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Diana Damrau: "Soy una artista, no una herramienta"

En estos últimos dos meses Diana Damrau ha llevado su Lucia di Lammermoor por media Europa, desde Londres a Essen, pasando por París y Torino. Quedan ya atrás los años en los que la soprano alemana deslumbraba con las prodigiosas agilidades de la Reina de la Noche y Zerbinetta. Desde entonces, Damrau ha desarrollado una inteligente y exitosa carrera desde papeles de coloratura muy ligeros como los citados, hacia roles progresivamente más líricos, siempre manteniendo esa facilidad para las piruetas vocales que hace las delicias de su público. Enamorada de la ópera desde que de niña descubriera por casualidad en la televisión la versión de La Traviata de Zefirelli con Plácido Domingo y Teresa Stratas, ahora es ella misma la que da vida a Violetta. Dentro de dos días podremos verla en el Liceu de Barcelona en un concierto con el bel canto como temática y en un mes en el Teatro Real de Madrid, encarnando a la Elvira de I Puritani, bajo la dirección Evelino Pidò y en una producción de Emilio Sagi.

 

Lucia di Lammermoor es un rol muy presente en su calendario en todo este 2016.

Sí, adoro el rol y realmente creo que este es el momento para cantarlo. Es un papel muy extremo que sólo se puede cantar durante un cierto periodo de tiempo porque la tesitura es bastante alta y además es muy dramático y exigente. Probablemente dentro de unos años tendré que dejar de cantar Lucia, pero ahora lo estoy disfrutando muchísimo.

¿Qué supone para usted el personaje de Lucia?

La primera vez que oí hablar de Lucia, me la describieron como una chica débil, como una víctima. Así es como la gente la ve, pero no es lo que yo pienso. Para mí, Lucia di Lammermoor cuenta una historia muy dramática. Lucia mata a una persona en su locura, una locura a la que ha llegado por las circunstancias del drama. Vive en una sociedad dominada por los hombres, donde las mujeres no tienen valor ni derechos, pero, a pesar de ello, es una mujer muy fuerte y lucha por su amor hasta la muerte. Es una historia trágica y conmovedora, al igual que lo es el personaje de Lucia. En el momento en que ella vuelve, antes de la escena de la locura, habiendo matado a Arturo, ha cambiado, ya no está mentalmente sana. Es un momento conmovedor y Donizetti lo describió con una música gloriosa que nos permite realmente sentir cómo trabaja una mente desordenada. No es una rabieta de una chica que no consigue lo que quiere, es auténtica locura. Interpretarlo es un gran reto, es genial poder hacerlo.

Probablemente tenga que dejar de cantar Lucia di Lammermoor dentro de unos años

Ahora le espera otro rol belcantista y en cierto modo similar a Lucia, la Elvira de I Puritani. ¿Cómo entiende usted este personaje?

La locura de Elvira es diferente si la comparas con la de Lucia, que es una locura real. La música de Bellini es maravillosa, con unas líneas melódicas preciosas, especialmente al principio de su gran escena (O rendetemi la speme, o lasciatemi morir…). Es un momento desgarrador. En medio de todo el movimiento que hay en el escenario, que está lleno de gente, surge una voz de la nada, casi como una oración, y el aria va creciendo hasta acabar con todos esos fuegos artificiales. Es maravilloso. Tengo curiosidad por ver cómo será la puesta en escena de I Puritani. Ya trabajé una vez con Emilio Sagi y su equipo en Linda di Chamounix en Barcelona, estoy segura de que va a ser una producción preciosa y que funcionará muy bien. Sólo he hecho una producción de esta ópera hasta el momento, hace cinco años, y fue muy interesante. El director mostraba cómo Elvira no está realmente loca, sino que simplemente tiene el corazón roto. Es la gente a su alrededor la que la tacha de demente. Muy interesante.

¿Está de acuerdo con esa visión?

Sí, realmente funcionó muy bien. Además es agradable interpretar a una mujer sólo ligeramente loca (risas). Sobre todo si la comparamos con Lucia.

¿Qué punto de vista dará esta vez al personaje?

Todavía no lo sé, porque no tenemos mucho tiempo para los ensayos. Supongo que la producción ya se ha hecho antes en algún sitio así que estará todo bastante atado. Pero en esta ópera hay muchas oportunidades para introducir ideas personales. Me gusta darle un toque de color al personaje cuando tengo oportunidad. Si puedo hacerlo aunque sea durante cinco segundos, soy feliz.

Vocalmente, imagino que resulta cómodo pasar de un papel a otro (de Lucia a Elvira), pues ambos pertenecen a la misma tradición y exigen un uso de la voz similar. ¿Lo siente así?

