© Timofey Kolesnikov

 Asmik Grigorian: "El control de la voz supone un largo viaje"

Desde su irrupción en los escenarios internacionales, hace unos diez años, la soprano lituana Asmik Grigorian se ha revelado como una de las grandes sensaciones del panorama operístico. Su capacidad camaleónica para encarnar los personajes más complejos y diversos de la literatura operística, siempre desde una inteligencia superlativa tanto en el aspecto vocal como interpretativo, la ha convertido en una de las cantantes más aclamadas y fascinantes de los últimos tiempos.

En plena canícula barcelonesa, unas horas antes del inicio de una de las funciones de Rusalka, Asmik Grigorian nos recibe en su camerino del Gran Teatre del Liceu. Antes de empezar la entrevista surge el nombre de su padre, el tenor Gegam Grigorian, que actuó en diversas ocasiones en Barcelona, principalmente durante los años de exilio en el Teatro Victoria tras el incendio del teatro. “Yo era aún una niña, pero aún mantengo el recuerdo de la tristeza de mi padre al enterarse del desastre. Le encantaba venir a Barcelona y eso hace que también lo sea para mí”. En el camerino solo se aprecian los objetos esenciales, apenas la partitura y un botellín de agua, lo cual deriva la conversación hacia las rutinas y supersticiones de los cantantes los días de función.

"En absoluto soy supersticiosa -confiesa-, pero sí una persona muy espiritual, aunque no en un sentido religioso. Soy muy sensitiva y en algunas ocasiones enciendo una vela si siento que lo necesito. En general los días de función son días perdidos. Trato de dormir lo más que puedo y descansar. Pero al mismo tiempo, llevo ya veinte años de carrera cantando sin parar, un día tras otro, así que procuro no darle especial importancia a los días de función y hacer, dentro de lo posible, una vida normal. De lo contrario, no tendría tiempo para vivir. También depende del espectáculo. Algunos requieren más concentración que otros. Evidentemente no me voy a la playa tomar el sol dos horas porque eso afecta a la voz, pero trato de hacer vida normal hasta donde puedo", apunta. 

Lleva veinte años de carrera, pero ha pasado toda su vida en los teatros ya que sus padres eran cantantes.

Si, desde que nací estoy en el teatro. He crecido en los teatros de ópera del mundo. Supongo que en gran parte eso marcó mi vocación porque no he conocido otra cosa. A los cinco años ya ingresé en una escuela de arte y música. La verdad es que se me hace difícil concebir otra vida. También tuve mi momento de rebeldía durante la adolescencia y no quería saber nada de todo aquello, pero no cabe duda de que la vida y profesión de mis padres me marcó.

¿Fue con ellos con quien tomó sus primeras clases?

Sí, las primeras clases fueron con mi padre cuando yo tenía 17 años y luego ya entré en el Conservatorio donde daba clases con mi madre. Ella fue mi primera maestra. Más tarde busqué otros referentes porque, aunque lógicamente mis padres eran mis ídolos, sentía la necesidad de ayudas externas. De todos modos seguí trabajando aspectos técnicos con mi padre hasta que murió en 2016. Y a partir de aquel momento empecé a hacerlo con Karl-Magnus Fredrikson, un barítono sueco con el que sigo trabajando hoy en día.

Una de las características que más llaman la atención al escucharla es la extraordinaria naturalidad en su emisión de la voz. ¿Es algo que aprendió de sus padres?

Sí, la escuela de mis padres se basaba precisamente en una emisión natural y en la belleza del sonido. Creo que es una manera de cantar, un tipo de sonido, que se escucha cada vez menos. Mi madre tiene ahora setenta y siete años y si ahora le pusiera una grabación suya actual suya no se lo creería. La voz suena más joven que muchos cantantes actuales de treinta años. El objetivo es siempre que la voz suene libre, sin esfuerzo y con un sonido hermoso. También debes saber emitir colores feos si es lo que quieres en un momento dado, pero siempre manteniendo el control. Pero claro, llegar a ese control de tu voz es un largo viaje y requiere mucho trabajo. Cuando me dicen que mi voz suena fácil siempre recuerdo una frase que decía mi padre: "Si quieres que el público esté relajado y disfrute tienes que trabajar duro, porque si no lo haces los que tendrán trabajo serán ellos".

Últimamente estoy interesada en la técnica vocal de otros géneros musicales, escuchando a grandes cantantes como Withney Houston y trabajando con un coach. Abordar estos distintos géneros también te aporta recursos expresivos y te ayuda a encontrar nuevos sonidos y colores. En definitiva, me ayuda a mejorar mi técnica vocal y, una vez más, a cantar con la máxima naturalidad y claridad. Evidentemente se trata de técnicas distintas y en algunos casos podríamos decir que prohibidas para el repertorio operístico, pero creo que todo se puede utilizar. Siempre, una vez más, que mantengas en todo momento el control del sonido y sepas lo que quieres hacer y con qué objetivo.

