América, a cuatro manos
Madrid. 18/05/2021. Auditorio Nacional de Música. Ibermúsica. Obras de Ravel, Schubert y Bernstein. Katia y Marielle Labèque, piano.
Las hermanas Katia y Marielle Labèque suelen ofrecer actuaciones vibrantes, explosivas, de esas que por momentos te aúpan de la butaca. No fue así en el concierto final del Abono Primavera de Ibermúsica. Parte de la razón tiene que ver con la elección del programa de la noche. Curioso, interesante, evocador por momentos, pero sin un centro protagonista, sin siquiera una narrativa memorable.
La encantadora simplicidad de Ravel con Ma Mère l'Oye, tocada en un solo piano, permitió a las hermanas mostrar su faceta más inocente, más infantil. Apoyadas hombro a hombro y manteniendo una pulsación dominada por un metrónomo invisible, ofrecieron algo así como un viaje al pasado, evocando a dos estudiantes que tocaran aprendiendo a construir un solo cuerpo –incidiendo en esa aura de gemelas de ficción que tanto aprovechan en sus puestas en escena. Claridad, precisión y encanto impresionista para una demostración de arte menudo.
Todavía sentadas en solo asiento, con Schubert y su Fantasía para piano a 4 manos en Fa menor, llegaron los modos románticos, los tiempos robados y los pedales sostenidos. Pero fue también una interpretación comedida. El carácter fúnebre del allegro inicial transmutado en nostalgia pasajera y los fragmentos de agitación del segundo y tercer momento quedaron faltos de ese toque de necesaria angustia que debe acompañar esta obra.
Afortunadamente, con Bernstein y el arreglo de las danzas de West Side Story, la tarde mejoró en intensidad y espíritu. Como en las mejores películas de acción, América vino al rescate, en dos teclados y a cuatro manos. Con cada una situada ya en su piano pudimos entonces asistir a las diferencias interpretativas de las hermanas, casi idénticas a la vista, radicalmente diferentes en la ejecución. Katia, la mano derecha, se entrega a la melodía, ala expresión y el movimiento mientras que Marielle refuerza los cimientos interpretativos de la actuación. El dúo se presenta como un acertijo óptico, una imagen especular de simetrías invertidas en lo escópico y lo musical. Con buen criterio, rebajaron las archiconocidas melodías de María, America o I feel pretty y alzaron el acompañamiento: no se trata de imitar las voces sino de ofrecer un gran espectáculo con ambiciones orquestales.
Con apenas sesenta minutos de actuación y la sensación de que el concierto todavía estaba por llegar, llegaron las despedidas. Las hermanas no se hicieron de rogar demasiado para ofrecer unas propinas absolutamente imprescindibles. Entonces volvió América al rescate con Les enfants terribles, de su amigo y socio artístico Philip Glass. La total complicidad con las piezas se hizo evidente. El tema principal y Are you in love, Agathe?, dos cortes de su magnífico último álbum, nos dieron la pista de lo que podría haber sido un gran concierto si el programa se hubiera atrevido a hacer un monográfico americano, dejando de lado a Schubert y Ravel -poco aportaron a una noche que, en definitiva, se quedó corta desde las primeras intenciones.
Foto: Rafa Martín / Ibermúsica.