Sí, absolutamente.

¿Qué diferencias y similitudes hay entre ambos roles?

Ambos están compuestos de forma similar, para las divas del bel canto, que tenían un gran rango vocal y capacidad para las coloraturas. Están compuestos teniendo en cuenta el cuerpo y sus posibilidades, de manera que al principio (cuando aún estás fresco) suele aparecer un aria muy exigente. La primera aria de Lucia, Regnava nel silenzio, tiene muy pocos momentos en los que puedas descansar la voz. Estas primeras arias suelen tener muchas coloraturas, notas altas y todas las dificultades que puedas imaginar. En el caso de Elvira, su primera aria es algo más juguetona, menos dramática. Tiene mucho movimiento, es ligera, más brillante. Después, a medida que avanza el drama, los compositores solían dar a los cantantes más posibilidades de descansar la voz, para poder llegar en condiciones hasta el final. Aún así, en I Puritani, entre la primera aria y la escena de la locura, hay varios dúos y ensembles. Esta es la estructura habitual de este tipo de óperas, pensadas para que el cuerpo pueda aguantar. Tanto en Elvira como en Lucia encontramos todos los recursos vocales implicados: un rango vocal muy extenso, momentos de lirismo junto a otros de estallidos dramáticos… son muy similares. Lucia es quizá algo más dramática que Elvira, que es más lírica. Combinan muy bien.

¿Cómo mantiene en forma su voz? ¿Sigue una rutina de ejercicios específica para el rol que está interpretando en cada momento?

No, nada específico. ¡En realidad para estos roles necesitas prepararlo todo (risas)! Tengo que estar muy bien entrenada y en todos los campos. Es como un decathlon, tienes que estar en forma para todas las disciplinas.

Para cantar roles como Lucia o Elvira no puedes ir a lo específico, ¡necesitas prepararlo todo!

En cuanto a su último disco recital, Fiamma del bel canto, ¿puede considerarse como un resumen del momento actual de su carrera?

En realidad no, no como un resumen. Claro que ahora es el momento de hacer roles de bel canto… como Lucia o Maria Stuarda, que llegará enseguida. Pero la idea que tuvimos el maestro Noseda y yo era la de hacer una bonita grabación de estudio que incluyera estos roles y también otros como La Traviata, que es un papel que tengo en mi calendario ahora mismo. Y ya que La Traviata no es ya bel canto, se nos ocurrió que el disco mostrara la influencia del bel canto, de su escritura y de sus voces en la música posterior. Por eso también incluye, por ejemplo, el aria de Nedda, de Pagliacci.

¿Qué entiende pues, usted, por bel canto?

En primer lugar y como indica su nombre, el canto bello. Bel canto significa cantar de la forma más bella posible. Implica todo aquello que tiene que ver con la voz y lo que se puede hacer con ella. La importancia de la voz y del alma del cantante, que se expresa a través de la música y de las palabras. El bel canto permite que el alma brille, permite mostrar todas las capas de sentimientos. Lo verdaderamente importante en el bel canto es, por supuesto, la voz, más que la orquesta, la instrumentación o la composición en sí. Está escrito para la voz, y eso es maravilloso.

Entiendo el bel canto como cantar de la forma más bella posible. Lo más importante en él es la voz.

¿Sólo hay una forma de cantar, no importa el repertorio, sólo una técnica? O por decirlo de otra manera, ¿es la técnica de bel canto la única técnica?

Es una pregunta interesante… Creo que todo debe cantarse con la técnica del bel canto en mente. El bel canto lo contiene todo, todas las herramientas técnicas que se deben usar para cada problema. Messa di voce, coloraturas, agudos brillantes, agudos pianissimo, notas graves… todo lo que puedas imaginar está implicado en el bel canto. Por lo tanto, incluso aunque cantes Wagner tienes que emplear parte de esta técnica. Así que, ¿es el bel canto la única técnica? ¡Diría que sí! Por supuesto, en Wagner no vas a encontrar muchas coloraturas, así que no necesitarás usar ese recurso, pero sí que necesitarás tener una voz flexible, aportar diferentes colores… Claro que hablamos de voces muy diferentes a la mía. Pero sí, todo debe cantarse de la forma más bella posible y con la mejor técnica.

Hace ya tres años que debutó la Violetta de La Traviata, el título que le hizo amar la ópera cuando era una niña. ¿Fue siempre un objetivo para usted? ¿Cuándo supo que había llegado el momento de enfrentarse a ella?

