se autoproclamaban) y a las corrientes musicales y culturales que invadían la Europa de entreguerras. Y también es un homenaje a dos mujeres importantes en la vida de Eusebius. Primero su esposa María Luisa Subiza, depositaria y difusora de su legado, y después, y sobre todo, su hija Mayalen, verdadera inspiradora de Daniel Ramírez para escribir este volumen.

La organización del libro me recuerda a una enorme colcha de patchwork, pues está construido de distintos retazos de la vida y de los escritos de Eusebius, sin un orden cronológico claro y basado en temas y momentos relevantes de su vida, que sólo cuando uno se aleja un poco toma forma como un todo, con un retrato completo del personaje y de su época y del mundo musical, político y cultural que le tocó vivir. Sería exhaustivo hacer un repaso a tantos y tantos temas a los que se refiere el libro, algunos tan interesantes como la formación de Orquesta Filarmónica de Madrid o el resurgir de la Filarmónica de Pamplona con la que tanto tuvo que ver nuestro protagonista, que había estudiado Derecho y había estado en contacto con el mundo cultural de la capital de España. Ahí está, quizá, uno de los ejes, a mi parecer, de toda la trayectoria de García-Mina: el querer sacar la vida musical de Pamplona de lo que él consideraba provincianismo y abrirla a los aires de renovación que venían, como ya se comentó, de un mundo europeo en ebullición. Ejemplos hay varios en el libro de esta pasión. A mí especialmente me ha gustado la que se considera la primera gran conferencia de Eusebius, el 12 de enero de 1924, que comienza con dos puntos fundamentales que definen su ideario. Por una parte, diserta en defensa de los músicos que muchos aficionados de la época consideran “modernos” como Stravinsky, Schönberg o Bartók y por otra, se centra en dos aspectos de la manera de comprender, de entender y sentir la música: el lado técnico (científico también lo llama) y el lado “que nos indica la idea del compositor, su fin artístico, la manera que tiene de conmovernos, de sugestionarnos, de hacernos sentir lo que él sintió al concebir la obra”. En la conjunción de esos dos mundos, pero sobre todo haciendo hincapié en el segundo, es donde el papel del crítico o del cronista se hace fundamental a la hora de comentar un concierto, un recital o una ópera. 

Este libro nos introduce en una manera de entender y enfrentarse a la crítica musical que creo que está desapareciendo. Es difícil en el mundo de hoy, (y también en el pasado, no nos engañemos) que un cronista mantenga la independencia si depende económicamente de notas al programa, conferencias, reseñas o tiene que seguir la línea marcada por una dirección de un periódico o revista, deudores muchas veces de la publicidad pagada en ese medio por el evento comentado. O ya ni comento cuando no nos guiamos por filias y fobias que se alejan bastante de la ecuanimidad. Somos humanos (a veces bastante soberbios, no viendo nuestras propias limitaciones), y el libro sobre Eusebius nos lo recuerda. Un brindis por él, que seguro que le gustaría.