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Cierre estoico 

Oviedo. 25/01/2021. Teatro Campoamor. Bizet: Los pescadores de perlas. Ekaterina Bakanova (Léïla). Celso Albelo (Nadir). Borja Quiza (Zurga). Felipe Bou (Nourabad). Orquesta Oviedo Filarmonía. Yoshi Oïda, dirección de escena. José Miguel Pérez-Sierra, director musical.

Tras una temporada realmente atípica, la Ópera de Oviedo ha logrado representar la totalidad de títulos que tenía previstos en su temporada 2020/2021. Y todo pese al evidente esfuerzo económico que supone mantener representaciones con apenas una fracción del aforo que es capaz de albergar el Teatro Campoamor. Esperemos que en la próxima temporada, que se iniciará en septiembre con Nabucco, la situación se revierta y todo vuelva a su cauce habitual.

En esta ocasión fue una obra de Bizet, Los pescadores de perlas, la responsable de cerrar la temporada. Se trata, a mi juicio, una ópera realmente encantadora, repleta de hermosas melodías que te arrullan de principio a fin de la obra, como si se trataran del continuo y apacible oleaje de un exótico mar cristalino. Reforzando en lo visual esa idea de paz, la propuesta escénica de Yoshi Oïda resulta agradable desde el ascenso mismo del telón, sirivéndose de unos decorados basados casi exclusivamente en un gran lienzo de tintes impresionistas que dominaba la parte trasera del escenario, dotándolo de una apariencia que recordaba en cierto modo a la arena de una playa. Por desgracia esto fue, en mi opinión, lo único reseñable de la producción, cuyo único recurso se agotó antes de terminar siquiera el primer acto. Un trabajo de un minimalismo tan exacerbado que resultaba, en suma, más cercano a una ópera semiescenificada que a una auténtica representación. Amén de unas pretenciosas notas en el libreto de mano que tratan de ubicar la inerte propuesta en la civilización de Okinawa al tiempo que habla de una estructura de flashback que en lo personal he sido incapaz de reconocer.

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Vocalmente, disfrutamos de la presencia siempre reconfortante del tinerfeño Celso Albelo en la parte de Nadir. Quizá el pasado lunes no firmó la mejor de sus noches, pero en cualquier caso dejó destellos de su buen hacer, más allá de un velado comienzo y a pesar del excesivo ímpetu que imprimió a algunos finales de las frases, remarcados en detrimento del lirismo de la partitura. En todo caso, siempre es un lujo contar con el canario en la temporada ovetense.

En su debut sobre las tablas del Campoamor, la soprano Ekaterina Bakanova se mostró bien resuelta en la parte de Leïla, haciendo gala de un instrumento bello y con sobrada capacidad para afrontar el rol. La parte de Zuga fue encarnada con solvencia por Borja Quiza, quien estuvo a la altura tanto en lo vocal -sólido en el famoso dúo del primer acto- como en lo escénico, afrontando los no pocos requerimientos que la escenografía demandaba de su personaje. Acertado asimismo el Nourabad de Felipe Bou, que cerró un elenco solvente.

Desde el foso la Oviedo Filarmonía, a la batuta de José Miguel Pérez-Sierra, selló una interpretación acertada, en la línea de su sonoridad habitual y apoyada por el Coro de la Ópera de Oviedo, que fue creciéndose a medida que avanzó la representación. En conjunto, una buena representación, aunque un punto por debajo de las expectativas.

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