Cuando empecé a estudiar canto mi profesora ya me dijo: “Algún día cantarás La Traviata”. De hecho en el año 2005 me pidieron cantarla en Frankfurt. Estoy segura de que habría sido capaz de cantarla, tenía todas las notas y el color necesario, pero no era suficiente para mí. Violetta es un rol muy especial. Es una cortesana, una mujer que vive la vida de un hombre (en esos tiempos), hace lo que quiere, es una especie de estrella, a la vez admirada y temida por las otras mujeres. Ella ha decidido sacar el amor de su vida y, entonces, cuando cae enferma, sabiendo que va a morir, se enamora, probablemente por primera vez en su vida. Y después de todas las tribulaciones de la primera aria, decide ir a por ello, en nombre del amor y de Alfredo. Deja de ser egoísta, y mantiene la esperanza a pesar de saber que va a morir. Es una historia maravillosa, profunda, trágica y bellísima. Así que quería estar preparada como ser humano, ser capaz de sentir hasta el último detalle de lo que siente Violetta. Quería ser capaz de interpretarlo, de crecer interiormente un poco más antes de tocar este tesoro. Porque para mí La Traviata es un absoluto tesoro. Por eso esperé hasta que llegó el momento.

Aunque ya no canta tanto Mozart como hace unos años, sí que tiene previsto cantar la Contessa de Las Bodas de Fígaro en La Scala y Munich a finales de este año. Sin embargo, fue con la Susanna con la que primero se acercó a esta ópera. Vocalmente parece una evolución lógica, pero ¿hay alguna otra motivación en este cambio? ¿Le atrae la madurez del personaje?

Bueno, ¡en realidad empecé con Barbarina (risas)! Sí, Las Bodas de Fígaro es una obra maravillosa y creo que encaja ahora que estoy cantando Violetta y este tipo de mujeres más maduras, ya no tengo veinticinco años… Vocalmente, además, me siento absolutamente preparada para cantar la Contessa. Además, yo no creo que la Contessa sea una señora mayor, aburrida y traicionada. Es Rosina, de El Barbero de Sevilla. Es un personaje estupendo, siempre va por delante de todos, ya lo hacía en el Barbero y sigue haciéndolo en Las Bodas de Fígaro. Tiene un carácter muy abierto, traspasa las diferencias sociales, no le importa la nobleza ni la sangre azul. En aquella época una condesa no tenía porqué relacionarse para nada con una criada, pero ella y Susanna se comportan como dos amigas normales. Se ayudan la una a la otra con sus problemas amorosos, luchan juntas, hombro con hombro. Es un personaje precioso, también de mucho carácter, a pesar de todos sus lamentos. Sigue luchando igual que Rosina… “Ma se mi toccano dov’è il mio debole, sarò una vipera…” (risas). Sigue siendo Rosina, y eso es genial.

¿Volvería a cantar Susanna si se la pidieran o ya no le interesa?

No lo sé… Claro que todavía podría hacerlo, pero la Contessa es ahora el nuevo reto. Sigo adelante.

Todo ha de cantarse con el bel canto en mente.

En la misma línea, ¿cuáles fueron los motivos que le hicieron abandonar roles como la Reina de la Noche o Zerbinetta?

Al igual que Lucia, la Reina de la Noche es un rol que sólo puedes cantar por un determinado periodo de tiempo, es un rol extremadamente exigente, muy “deportivo”, lo cual cuando eres joven y flexible es maravilloso. Además, en este tipo de roles, también en la Zerbinetta, lo más importante son las notas agudas. Y, con el tiempo, el repertorio cambia un poco, hacia roles más exigentes en otro sentido, más dramáticos, que requieren mayor presencia en el escenario, en los que cantas durante mucho más tiempo. Hay que encontrar un equilibrio en el calendario para poder hacerlo, así que dejas atrás los roles más “deportivos” para protegerte a ti misma.

En sus interpretaciones se observa que hay un gran trabajo de preparación, no sólo en lo vocal sino también en lo dramático. ¿Cómo prepara un nuevo rol, cuál es el proceso?

En primer lugar necesito conocer el drama completo, la conexión entre todos los personajes, la música y el idioma, por supuesto. Tengo que traducirlo todo para entender cada palabra que dice cada personaje y así poder actuar de forma natural. Ese sería el primer paso. Después, cantar el rol al piano para mí, para descubrir cómo quiero enfocarlo musicalmente y para ver cómo encaja en mi voz. A continuación viene el trabajo con mi “coach”, con el director de escena y con el maestro ya sobre el escenario. Y así termina el proceso de creación.

Sus interpretaciones son además muy personales, ¿cómo trabaja con los directores de escena? ¿Suele hacer sugerencias?

