Vladimir Stoyanov portrait

Vladimir Stoyanov, barítono: "Verdi era muy minucioso, no dejaba nada al azar"

Recién terminadas las funciones de Rigoletto en Les Arts, en Valencia, en las que se alternó con Leo Nucci, conversamos con el barítono búlgaro Vladimir Stoyanov, bien conocido en nuestro país por sus frecuentes actuaciones en Bilbao, entre otros escenarios. Recientemente tuvimos ocasión de escucharle cantar un imponente Iago en el Otello de Baden-Baden, junto a Zubin Mehta, y a finales de año volveremos a encontarle en Madrid, en las funciones de Il pirata en el Teatro Real. Sobre sus proyectos y su repertorio, incluyendo su debut como Francesco Foscari en el Festival Verdi de Parma, hablamos aquí en profundidad.

El papel de Rigoletto es uno de los más emblemáticos de todo el repertorio para barítono. Desde su punto de vista, ¿cuáles son los principales escollos y retos que plantea el rol? Creo que lo volverá a interpretar este verano en el Festival de Bregenz, tras estas funciones en Les Arts.

Sí, cantaré de nuevo Rigoletto este verano en el Festival de Bregenz, dentro de una nueva producción. Es siempre un enorme placer volver a cantar este papel, que supone todo un reto y ofrece muchas opciones para un artista. Ciertamente, con Rigoletto Verdi tuvo la habilidad de representar, sin servirse de otra cosa que su música, toda la paleta de pasiones y afectos que atraviesan el alma humana. La tragedia y la comedia coexisten perfectamente en este personaje tan complejo. Desde un punto de vista vocal, la exigencia es enorme porque en realidad nunca puedes adaptar este papel a tu gusto y a tu voz. Las indicaciones en la partitura son tan precisas y detalladas que queda clarísimo lo que Verdi pretendía con este papel, no solo desde un punto de vista musical sino también en el lado dramático. Si Verdi se tomó tanto cuidado en detallar todo esto, los cantantes y directores deben estar a la altura de esa minuciosidad.

Lo más complicado de todo es ser fiel a lo que podríamos llamar "la verdad del personaje". Cuando Verdi escribe legato, lo que requiere un fraseo amplio y un buen control de la respiración, o cuando consigna un pasaje con "pp"... es precisamente eso lo que quiere y no otra cosa. Y eso es todo; hay que ser fiel a lo que está escrito. Verdi no dejaba nada al azar. En España han tenido una de las intérpretes de belcanto más grandes de todos los tiempos, Montserrat Caballé, quien sostuvo siempre un discurso muy claro en este sentido. 

Otra de las dificultades con Rigoletto tiene que ver con la duración del papel. Es un rol largo, estás casi toda la ópera en escena y eso requiere cierta resistencia física. Rigoletto incluye varios dúos, varios monólogos, arias, cuartetos... todo ello intercalado en una sucesión de piezas musicales que no te da apenas tregua. Por algo Rigoletto es considerado algo así como "el rey" de los papeles para barítono.

Regresa ahora a Les Arts, tras varios años de ausencia, pero España es un país muy familiar para usted. Le hemos podido escuchar también en el Teatro Real y sobre todo en la temporada lírica de Bilbao. Supongo que se sentirá ya casi como en casa, entre nosotros.

Regreso a Valencia, sí; es mi segunda vez en Les Arts tras la Lucia di Lammermoor de 2010 en la que canté la parte de Enrico. Estas funciones de Rigoletto han sido un gran éxito de público, que ha agotado las localidades durante varias noches. El público valenciano ha sido muy caluroso conmigo y estoy agradecido por ello. En España me siento muy bien, ciertamente. Me agrada especialmente la sencilla humanidad de la gente de este país. ¡Y enloquezco con la comida española! (risas). España e Italia son dos países con una extensa tradición lírica. A menudo veo aquí gente joven en los teatros, lo que me da esperanzas para el futuro de la ópera; es gente que viene simplemente a disfrutar de la representación, sin otra pretensión que sentir la música. Los artistas tenemos la responsabilidad de dar a conocer este arte a los más jóvenes. La ópera es una parte fundamental de nuestra cultura y no debe quedar a un lado.

 

Recientemente cantó la parte de Iago en las funciones de Otello en el Festival de Baden-Baden, bajo la batuta de Zubin Mehta. ¿Qué supone tener la ocasión de trabajar durante varias semanas con un director de su talla? Y en línea con esto, ¿hasta qué punto es determinante contar con una batuta u otra en el foso?

Tuve ya el honor de trabajar con Zubin Mehta en Florencia, en 2016, precisamente con Rigoletto. Es imposible describir la grandeza de Mehta con unas pocas palabras. Es un músico absolutamente increíble, con un grado de atención detalladísimo a lo que está escrito en la partitura y un acercamiento muy sincero al compositor. Verdaderamente logra transformar la música en algo mágico, con ese gesto tan propio e imprimiendo una atmósfera especial a todo el teatro. Poder cantar Iago en Baden-Baden a su lado fue algo increíble para mí.

