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Praga: Festival Zemlinksy 150

Sobre las tres jornadas del Festival Zemlinsky 150, organizado por Musica non grata en Praga.

El proyecto Musica non grata nace de la iniciativa de la Narodni Divadlo de Praga, organismo que engloba los dos teatros de ópera principales de la capital checa, en asociación con la Embajada de la República Federal de Alemania en la República Checa. 

La idea es la de reivindicar y poner en primera linea el patrimonio musical que floreció en Praga, entre los años 1910 y 1930, periodo clave de gran riqueza cultural en la ciudad, y años que englobaron la I Guerra Mundial y fueron los previos a la II Guerra Mundial. La Capital checa vivió un riquísimo cruce de vivencias, sociales, políticas y culturales, como ciudad geográficamente situada en medio de una Europa que no volvería a ser nunca la misma.

El proyecto de Musica non grata se centra en artistas checos o alemanes relacionados con la música y de ascendencia judía, debido a la importante población semita que residía en la ciudad del Moldava. Las consecuencias históricas que sufrieron en un periodo de odio europeo antisemita exacerbado, que acabó con la vida de muchos músicos judíos en campos de concentrración, sino asesinados u obligados a emigrar lejos para poder salvar su vida, dan como resultado un periodo histórico fascinante que ofrece un listado de compositores ignorados u olvidados a reivindicar.

Además de este grupo de artistas judios silenciados por el Régimen Nazi, Musica non grata contrapone la obra de estos compositores con nombres fundamentales del s.XX como Igor Stravinsky, Alban Berg o Arnold Schönberg quienes sufrieron en sus obras la etiqueta de “Entartete Musik”, “música degenerada”, prohibida y estigmatizada políticamente por el partido Nazi. La idea es demostrar cómo el valor musical está por encima del uso propagandístico y censura política que sufrieron estos artistas y sus obras y poner en evidencia lo absurdo de estigmatizar el arte con ideas como la pureza racial.

Entre estos compositores se ha querido destacar este año como protagonista la figura de Anton von Zemlinsky, por la celebración del 150º aniversario de su nacimiento en Viena en 1872.

Zemlinksy fue titular y director artístico y musical del Nuevo Teatro Alemán, actual Teatro Statni de Praga, entre los años 1911 y 1927, años donde acrecentó su fama de director musical de óperas y tuvo una prolífica obra compositiva. Admirado por Mahler, fue primero maestro y más tarde amigo y cuñado de Arnold Schönberg, debido a la boda de su hermana con el compositor alemán en 1901. Zemlinsky fue también profesor de Erich W. Kornold y su influencia en el círculo musical-artístico de centroeuropa fue más que notable.

En las tres jornadas del Festival Zemlinsky 150 se dieron cinco conciertos, dos conferencias y el estreno mundial de una pieza rescatada del olvido.

I jornada: música de cámara con obras de Brahms, Berg y Zemlinsky

El clarinete como protagonista 

Praga 08/10/21. Museo checo de la música. Trio de clarinete, chelo y piano en la menor, op. 114 de J. Brahms. Cuatro piezas para Clarinete y piano, op. 5 de A. Berg. Trio para clarinete, chelo y piano en re menor op. 3 de A. Von Zemlinsky. Karl-Heinz Steffens & Friends. K.H. Steffens, clarinete. C. Bohórquez, chelo. M. Friendlander, piano.

El Recital de música de cámara inaugural de este Festival Zemlinksy contrapuso una obra de madurez de Brahms, con la obra de cámara seguramente más conocida de Zemlinsky. Brahms compuso su Trio en 1891, la primera de sus cuatro obras camerísticas dedicadas al clarinete. La distancia estilística del romanticismo de Brahms no fue tan acusada con la obra de Zemlinsky, op. 3, pues al ser de su periodo de juventud y compuesta en 1890, todavía muestra la influencia del gran Brahms. Zemlinsky compuso su trio para un concurso musical de cámara para obras que tuvieran al menos un instrumento de viento, él eligió el clarinete y la coincidencia es que Brahms formó parte del jurado con el que ganó el tercer premio de dicho concurso. 

Karl-Heinz Steffens, director musical de la Statní Opera y miembro de Musica non grata, ofreció su arte como clarinetista con especial implicación en la obra de Zemlinksy. Fraseo y poética conectaron las obras de Johannes y Alexander con una dulzura interpretativa tanto de Bohórquez al chelo como de Michal Friendlander al piano. Destacó el maravilloso Andante del Trio op. 3.

