Santonja Euskadi21 a

Una batuta emergente

San Sebastián. 28/19/2021. Kursaal. Obras de Gaigne y Chaikovski. Euskadiko Orkestra. Jaume Santonja, dirección musical.

Euskadiko Orkestra prosigue estos días con su programación, con una serie de conciertos a cargo de Jaume Santonja, su director asociado. La formación vasca mantiene aún -por última vez, con este programa- el intenso sistema de sesiones dobles que puso en marcha durante la pandemia, para cumplir con las numerosas restricciones entonces en vigor. Así, pudimos disfrutar en el Kursaal de dos conciertos casi consecutivos a cargo de Santonja, con las Sinfonías no. 1 y no 3. de Chaikovski y el estreno de un díptico encargado al compositor francés Pascal Gaigne, afincado en San Sebastián.

Santonja ha estado ligado a la City of Birmingham Symphony Orchestra como su director asistente, trabajando junto a su saliente batuta titular, la lituana Mirga Gražinytė-Tyla. Y una labor semejante es la que viene desempeñando desde hace unos dos años junto a Robert Treviño en Euskadiko Orkestra. Esta tanda de conciertos suponía, no obstante, su debut como director al frente de Euskadiko Orkestra y el balance final no puede ser mejor.

Y es que Santonja es un maestro a la antigua, en el mejor sentido del concepto. Una batuta forjada en el oficio, desde sus años como percusionista en la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, la Filarmónica de Rotterdam o la Sinfónica de Amberes, trabajando junto a maestros como Jansons, Nelsons, Boulez, Nézet-Séguin o Herreweghe, entre otros muchos. Siguiendo la estela de su mentor, el español Gustavo Gimeno, percusionista como él en sus inicios, la trayectoria de Santonja apunta alto, sin prisa pero sin pausa.

Ideas claras, gesto nítido, madurez en el fraseo... Son las señas de identidad de una idea de la dirección orquestal bien aquilatada, sin divismos, puro oficio como el de antaño, ya digo. Y es que Santonja sorprende por la buena planificación que exhibió en estos conciertos. Lo mejor sin duda estuvo en la Sinfonía no. 1 de Chaikovski, cuyo Adagio discurrió con genuino lirismo y con instantes de franca belleza. Destacó aquí la brillante ejecución de las trompas, en el climax final. 

Sinfonía desigual, una de las menos programadas de todo el catálogo de Chaikovski, la 'Polaca' es un ingrato reto para un conjunto sinfónico como el de la Euskadiko Orkestra, que aquí se presentaba en sus atriles con una docena de jóvenes músicos procedentes de Musikene. Color, contrastes, musicalidad... Resaltaron aquí los mismos ingredientes que en la anterior sinfonía, aunque la ejecución no fue tan desenvuelta ni redonda. Santonja, no obstante, hizo gala de un sentido práctico de su labor a la batuta, buscando en cada momento resaltar lo más brillante, sin obsesionarse con aquello que no terminaba de fluir.

Santonja Euskadi21 b

Respecto al díptico de Pascal Gaigne que se estrenaba en estos conciertos, cabe decir que Urruneko izakiak es fruto de las circunstancias que marcaron la pandemia. Euskadiko Orkestra había encargdoa a Giagne la segunad parte del tríptico Hypnos variations, cuya primera parte se había estrenado en marzo de 2016, precisamente en el debut de Robert Treviño con la orquesta. Sin embargo, llegó la pandemia y ante la plausible imposibilidad de contar con una gran plantilla orquestal en el escenario, Gaigne y la Euskadiko Orkestra encontraron la ocurrente solución de dar lugar a dos piezas que se complementan, usando cada una la mitad de los instrumentos de la orquesta.

Una idea ingeniosa, sobre todo en tanto en cuanto ambas piezas (Urruneko azalak y Urrutiko arimak) pueden además superponerse y sonar a la vez, dando lugar así a una tercera pieza. Ambas obras reflexionan en torno a la idea de la distancia, una sensación tan familiar para todos durante la pandemia, por unos u otros motivos. La orquestación es brillante y ambas obras, de unos diez minutos de duración, poseen un indudable halo cinematográfico que hace su escucha mucho más fácil. No en vano Gaigne es bien onocido por sus más de cien trabajos para largometrajes, cortos y documentales. Santonja y la Euskadiko Orkestra resolvieron ambas piezas con aplomo, tensión e intachable compromiso.  

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Fotos: © Juantxo Egaña