¡Por supuesto! A veces depende del director de escena. A algunos les gusta que lo hagas, que ofrezcas nuevas ideas y que todo se desarrolle alrededor de ello. Hay otros directores que tienen una visión más clara de cómo quieren que sea todo, que tienen una idea diferente o que intentan darle la vuelta al drama. Entonces tienes que hablar con ellos para entenderlo y trasladarlo a tu voz, tu cabeza y tu cuerpo y crear algo en conjunto. Cada vez es especial, nadie trabaja de la misma forma. Hay veces que la producción ya se ha hecho en otra parte o que la idea fue aceptada por el teatro hace tres años y entonces no hay mucho que puedas cambiar. Pero siempre puedes trabajar sobre esa base y encontrar inspiración. Siempre tienes que crear el personaje y adaptarte a la idea. Me gusta trabajar, soy una artista, no una herramienta del director. Trabajamos juntos.

Mantiene también sus citas con el lied, este año tiene varios recitales programados, además de una gira con las Cuatro Últimas Canciones de Strauss junto a Kirill Petrenko y la Bayerische Staatsorchester. ¿Qué le aporta personal y vocalmente este repertorio?

El lied es un cofre del tesoro. No sólo el lied alemán, que es el más conocido y apreciado. Hay muchos países que tienen una tradición de lied: Rusia con sus melodías, Francia y la melodie francesa, las ariette italianas, etc. Es maravilloso, hay muchísimo por explorar. Cuando juntas todas estas pequeñas gemas en un mismo programa puedes hacer un viaje precioso, incluso crear una historia hilando varias canciones o elegir una idea y desarrollarla a través de diferentes estilos. Se pueden mezclar estilos e idiomas. Es algo precioso, te sientes muy cercana al público, puedes hablar directamente desde el alma y dar a la música el espacio que necesita. Es una de las cosas que más me gusta hacer.

¿Tiene prevista alguna nueva grabación en la línea de los lieder de Strauss y Liszt que grabara hace unos años?

Sí, aparecerán nuevas grabaciones de lied. Voy a hacer una grabación de piezas de Richard Strauss en la que la primera parte consistirá en las Cuatro Últimas Canciones, que grabaremos durante la gira con Kirill Petrenko y la Bayerische Staatsorchester. El resto del álbum estará compuesto por canciones de Strauss acompañadas al piano. Además tengo un bonito proyecto de lieder de Wolf y varias ideas con arpa… ¡Pero es muy difícil decidirse (risas)! Siempre me falta tiempo.

Grabararé las Cuatro últimas canciones de Strauss junto a Kirill Petrenko.

¿Cómo describiría el momento vocal en que se encuentra?

Ahora mismo tengo cuarenta y pocos, es una edad difícil para una soprano. Tengo que preocuparme de que mi cuerpo siga en forma. Sé lo que hago e intento disfrutar del momento, mi voz y mi cuerpo están reaccionando como yo quería. Cantar roles como Lucia, Puritani, La Traviata, o Romeo et Juliette es muy emocionante tanto musical como dramáticamente.

¿Hacia dónde cree que la llevará su voz en el futuro?

¡No lo sé (risas)! Bueno, hago todo lo posible para no perder las coloraturas y las notas altas antes de tiempo, algo que pasaría si cantara un repertorio demasiado dramático. Intento mantener esta situación, pero quién sabe qué pasará en cinco años. Debo escuchar lo que dice mi voz, hacia dónde quiere ir. Son edades en que el cuerpo cambia, podría pasar que perdiera tres notas en el agudo y tuviera que cambiar mi repertorio. Pero realmente no sé lo que va a pasar. Intento escuchar, sentir y reaccionar a mi voz. La voz es el cuerpo y el cuerpo es la voz, nunca debemos olvidarlo. Un violín siempre será un violín… ¡O quizá me convierta en una viola, no lo sé (risas)!

Finalmente, aunque ya hemos adelantado algo, ¿podría resumirnos sus próximos compromisos más importantes?

En realidad todo lo que estoy haciendo es importante. Es parte de este momento, que es intenso pero maravilloso. Tengo muchas ganas de hacer los Puritani de Madrid. También tengo en las Chorégies d’Orange la retransmisión por televisión de La Traviata, sólo dos funciones, será algo muy importante… espero que no haya mucho viento (risas). También estoy muy emocionada con mi debut como Juliette en Romeo et Juliette en el Metropolitan, donde también voy a hacer I Puritani. Estoy muy contenta con todo lo que está por venir. Por supuesto también la Contessa, es un paso muy importante en el repertorio mozartiano. Mi profesora siempre decía: “Cuando algo es difícil, no digas que es difícil, di que es interesante”. Tengo muchos retos por delante, ¡muy interesantes (risas)!