Sirvió de “bocadillo” entre Brahms y Zemlinsky las Cuatro piezas para Clarinete y piano. Op. 5 de A. Berg, un compositor que no escapó a la influencia de Zemlinksy, como se puede apreciar sobremanera en su Suite Lírica. Zemlinsky por su parte dirigió extractos del Wozzeck de Berg en 1925 en el Festival de la Sociedad Internacional de Musica Contemporanea. La libertad formal y atonal de la obra de Berg fue un estimulante contrapunto musical a las obras de Brahms y Zemlinsky.

II jornada: música sinfónica, de cámara y vocal con obras de Berg, Schönberg y Zemlinsky

Zemlinksy y la Segunda Escuela de Viena

Praga 09/10/21. Statni Opera. A. Berg: Tres piezas de la Suite Lirica. A. Zemlinsky: Seis canciones sobre poemas de M. Maeterlinck, op. 13. A. Schönberg: Sinfonía de cámara nº1 para 15 instrumentos. S. Pucalkova, mezzo. O. de la Statni Opera. Dir. Mus.: K. H. Steffens. 

De nuevo dos compositores ligados a la figura de Zemlinsky en un estimulante programa a tres. 

El concierto, ofrecido en un radiante y recién remodelado Teatro Statní de Praga, se inició con las Tres piezas de la Lyrische Suite de Alban Berg, aquí en su versión sinfónica adaptada por el propio compositor algo más tarde del estreno de la versión primigenia titulada: Lyrische Suite für Streichquartett. Berg, entonces alumno de Schönberg, dedicó esta Suite a Zemlinksy, a la vez profesor de su maestro, recreando su propia versión de la técnica dodecafónica recién aprendida. La obra, inspirada en la Sinfonía Lírica de Zemlinsky, de la que ofrece pinceladas y ecos, fue interpretada con cierto sopor expresivo por un esforzado Steffens, a pesar de la correcta prestación de la Orquesta de la Statni Opera. 

Más interesante resultaron las Seis canciones basadas en los poemas de Maurice Maeterlinck, op. 13 de Alexander Zemlinsky. Compuestas inicialmente para piano y voz, el propio compositor hizo el arreglo para gran orquesta sinfónica entre 1913 y 1923. En esta ocasión y debido a los protocolos Covid, la orquesta reducida interpretó las canciones en sus versiones orquestadas por Erwin Stein y por Andreas N. Tarkmann. 

La mezzo lírica checa Stepanka Pucalkova, miembro del Ensemble de la Ópera de Dresde, mostró un instrumento homogéneo y flexible. Si bien a su canto le faltaron colores y las iridiscencias atmosféricas propias de la escritura de un Zemlinsky que quiso honrar el carácter simbolista de Maeterlinck y su mirada poética hacia la muerte. La orquesta acompaño con adecuación sin tapar a la solista pero de nuevo con evidente falta de lirismo e imaginación. Karl-Heinz Steffens ofreció una lectura demasiado literal, gris y parca emocionalmente con un tempo pesante que restó atractivo a unas canciones consideradas entre lo mejor de Zemlinsky y a la altura de las canciones de Richard Strauss, Gustav Mahler o Arnold Schönberg.

El concierto finalizó con la Chamber Symphony nº1 Op. 9 de Schönberg, aquí con una orquesta más inspirada gracias a una batuta más detallista y lírica del maestro Steffens.

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Zemlinksy-Schönberg: Profesor y alumno aventajado

Praga 09/10/21. Museo Checo de la Música. A. Zemlinsky: Cuarteto nº 2 Op. 15. A. Schönberg: Cuarteto nº2 Op. 10. M. Cukrová, mezzo. Zemlinsky Quartet: František Soucek, primer violín. Petr Strizek, segundo violín. Petr Holman, viola. Vladimír Fortin, chelo.

Éste tercer concierto fue el más inspirado y el de mejor resultado artístico   gracias a la maestría del Cuarteto Zemlinsky. La formación mostró su gran valía musical y un estado de forma excepcional con este binomio Zemlinsky-Schönberg donde el Cuarteto de cuerdas núm. 2 op. 15 alcanzó cotas del mejor homenaje a un compositor cuya revalorización aumenta con el paso de los años. Obra desarrollada en un gran y extenso movimiento de casi cuarenta minutos, el Op. 15 de Zemlinsky muestra ya la maestría y madurez de un músico atento y fiel a la deriva de las composiciones de principios de siglo. Compuesto entre 1913 y 1915 y dedicado a Schönberg,   aquí Alexander fusiona una voz característica propia con el estilo de su alumno y una frescura compositiva de irresistible e inapelable calidad. Vale la pena rescatar del programa de mano de este concierto la cita de Julius Konrgold, padre del compositor E. W. Korngold y gran cronista de la realidad musical de su tiempo. En relación al estreno del Op. 15 de Zemlinsky escribió: “Zemlinsky se ha sentido atraído durante mucho tiempo por Schönberg y ahora se ha sumergido de verdad en su música, por ejemplo, con el giro cromático de su cuarteto en re menor. La capacidad de persuasión de Schönberg es más fuerte, pero Zemlinsky es seguramente el músico más fuerte…”