A veces me encuentro a jóvenes cantantes, estudiantes, que parece que canten con una patata en la boca y no son capaces de emitir una simple vocal de manera natural. La técnica operística es la que es porque cantamos en teatros grandes sin micrófono y la voz se debe oír, pero eso no significa que la emisión tenga que ser artificial. La gente joven escucha más música pop precisamente porque el sonido de la voz le es más cercano. Creo que en la ópera debemos buscar esa misma cercanía y capacidad de comunicación en la medida de lo posible.

De hecho no hace mucho, en un recital en la Ópera de Viena, incluyó piezas de musical y canciones de estrellas del pop como Lady Gaga.

Bueno, la historia de este proyecto es curiosa. En un principio habíamos reservado fecha para un recital digamos convencional en la Ópera de Viena, pero poco a poco fue creciendo la idea de este espectáculo que acabamos titulando A Diva is Born. La gente en principio había comprado las entradas para un recital tradicional, pero se encontró con otra cosa. Si le digo la verdad, acabó siendo uno de las noches más bonitas de mi vida porque el público se mostró muy abierto y receptivo. Un programa de este tipo siempre es peligroso y puede salir o muy bien o terriblemente mal, pero la gente entendió que todo pretendía ser divertido e irónico, como el mismo título del recital. 

Lo interesante es que no se trata del típico popurrí, sino que pretendo explicar una historia, mi historia, en un tono de comedia. Una cosa que no deja de sorprenderme es que, haga comedia o drama, el público siempre acaba llorando. ¡Parece que tengo la cualidad de hacer llorar al espectador inevitablemente! Claro, hay mucho de mí en este espectáculo, cuento cosas que me han pasado. Por cierto, también hablo de los críticos. Debo decir que hoy en día me siento respetada y halagada por su trato, pero al principio de mi carrera también recibí muchos palos. Todo eso lo integro en una historia a través de ejercicios vocales, arias de ópera, números de musical y canciones de música pop.

Tras el buen recibimiento en Viena hemos ido desarrollando la idea que ya repetimos en Lituania, en ese caso en un gran escenario al aire libre con proyecciones, y volveremos a hacerlo este verano en el Festival de Salzburgo y también lo traeré al Liceu dentro de un par de años. 

Volvamos a los inicios de su carrera. Si no ando equivocado su debut fue en una producción dirigida ni más ni menos que por Jonathan Miller.

Si, mi debut profesional fue en una producción de Jonathan Miller de Don Giovanni en Noruega en la que yo interpretaba Donna Anna. Lo gracioso es que, poco después, contrataron a Jonathan para dirigir el año siguiente La traviata en Vilnius y, cuando le preguntaron por el cast les dijo que había una joven cantante lituana que sería perfecta para Violetta. O sea que gracias a él pude debutar en mi país.

Ese debut de la mano de un grande del teatro me lleva a preguntarle por sus dotes teatrales, unánimemente reconocidas. ¿Se definiría como una actriz-cantante?

Nací en el contexto de la Regieoper y seguramente por eso nunca he visto la ópera desde una perspectiva solo del canto, sino como un todo. No puedo decir que sea una actriz en el sentido literal, porque es una profesión distinta que nunca he estudiado y a la que nunca me he dedicado. Nunca he hecho teatro hablado, aunque hace algunos años participé en una película. No se si sería una buena actriz de teatro porque es un lenguaje completamente distinto. Creo que una de mis virtudes para la ópera es que mi cuerpo es muy musical, siento la música de manera muy física y cuando leo un texto tengo la capacidad de captar el centro neurálgico del asunto, qué es lo que realmente el autor quiere explicar. Y si cuento con un director de escena que me ayuda a modelar el personaje, a entenderlo, puedo usar el texto y la música para construirlo. Lo más bonito llega cuando puedo expresar todo eso que quiero transmitir a través de la técnica vocal. Más que buena cantante o buena actriz, creo que tengo la capacidad de combinar los dos ámbitos. Me apoyo en la parte teatral para que me ayude en el canto y actuo a través de la música para crear una unidad de todo ello. Si solo hiciese conciertos echaría mucho de menos el escenario. Necesito esa parte física de la actuación.

asmik_grigorian_c_timofey_kolesnikov_4.JPG

Parece sentirse interesada en caracteres especialmente complejos. ¿En su elección de papeles pesa más el elemento dramático o el aspecto vocal?

