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Profetas en su tierra

Zaragoza. 15/02/2019. Auditorio de Zaragoza. Obras de Beethoven y Mozart. Javier Perianes, piano. London Philharmonic Orchestra. Dir. musical: Juanjo Mena.

A diferencia de lo sucedido en un pasado más o menos reciente con algunos de nuestros grandes intérpretes -el gran Joaquín Achúcarro, sin ir más lejos, más loado por los programadores fuera que dentro de nuestro país-, la última hornada de músicos españoles está encontrando en casa la debida y lógica acogida ante sus indudables éxitos. Las trayectorias de Javier Perianes (Nerva, 1978) y Juanjo Mena (Vitoria, 1965) son así excelentes ejemplos de la sobresaliente cosecha musical que España viene brindadno en las últimas décadas. Juanjo Mena encaraba esta gira con la London Philharmonic recién llegado de una tanda de conciertos con la Boston Symphony Orchestra, palabras mayores. Está por ver dónde acabarán sus destinos ahora que ha dejado su responsabilidad al frente de la Filarmónica de la BBC, si bien los rumores le sitúan probablemente en Montreal, como sucesor allí de Kent Nagano. En el caso de Perianes, su agenda es apabullante, trabajando además a menudo con nuestras mejores batutas (Gustavo Gimeno, Pablo Heras-Casado, Antonio Méndez...). De San Francisco a Berlín, de Leipzig a Nueva York, imparable Perianes. Sin necesidad de recurrir al aplauso mediático, el onubense está cuajando una de las trayectorias más sólidas y admirables de la actualidad.

El concierto que nos ocupa, en el Auditorio de Zaragoza, el primero de una gira que les lleva después por Barcelon, Valencia, Alicante y Madrid, arrancó con la obertura del Don Giovanni mozartiano, planteando aquí Mena un enfoque más sinfónico que teatral, más brillante que trágico, aunque dejando entrever ya un buen balance entre secciones y una general transparencia en el sonido, por lo general compacto y nítido. La London Philharmonic iba a exhibir, durante toda la velada, sus mejores armas: una cuerda brillante y de ataques firmes, afinadísima; y unas maderas y vientos gratamente coloreados. Diría, sin exagerar, que el mejor sonido que les recuerdo en sus muchas visitas a nuestro país en los últimos años.

El plato fuerte del programa era el Concierto para piano y orquesta no. 4 de Beethoven. Perianes interpretará los cinco conciertos del genio de Bonn durante dos jornadas consecutivas en Madrid, en el ciclo de Ibermúsica. De modo que los conciertos previos de la gira son la excelente y obvia excusa para ir rodando su ejecución. El Beethoven que Mena y Perianes expusieron podría calificarse de apolineo. Fue común en ambos la búsqueda de la belleza, en un tono contemplativo, nunca gratuito, más bien genuino, la belleza como una forma de verdad en el hacer musical y el cultivo de las formas como la mejor via para acceder al fondo. Sonido límpido y acentos plácidos para caminar por una partitura exigente en lo técnico, sí, pero engañosamente aparente en lo expresivo. No es nada fácil sublimar esta música sin caer el fácil rebozo, en la vana apariencia. Y Perianes lo hizo, toco la fibra con su Beethoven, sin recurrir a artificios, de un modo naturalísimo y haciendo de la sencillez su mejor arma. Mena y la London Philharmonic aportaron una enorme dosis de seguridad y confianza en su ejecución, disponiendo así un suelo firme y cómodo para que Perianes recrease con sus manos un Beethoven de muchos quilates.

Como remate a la velada, ya en la segunda parte del programa, la Sinfonía n. 39 de W. A. Mozart, todo un clásico y precisamente por ello todo un reto, pues no es fácil medirse con la avalancha de referencias que se agolpan en la memoria del oyente ante una partitura como esta. Juanjo Mena y la London Philharmonic presentaron aquí un Mozart de aire vívido y no obstante liviano, de texturas amables aunque vibrantes, fraseado con exquisito gusto y elegancia. Y así las cosas, en suma, un concierto exquisito, de los que dejan un grato sabor de boca.