Esa fortaleza, entre lírica, sugerente y hasta evocadora como en las mejores obras de cámara de su contemporáneo Leos Janacek, otro interesante nexo que se viene a la mente, nos demuestra la calidad de un compositor clave. Conciertos como este hacen plena justicia a un Festival Zemlinsky. Una interpretación fogosa, seria y arrebatadora de una obra maestra a reivindicar. 

El Zemlinsky Quartet mantuvo el alto nivel con una lectura puntillosa y expresiva del Cuarteto de cuerdas Nº 2 Op. 10 de Schönberg. De esta obra llama la atención la incorporación de una voz lírica solista en sus dos últimos movimientos. Los cuatro músicos mostraron complicidad, exigencia en el fraseo y hondura estilística en el Mäßig y en el Sehr rasch, siguiendo la excelencia alcanzada con el Op. 15 de Zemlinsky. Con la incorporación de la mezzo checa Markéta Cukrová, voz de emisión algo descontrolada a la que le faltó matizar y proyectar con más cuidado su instrumento, se rompió de alguna manera el detallismo instrumental y finura del equilibrio conseguido por el cuarteto. No ayudó ciertamente una acústica reverberante, pues el hall del Museo checo de la música, donde se ofreció el concierto, fue una iglesia en sus orígenes y la voz se descontroló a un nivel operístico poco propicio y nada adecuado a una pieza camerística.  Así pues la ‘Litanei’langsam sonó demasiado efusiva y el ‘Entrückung’, sehr langsam final, si bien mejor matizado y más cuidadoso en el estilo, rompió la magia sonora conseguida con la memorable interpretación previa del Cuarteto nº2 Op. 15 de Zemlinsky. 

 

III jornada: Tutto Zemlinsky! Música de cámara, World premiere y Lyrische Symphonie

Zemlinksy-Mozart: Disonancias de estilo

Praga 10/10/21. Sinagoga española. W. A. Mozart: Cuarteto núm. 19 en do mayor “Disonancias”, K. 465. A. Zemlisnky: Cuarteto Nº3, Op. 19. Zemlinsky Quartet. 

El cuarto concierto de este Festival Zemlinsky, presentado en edición matinal en la preciosa y lustrosa Sinagoga española de la capital checa, quiso homenajear la fama de gran director mozartiano de Zemlinsky. Como se explica en el corto pero certero programa de mano firmado por el musicólogo y miembro de Musica non grata, Kai Hinrich Müller, compositores y músicos de la talla de Josef Krips o Igor Stravinsky elogiaron y alabaron la figura de Zemlinsky como gran mozartiano. 

El concierto comenzó pues con el célebre Cuarteto K. 465, famoso por su inicio disonante que le ha llevado a tener ese sobrenombre. La lectura del Zemlinksy Quartet pareció buscar deliberadamente una lectura más romántica que clásica, lejos de la nueva interpretación mozartiana que busca claridad, equilibrio y una mayor transparencia en el sonido. El Adagio fue cálido, el Andante cantabile dulce y meloso, el fraseo acentuado y emotivo se prolongó pronunciado y extático en el Menuetto y sobretodo en un Allegro molto final casi catártico. Una interpretación sentida y apasionada que lejos del homenaje a Haydn que Mozart dedicó con esta serie de cuartetos del que este es el último del periodo, se acercó más a un Beethoven en ciernes que al maestro amado y admirado por Wolfgang. 

Con la vuelta a Zemlinsky y su Cuarteto Nº 3 Op. 19, compuesto en Praga en 1924 y dedicado a la memoria de su hermana Matilde, esposa de Schönberg y muerta un año antes, los Zemlinsky recuperaron estilo y excelencia. Interpretación comedida, atmosférica y de toques cinematográficos. El fino uso de glissandi, una afinación perfecta y un sentido del tempo teatral y dramático elevó el final del concierto a las cotas del recital de cámara de la tarde anterior. 

