Davinia Rodríguez 

Davinia Rodríguez soprano: “Por fin he encontrado mi propia voz y mi repertorio”

Debuta mañana en el Liceo de Barcelona con Simon Boccanegra, al lado de Plácido Domingo con quien compartió también escenario anteriormente en Viena (I due Foscari) y en Valencia (Luisa Fernanada). Nacida en Las Palmas (Moya, 1980), la joven soprano canaria afronta desde hace un par de años un repertorio distinto, con una voz orientada hacia papeles más pesados como la futura Lady Macbeth de Verdi que debutará el próximo otoño, lejos ya por tanto de las coordenadas de soprano lírico ligera en las que arrancó su trayectoria. Con ideas claras y un tono cordial y transparente, Davinia Rodríguez comparte sus impresiones con Platea Magazine, horas antes de su primera noche en el teatro de las Ramblas.

Joven soprano canaria… Suena a tópico y habrá quien piense que sale de la nada, pero creo que son ya muchos años trabajando por hacerse un hueco en la lírica.

Sí, la verdad es que son ya bastantes años en la búsqueda de lo que ahora mismo estoy encontrando, que no es otra cosa que mi propia voz y el repertorio en el que me encuentro más cómoda. Cuando empecé a estudiar, siendo muy jovencita, tenía unos buenos sobreagudos, era mi fuerte y me ubicaron a partir de ahí como soprano lírico-ligera aunque no era ese realmente mi repertorio. Después, al quedarme embarazada, la voz creció y ganó más cuerpo y desde entonces percibo que me siento mejor con un repertorio más lírico.

Creo que se ha formado con algunos grandes nombres como Martina Arroyo, Teresa Berganza, Raina Kabaivanska o Sylvia Sass.

Sí, de todas ellas es Sylvia Sass con quien trabajo como maestra de forma habitual, con quien paso el repertorio, etc. Pero sin duda de todas las citadas he aprendido algo importante, tanto en la técnica como en la parte artística.

Su carrera saltó de Canarias a Italia casi sin pasar por España.

Sí, es en Italia y en América, incluso también en Japón, donde he tenido más oportunidad de cantar. En España también, por supuesto, aunque más lentamente. El primer teatro que me dio la oportunidad fue ABAO, a donde regreso en enero-febrero. Pasé también por el Palau de Les Arts con Luisa Fernanda, junto a Plácido Domingo, Isabel Rey y Celso Albelo. Y ahora llega el Liceo, una ocasión muy especial que espero que sirva para abrir más puertas en España a mi carrera.

Tanto en Valencia como en el Liceo, lo mismo que en Viena, de la mano de Plácido Domingo que se ha convertido en una suerte de padrino para su trayectoria.

Sí, él ha sido quien desde un principio ha confiado en mi talento y en mi voz. De hecho en 2006 recuerdo que hice mi primera audición para él y para Christina Scheppelmann, que entonces era la mano derecha de Plácido en Washington. Ya entonces me indicó que fuese estudiando cosas con más cuerpo, un repertorio menos ligero. Le hice caso, por supuesto, pero la inercia de mi agenda me llevaba a cantar todavía ese repertorio que a día de hoy ya no frecuento. Llegué después a Kabaivanska, me indicó lo mismo que Plácido y desde entonces me convenció y voy abriéndome camino por otro repertorio, afianzando lo que mi voz me pide. De hecho ahora cantando me siento cómoda. Antes como soprano ligero conseguía acabar las funciones, sí, pero cansada, fatigada, notaba que en el fondo algo no terminaba de funcionar como debería. A día de hoy el mero hecho de poder ensayar y cantar con intensidad sin cansarme ya lo dice todo. Por fin he encontrado mi propia voz y mi repertorio.

Parece que aquellos Foscari de Viena fueron el punto de inflexión para todo lo que ha venido después.

Sí, sin duda. De hecho fue el primer título de soprano lírico-dramático que afronté. Fue una experiencia impresionante, aprendí muchísimo y lo veo hoy como un punto de partida extraordinario. Me encontré muy cómoda entonces y la voz ahora está ya más asentada incluso. Fue sin duda un antes y un después a nivel carrera, a nivel mediático, si bien la inflexión en un sentido más personal vino con la Traviata de Bilbao, donde me di cuenta de verdad de que mi voz me pedía otra cosa.

En ese cambio de repertorio el siguiente paso es la Lady Macbeth en el Theater an der Wien de Viena que se anunció hace unos días.

Sí, es un papel que me han propuesto ya en varios teatros desde que hice aquellos Foscari con Domingo, en el mismo teatro. Y he decido dar el paso allí precisamente porque es un contexto muy particular: es un teatro más pequeño y manejable, de magnitudes más reducidas, ideal creo para un primer contacto con un papel así. Llevo ya un tiempo estudiándolo aunque todavía falta mucho para el debut en noviembre. Pero creo que es un papel que conviene interiorizar poco a poco. Lo estoy preparando con Sylvia Sass, que ha sido una grandísima Lady Macbeth, y confió en que funcione bien y traiga buenas cosas.

