bernard seve instrumento musical

Contra el olvido del instrumento

El instrumento. Un estudio filosófico. Bernard Sève. Acantilado. Barcelona, marzo 2018.

Como sí sucede con otros lenguajes, en nuestro ámbito no abundan estudios rigurosos que pongan el foco sobre la música, realizados por autores que no pertenezcan al mundo musical. Suficiente para dar la bienvenida a este ejercicio intelectualmente audaz, más narrativo que sistemático sin dejar de aspirar a la exhaustividad, todo un reto si pensamos en la inabordable pluralidad empírica del objeto de estudio: “una verdadera cartografía sonora del imaginario humano” (p. 52). Para afrontarlo se traza una trayectoria metodológica –y restringida en general al instrumento acústico– que va de la invención del instrumento a la ontología de la obra musical, sin olvidar que implica una doble invención técnica y aisthésica, definido como “una máquina artificial que permite transformar la energía producida por el cuerpo de la que persona que lo toca en sonidos considerados musicales por la cultura en cuyo seno es utilizado” (p. 213). Bernard Sève parte de premisas sobre las que vuelve una y otra vez: la primacía del instrumento sobre la voz, la condición organológica de la música o el rechazo a los instrumentos que rastrea en la tradición, prejuicio que continúa y que aunque no dice, bastaría una ojeada a la introducción de Musica enchiriadis (s. IX) para rebatir, donde se afirma que en un organum las voces pueden ser “dobladas o reemplazadas” por instrumentos.

La obra se divide en tres partes: un punto de partida (“del instrumento a la música”), una detención (“de lo sensible a la escritura”) y una culminación (“del instrumento a la obra”) que nos conduce a una reivindicación del vivo sobre la grabación en base a una ontología cruzada de instrumento y obra, porque “la música debe asumir la fragilidad de lo vivo” (p. 418). En definitiva el ensayo condensa su proyecto de pensar la música como algo que emana del instrumento y no como enemiga de él, porque el instrumento no es simple mediación sino condición ontológica de la música (p. 138). El concepto dialógico de “presentación del instrumento” que explora en compositores (Bach, Berio) y teóricos (clásicos como Rousseau y actuales como Laliberté, Cadoz o Stiegler) es el que le permite elaborar sus tesis y desde el instrumento como pivote, bascular hacia cuestiones como la notación, la interpretación o la instrumentación y la orquestación, mediante el concepto de “afinidad organológica” (p. 308).        

Didáctico, con una eficaz traducción en materia terminológica y acompañado de tres índices (onomástico, analítico y de instrumentos), el volumen será útil como punto de encuentro entre intérpretes y humanistas, pero también para musicólogos, compositores y pedagogos que quieran pensar en toda su amplitud la ambigüedad que supone interpretar una obra tocando un instrumento en una “interrelación compleja de los sentidos” (p. 83) gracias al cual la música, que es un proceso, adquiere dimensión objetiva. Porque aprender a tocar un instrumento “implica descubrir en su cuerpo físico, su cuerpo musical” (p. 93). Su mirada de extrañeza sobre algo tan cotidiano para un intérprete genera algunos hallazgos interesantes. Precisamente es en los excursos a los capítulos (en particular el añadido al tercer capítulo de la primera parte, “la condición organológica de la música”, p. 118 y ss.) que por desgracia no se consignan en el índice, donde encontramos los pasajes más sugestivos del libro.  

Sève tiene una sólida formación filosófica cuyos ejes arraigan en los orígenes de la modernidad y paralelamente ha desarrollado una línea de investigación centrada en la música que ha dado fruto a publicaciones de enjundia anteriores a esta aún sin traducir, como L’Altération musicale (2002). El instrumento musical constituye pues una entrada brillante de Sève en nuestro entorno bibliográfico, capaz tanto de enriquecer debates pendientes en el campo de la filosofía de la música como de contribuir a la madurez de la recepción musical en nuestras sociedades, hoy dominadas por la pereza intelectual y estética.

Foto: Acantilado.