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Zemlinksy: obras vocales y sinfonismo lírico

Praga 10/10/21. Statni Opera. A. Zemlisnky: Malva, fragmento de la ópera según historia de Maxim Gorky. Premiére mundial. Instrumentación completada por Antony Beaumont. Canción de boda para cantor, coro mixto y órgano. Frühlingsglaube, Geheiminis para coro mixto y orquesta de cuerdas. Lyrische Symphonie, Op. 18 siete canciones sobre poemas de Rabindranath Tagore, para soprano, barítono y orquesta. J. Sibera, soprano. J. Van Oostrum, soprano. J. Moravec, tenor. M. Nagy, barítono. J. Hájek, barítono. Coro y O. de la Statni Opera. Dir. Mus.: K. H. Steffens.

Último concierto del Festival y gran cita del mismo con el estreno mundial del fragmento de la ópera inacabada Malva (1912). Completada en su instrumentación por el experto y biógrafo de Zemlinsky, Antony Beaumont, la obra, de unos veinticinco minutos de duración, muestra el personal lenguaje operístico de Zemlinksy. A medio camino de un verismo centroeuropeo, con reminiscencias al Tiefland de E. d´Albert (1902), una sugerente y cinematográfica orquestación, con, de nuevo, similitudes al estilo lírico checo de Janacek (Jenufa, 1904), e incluso leves reminiscencias pseudoimpresionistas o Puccinianas (La fanciulla del West, 1910). La obra decepcionó un poco por lo corto y testimonial del fragmento musical. Siendo como fue Zemlinsky un compositor eminentemente operístico, tanto por su dedicación como director musical desde el foso, como por la gestación de ocho óperas completas, fue una lástima tener que conformarse con esta premiére mundial con la que se vislumbró puntualmente su impronta operística. La grandeza de su orquestación, la personalidad de su escritura vocal y ese colorido musical sugerente y pulposo que lo hace tan atractivo quedó en una lectura demasiado superficial. La prestaciones de la orquesta fueron correctas y las de los solistas suficientes, con el lirismo tímbrico del barítono Jirí Hájek como mayor atractivo. 

La Canción de boda para solista Cantor, coro mixto y órgano, quedó también deslucida por una voz áspera y desigual del cantor Michal Foršt, además de cierta imprecisión del coro y la orquesta.

Mejoró algo el programa con las dos composiciones para coro mixto y orquesta Frühlingsglaube y Geheiminis. Aunque la sensación algo amateur de las prestaciones del coro, desiguales por secciones, notas caídas y fraseo pesado, ¿quizás por falta de ensayos?… Parece una razón bastante impensable dentro de un Festival que quiere homenajear a la figura de Zemlinsky.

Finalizó el concierto con la obra sinfónica más conocida de Alexander Zemlinsky, la Lyrische Symphonie, Op. 18. Aquí las partes solistas las protagonizaron dos voces de calidad como fueron la de la soprano sudafricana Johanni van Oostrum y la del barítono húngaro Michael Nagy. Ambos demostraron su nivel. Nagy con su conocida capacidad de frasear expresivamente sin forzar el instrumento y jugando con las inflexiones vocales para colorear el texto según el carácter del mismo. Van Oostrum convenció por el uso de un instrumento lustroso, de adecuada densidad tímbrica, color atractivo aunque algo velado además de una seguridad pasmosa en toda la tesitura. La batuta de Karl-Heinz Steffens no consiguió resaltar la maravillosa orquestación de la obra, donde los tributos a Mahler, los guiños a Schönberg, o los preanuncios a las óperas de Schreker se hacen evidentes y se destilan como piedras preciosas sonoras entre los siete movimientos de la obra. La Orquesta de la Statní Opera respondió con solvencia, sin destacar ninguna sección en especial. El rendimiento instrumental solventó con suficiencia una lectura musical demasiado tímida e impersonal. 

Un Festival que acabó con un concierto algo decepcionante pero sirvió con rigor a la idea principal y subyacente: hacer justicia a la obra y arte de una compositor a reivindicar. Alexander Zemlinsky tiene mucha obra de calidad, de cámara, vocal, sinfónica y operística y merece introducirse de una vez por todas en el repertorio. Las programaciones todavía son demasiado previsibles y monótonas. Felicidades al Festival Zemlinsky 150 y sus organizadores por hacer justicia a un compositor que todavía tiene que salir del olvido.

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Fotos: © Serghei Gherciu