Es una pregunta interesante. No es que busque personajes complejos porque de hecho creo que no existe en el planeta un carácter o una persona que no sea compleja y de la que no se pueda aprender algo. Al principio de la carrera no puedes escoger, te proponen lo que te proponen, lo aceptas y debes estar agradecida. Pero el negocio de la ópera es complicado. A veces deseas hacer una cosa y la planeas a cinco o seis años vista, pero cuando llega el momento quizás ya no te apetece. Respondiendo a su pregunta, le diría que a la hora de escoger un papel principalmente me guío por si me gusta la música o no. Como le he dicho, desde un punto de vista dramático siempre puedo encontrar elementos interesantes en cualquier personaje. Por otro lado, desde un punto de vista vocal tienes unos límites. Ahora mismo no podría cantar la Reina de la noche ni aunque me lo propusiera. Quizás si dedicara un año entero solo a preparar ese papel…

Poseo una voz con una amplitud que me permite abordar un amplio rango de papeles y estoy de acuerdo con quien dijo que el peor pecado que uno puede cometer en la vida es no utilizar y desarrollar todo tu potencial. Por eso me atraen los papeles que suponen un reto, aunque cada vez que empiezo a trabajarlos pienso que no seré capaz de interpretarlos. Como he dicho, que me atraiga la música es clave para aceptar el personaje, pero siempre hay excepciones. Por ejemplo, cuando la Ópera de Colonia me propuso interpretar por primera vez Marie, del Wozzeck de Alban Berg, escuché la obra y pensé "¡Bufff! no me gusta". Pero luego seguí escuchándola una y otra vez y, una vez la entiendes, descubres las maravillas que esconde. Tanto es así que acabaría siendo el primer rol operístico que canté en el Festival de Salzburgo.

¿Hasta que punto cree que ha influido en su carrera ese debut en Salzburgo y todo lo que ha hecho después en ese festival?

A veces creo que la gente piensa que mi carrera empezó cuando debuté en Salzburgo, pero en ese momento yo ya llevaba más de diez años de carrera. Creo que lo que me ha aportado mi trayectoria en Salzburgo es libertad, la posibilidad de escoger los papeles que interpreto. Pero, por otro lado, implica también una enorme responsabilidad artística para con el público. A veces una no está en las mejores condiciones,debe cancelar y eso decepciona a gente que ha pagado una entrada, Al final, la libertad siempre acaba conllevando responsabilidad.

Antes de convertirse, y permítame la boutade, en la reina de Salzburgo estuvo muchos años curtiéndose en la Ópera de Vilnius, donde cantó un enorme repertorio.

No exactamente en la Ópera de Vilnius. En 2006 una directora y buena amiga mía apostó por el talento joven nacional y empezó a programar óperas en el Auditorio de Vilnius. Yo tenía veinticinco años y ahí empecé a cantar regularmente. En poco tiempo llegué a cantar hasta setenta funciones de La bohéme, como Mimì y como Musetta y participé en hasta quince producciones. El éxito de la compañía hizo que al final se convirtiera en la Vilnius City Opera de la que actualmente formo parte, como miembro de su junta directiva. Pero también canté muchísimo en Riga durante esos años. 

Y luego en el Teatro Mariinski de San Petesburgo.

Pero no canté demasiado en el Mariinski, solo unas pocas producciones. Obviamente fue especial para mí, porque mi padre había cantado allí y por la figura de Valery Gergiev, a quien considero un genio y con quien me hubiese gustado trabajar más para aprender a su lado.

Hablemos de papeles que han marcado su carrera. ¿Está de acuerdo en qué Rusalka y Salome serían los más significativos?

Incluiría muchos otros, especialmente Madama Butterfly. Obviamente Salome supuso un gran impacto internacional por la dimensión que tiene en Festival de Salzburgo y Rusalka es un papel que amo profundamente.

Sin duda debe amarlo para obligarse a aprender checo y, en el caso de la producción de Christoph Loy, a bailar con puntas sin una formación previa como bailarina.

A veces me pregunto porque me hago eso a mí misma pudiendo cantar tantos otros papeles (risas). Pero tengo la necesidad de sentir que estoy creciendo permanentemente tanto personal como profesionalmente. Cada día me propongo superar mis límites y no podría vivir de otro modo. A veces es agotador y a menudo frustrante, pero no puedo evitar ser como soy. En cuanto a Rusalka, no sé por qué pero me siento muy cercana al personaje. Quizás haya sido Rusalka en otra vida o por ese elemento espiritual que comentaba al principio, pero mi alma está de un modo u otro conectada con ese personaje.