Los papeles de Verdi y belcanto han sido el centro de su carrera hasta la fecha, pero también ha interpretado algunos papeles de ópera rusa, como Yeletski en La dama de picas, hace unos meses, en ocasión de su debut en el Covent Garden de Londres. ¿Qué roles y qué repertorio querría explorar de aquí en adelante, en las próximas temporadas? Creo que tendremos ocasión de escucharle de nuevo pronto en Madrid, con Il pirata.

Mi carrera ha girado siempre en torno al belcanto. Y mi técnica, mi manera de concebir el canto, ha crecido alrededor de los papeles verdianos. No obstante sí, he hecho algunas excursiones a otros repertorios, como la ópera rusa. He cantado la parte de Yeletski en La dama de picas en los escenarios del Covent Garden, el Metropolitan de Nueva York y la Ópera de Ámsterdam. También tuve ocasión de cantar la parte de Carlos Gérard en Andrea Chénier, un debut para mí, el año pasado. Sin embargo, en los próximos años no tengo intención de ampliar mi repertorio. Más bien tengo intención de profundizar en los papeles de Verdi que tengo ya en mi agenda, incorporando eso sí papeles como Francesco Foscari y Simon Boccanegra.

Me gusta ahondar en los papeles que ya he cantado. Es bueno obligarse a mejorar, no conformarse con lo que has hecho ya una vez sino volver a hacerlo. Y estudiar, estudiar, estudiar... Es algo que todos deberíamos llevar con nosotros como una obligación, y es una de las grandes lecciones de la música de Verdi: no te quedes con la melodía, ve más allá, indaga en los personajes. 

Respecto a Il pirata en Madrid, sí, cantaré allí en diciembre. La partitura incluye por ejemplo un fantástico dúo entre Imogene y Ernesto, quizá uno de los momentos más hermosos y de esta inspirada partitura de Bellini. Con este compositor la delicadísima línea melódica es algo que debe cuidarse al máximo, buscando siempre la máxima belleza del sonido. No he cantado esta parte de Ernesto en demasiadas ocasiones, pero recuerdo haber vivido un momento increíble cuando tuve ocasión de hacerlo al lado de Mariella Devia, por ejemplo.

Tras el verano, como usted mismo apuntaba ahora, tendrá ocasión de interpretar la parte de Francesco en I due Foscari, en el Festival Verdi de Parma. Se trata de un rol muy particular, lo mismo que ese Simon Boccanegra que mencionaba y que todavía no ha tenido ocasión de debutar.

Exacto, el de Francesco Foscari es un papel muy especial. Y será fantástico poderlo cantar precisamente en Parma, en el Festival Verdi. Me siento muy ligado a esta ciudad y a su tradición lírica. Me siento de veras muy honrado de poder inaugurar la próxima edición del festival debutando el rol de Francesco Foscari. Apenas abrí la partitura de esta ópera sentí algo así como un amor a primera vista. La línea musical es sublime. Vocalmente, por supuesto, es exigente, porque a menudo requiere las notas más agudas de la tesistura de un barítono. Estamos en esos llamados "años de galeras" de Verdi, diez años en los que produjo nada menos que dieciséis óperas...

Simon Boccanegra es un papel que falta en mi repertorio y espero no tardar mucho en tener la oportunidad de cantarlo. De hecho, mi debut con esta parte estuvo prevista hace un tiempo en Montpellier, pero por problemas personales tuve que cancelar esas funciones, algo que lamenté mucho.

Un cantante búlgaro muy conocido, Nicola Ghiuselev, fue su maestro. ¿Podríamos hablar de algo así como una escuela búlgara de canto? Hay una gran tradición de solistas en su país.

Sí, Bulgaría es bien conocida en el mundo de la lírica por cantantes de la talla de Ghena Dimitrova, Boris Christoff, Nikola Ghiuselev, Raina Kabaivanska, Nikolai Ghiaurov, Anna Tomowa-Sintow, Elena Nikolai... y muchos otros. Todos ellos formaron parte de algo que sí, podríamos llamar "escuela búlgara", fundada de algún modo por el barítono Hristo Brumbarov. El hecho de que un único maestro de canto como él diera lugar a tantos talentos, reconocidos en los teatros de todo el mundo, durante un periodo de tiempo tan concreto, es algo bastante inédito y podría invitar a pensar en la existencia de un cierto método de canto búlgaro. Sin embargo, la técnica en nuestro país está basada en la escuela italiana de canto, en la tradición del belcanto, con sus estrictas y sencillas reglas en referencia al uso de la respiración y al empleo de los resonadores, con una correcta resolución del llamado "pasaje" entre registros. Nikola Ghiuselev fue uno de los mejores exponentes de esta escuela y su influencia fue determinante para mí. De hecho, marcó toda mi vida personal y profesional con su carisma, con su elegancia y con su enorme preparación técnica.