¿Viene después algún debut más en esa misma senda de la Lady Macbeth?

Quiero ir con mucha cautela. Mi voz está creciendo, pero hay que dosificarse. De hecho después de la Lady voy a hacer Mozart, con la idea de refrescar y relajar la voz. No puedo hacerme cargo de todo las propuestas que llegan, con roles cada vez más pesados. La voz es joven aún y hay que medirse bien, no poner toda la carne en el asador y ver cómo responde mi instrumento. Seguramente tenga sentido debutar algunos papeles y después ponerlos en el cajón para que respiren hasta dentro de un tiempo.

Creo que en Bilbao interpretará a Donna Anna en Don Giovanni.

Sí, exacto. Cuando Cesidio Niño me propuso la Donna Anna, yo le dije que me convenía más a priori la Donna Elvira. Sin embargo, afronté la propuesta como algo que sólo me puede hacer bien, porque Mozart es lo más sano que existe para la voz. Seguramente el resultado sea una Donna Anna un poco distinta de la que estamos acostumbrados a escuchar en la voz de sopranos ligeras. Volver a Mozart es algo que veo como un ejercicio saludable tras la Lady Macbeth de Viena.

Asistimos en los últimos años a toda una hornada de cantantes canarios. ¿A qué puede deberse?

Yo sospecho que tiene que ver en alguna medida con el folclore canario, con esa música que vivimos y llevamos dentro con tanta familiaridad. Desde pequeños vivimos la música con esa proximidad y a eso se suma también el gran ejemplo de Alfredo Kraus, que es una especie de apóstol para todos nosotros. También es cierto que hemos tenido la fortuna, hablo al menos de mi caso en particular, de contar con el apoyo de mucha gente de nuestro propio entorno, a la hora de emprender el camino de salir fuera para estudiar, etc. La carrera del cantante lírico es un sacrifico constante y no es nada fácil si no cuentas con el apoyo de los tuyos.

Parece sin embargo un tanto difícil por ahora ser profeta en su tierra, en su casa.

Me encantaría poder decir que me siento profeta en mi tierra, en Canarias, pero por ahora no es así. Hace un tiempo me hablaron de un contrato para 2018 en un papel que no es protagonista y que quedaba fuera de mi repertorio actual. Trabajar en mi tierra es una espinita que llevo clavada. Agradezco por supuesto las propuestas que han llegado y no se han podido materializar.

Su esposo es el director Riccardo Frizza. No se si eso facilita o complica las cosas de cara a su trayectoria. Habrá quién piense que eso ha pesado más que los méritos propios.

He de decidir que ahora ya no tenemos este problema pero sí lo ha habido. Él tenía una trayectoria más hecha cuando yo empezaba a ser conocida y había quien de algún modo me tachaba como “la mujer de…”. Sí que nos costó un poco quitar ese cliché. Afortunadamente ahora se va disipando a base de trabajo y a base de que me escuchen y vean cómo canto, sea en audiciones o en el teatro. Hay quien se lamenta ahora y me pregunta dónde he estado todo este tiempo: pues apoyando a mi marido, estudiando, trabajando como una hormiguita… y esperando que llegase el momento.

¿Tienen planes para trabajar juntos o es algo que intentan evitar? Hay otros matrimonios de artistas y hay quienes intentan evitar las coincidencias, precisamente para evitar malentendidos.

En nuestros caso no es así: con mi marido es con quien estudio, además de con Sylvia Sass. Y no es fácil, porque con quien tienes tanta confianza no es sencillo encontrar el equilibrio necesario para ser críticos con nuestro trabajo. Pero hemos encontrado ese punto y he de decir que es una persona que conoce mi voz como su propia mano y me da grandísimos consejos. La última vez que trabajamos juntos fue en Dallas, con La Bohéme. También tenemos una hija pequeña y el hecho de poder trabajar juntos es más cómodo y mejor para toda la familia. Al final, está claro que en el escenario voy a estar yo y en el podio va a estar él; y a cada uno nos juzgaran por nuestro trabajo, no por quien sea nuestra pareja.

De cara al futuro, ¿qué papeles le gustaría incorporar, al margen de que haya o no compromisos hablados con algún teatro?

La Leonora de Il trovatore es un papel que siento muy cogido y pegado a mis cuerdas vocales. Creo que tendría mucho sentido tras los Foscari y la Lady Macbeth. Con Verdi me siento muy cómoda, en mi terreno natural digamos. Afortunadamente he mantenido un buen sobreagudo, pero la voz ha crecido y tiene otro centro, y eso es ideal para el belcanto de Verdi.

Mañana debuta en el Liceo, nada menos que en la función que conmemora los 50 años de Plácido Domingo en ese escenario.

Sí, para mí es un honor y un orgullo estar ahí, al lado de grandísimos artistas como Domingo, Furlanetto y Vargas. Llegar hasta aquí es lo que te hace mirar atrás y pensar que todo tiene sentido, que el esfuerzo ha merecido la pena.