Salome es una cosa muy distinta, obviamente. Una vez más, cuando empecé a trabajarlo pensé que sería incapaz de cantar ese rol, pero debo decir que no me resulta especialmente difícil desde un punto de vista vocal pese a que la orquesta es enorme. Me atraen estos personajes adolescentes, con un punto infantil, creo que soy capaz de entender y transmitir los problemas psicológicos de esas mujeres jóvenes. En cambio, me cuesta más interpretar mujeres digamos más maduras como Lady Macbeth o reinas como Elisabetta di Valois.

Recientemente ha incorporado un papel muy distinto y emblemático como Norma ¿Cómo ha ido la experiencia?

Estoy absolutamente enamorada de Norma. Es un papel en el que quiero profundizar y pulir durante los próximos años porque es uno de los personajes más bellos y uno de los retos más exigentes que nunca he tenido.

Otro reto debió ser interpretar a Lady Macbeth.

Cuando debuté Lady Macbeth mi obsesión era enfocar el rol correctamente desde un punto de vista técnico para desarrollar el personaje dramáticamente. Tanto es así que algunos me criticaron por tener la voz ¡demasiado bonita! Ya sabe, porque un día Verdi parece ser que dijo… A veces el público ve a un cantante gritando y cree que eso es actuar bien, y no lo es. Pero ahora que cantaré de nuevo Macbeth y ya domino el papel podré añadir nuevos sonidos más feos y agresivos sabiendo por qué lo hago. Lo que pretendo es mostrar también el lado humano de esa mujer, porque lo tiene. No creo en la maldad o la bondad pura. En todos se dan las dos partes y, si no fuese así, sería muy aburrido. Todos tenemos algo de Salome, de Rusalka, de Macbeth. Además, si plantease el papel como un demonio no lo estaría interpretando, lo estaría analizando desde fuera.

Otro papel verdiano que interpretará en breve es Desdemona en la inauguración de la próxima temporada en el Teatro Real. Será muy interesante ver como aborda un personaje que a veces a tendido a interpretarse como un tanto pasivo.

Solo canté Otello una vez hace años, fue uno de los títulos que interpreté en el Teatro Mariinski. No sé como será la producción de Madrid, pero no veo a Desdemona como un personaje pasivo en absoluto. Al contrario, una mujer que da muchas muestras de una gran fuerza interior. Siento mucha curiosidad por volver a cantar este papel tan lírico, quizás más que la mayoría de mi repertorio, pero al fin y al cabo se trata de Verdi y su escritura requiere un buen centro. Creo que se pueden hacer muchas cosas interesantes con ese papel y la música es maravillosa

¿Habrá más Verdi en su agenda en un futuro próximo?

Sí, tengo previsto debutar Aida en breve. Quizás, dentro de unos años, me gustaría cantar Nabucco, pero aún no lo tengo planeado y mi agenda está repleta hasta 2031. Otro título que me interesaría hacer es La forza del destino. Durante los primeros años de mi carrera canté Il trovatore y también La traviata. ¿Sabe una cosa? Me gustaría poder volver a Violetta una vez más, mientras mi voz aún mantenga los agudos. Fue mi segunda producción profesional y la canté un montón de veces y nunca quedé satisfecha. Finalmente decidí abandonarlo porque no me sentía cómoda. Aunque lo veo difícil, me encantaría tener la oportunidad de volver a cantarlo. Ahora parece que solo se aceptan voces ligeras para interpretar a Violetta, cuando es un personaje dramático que, eso sí, requiere coloratura solo en la primera aria. Solo hay que escuchar a Callas.

Es un tanto sorprendente que haya cantado un papel como Turandot antes que Tosca ¿Tiene planeado incorporar ese título a su repertorio?

Si, tengo previsto hacerlo pronto. En este negocio a veces las cosas se dan así. Nunca me propusieron cantar Liú y en cambio surgió la propuesta de Turandot y no tuve dudas. A veces el papel se interpreta muy dramática, gritando como si no hubiese un mañana y es absurdo porque, en definitiva, Turandot es una niña estúpida y consentida. Mi voz tiene metal y el papel, en general, se mueve en un registro muy agudo que facilita superar la orquesta. No es como los grades papeles wagnerianos en los que hay una enorme orquesta y estás cantando constantemente en el centro. Eso te obliga a forzar la voz y es extremamente peligroso.

Pues acabemos con Wagner…

Irá llegando. No me considero una especialista wagneriana, pero irá llegando. Estos días en Barcelona Piotr Beczala está tratando de convencerme para que cantemos juntos Lohengrin. Lo que sí es seguro es que el próximo papel wagneriano que cantar, y será pronto, es Isolda.

La entrevista está disponible en nuestra última edición impresa. Suscríbete aquí. 

asmik_grigorian_c_timofey_kolesnikov_5.JPG

Fotos: © Timofey Kolesnikov