091121 LAS HORAS VACIAS PABLOLORENTE 016 

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Madrid. 10/11/21. Teatros del Canal. Llorca: Las horas vacías. Sonia de Munck. Coro Intermezzo. Orquesta Sinfónica de Madrid. José Luis Arellanos, dirección escénica. , dirección musical.

"Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
oigo el informativo
escribo
escribo
leo.
Donde estás
donde estás"

Escribo, pienso, leo. Idea Vilariño.

Puede que parte de quienes lean esta crítica, al ver el título de la misma, se hayan retrotraído directamente al Rick’s Cafe de Casablanca. Otros, sin embargo, habrán pensado en Madonna frente al espejo y algunos, incluso, habrán gritado “¡Con Loli!” al leerlo. Puesto que somos muchos en este mundo, todo puede llevarnos a cualquier lado en estas Horas vacías donde el tiempo pasa inexorablemente. Sin embargo, es probable que gran parte de los primeros, los más clásicos, levanten la ceja ante las músicas que han hecho recordar al resto, por más que la de estos sea mucho más popular y conocida.

Es algo que sucede muy a menudo en la clásica y que, seguramente, también le haya pasado al compositor Ricardo Llorca. Músicas más sencillas, quizá más fáciles para la mayoría del público como resultan las suyas, levantando recelo ante la vanguardia… o ante la academia, que vienen a ser lo mismo. Tras sus Tres sombreros de copa en el Teatro de la Zarzuela en el Teatro de la Zarzuela, llega a Madrid, en coproducción del Teatro Real y los Teatros del Canal, Las horas vacías, monodrama que se estrenó en Benidorm hace casi 15 años y que ya ha subido a escenarios de Nueva York (en dos ocasiones), São Paulo, Berlín, Vilna o San Petersburgo. Con los escasos atriles y requerimientos escénicos que necesita para subirla a escena, ya estábamos tardando demasiado en verla en un teatro de temporada español. Y lo hacemos con todos los ingredientes. Tras hablarlo también con el compositor, aunque Real y Canal hayan querido venderlo como estreno escénico absoluto, llego a la conclusión de que la única diferencia con otras ocasiones anteriores es que, en esta, la orquesta se ha bajado al foso. En realidad, Las horas vacías ya contó con dirección escénica de Joachim Schamberger en Nueva York y São Paulo y, especialmente, el año pasado en Lituania, donde la escena de Loreta Vaskova también siguió las anotaciones del propio compositor. “Las horas vacías recibe su estreno escénico en Lituania”, titulaban entonces los medios.

El escenario que pudo verse en Lituania resulta muy similar al de Madrid, con la diferencia de que la orquesta, aquí y como comentaba, se encuentra en el foso… y a José Luis Arellanos le sobra medio escenario, aún respetando las indicaciones de Llorca, requiriendo espacio libre y amplio en el mismo. Un cubículo que viene a resultar la habitación de la mujer, con un lugar a su izquierda para la videocreación de Miquel Àngel Raió. Por una vez, sin ser lo habitual, por desgracia, en nuestros teatros, su propuesta resultó cautivadora, sugerente y elegantísima, tanto en el formato grande como en los paneles que sirven de paredes en la pequeña habitación. De lo mejor que he visto últimamente, unido a la escenografía de Silvia de Marta, siempre de interesantes propuestas. Me venía a la mente la similar elegancia que consiguieron Paco Azorín y Pedro Chamizo para La voix humaine en los mismos Teatros del Canal; obra que es imposible desligar de Llorca y sus Horas, con la diferencia de que aquí no hay nadie al otro lado. En la escena de Marta, eso sí, sobran (y pónganle toda la vehemencia que puedan a mis palabras), las lámparas de araña que ya hemos visto otras veces en el Teatro Real, desde I Puritani a la cena de gala con Javier Camarena… no encajan, en absoluto, con el resto del concepto… creo que un teatro como el Real pueda darlas ya por amortizadas.

Por lo demás, la dirección escénica de José Luis Arellanos tiene momentos que encuentro muy acertados, como esas dos copas de vino que sostiene la soprano mientras canta a la soledad y, en síntesis, lo mejor parece ser el plegarse a las ideas del compositor, sobre un texto reiterativo que él mismo ha escrito, cargado de, quiero pensar, referencias (hasta la Biblia con ese "Una palabra tuya...") y en el que creo escuchar algunas diferencias respecto a la grabación que realizara de la obra Columna Música en 2010. Versatilidad hacia los cambios sociales, tal vez sugeridos por Llorca, por Arellanos o por la propia actriz que da nombre a este personaje sin nombre, Mabel del Pozo.

Es precisamente la intervención de Mabel del Pozo, así como de la soprano Sonia de Munck, las que sostienen la hora y cuarto que dura la función, con sendas, soberbias interpretaciones de la mujer protagonista. Sin ellas, dudo que hubiese alcanzado el mismo grado de disfrute. Del pozo se muestra sutil, emocionante en el desarrollo de la noche, de su propia noche. Ante la pantalla del ordenador y la copa de vino, recordando, herida de soledad. Munck, por su parte, despliega su cristalina, elegante voz, con extraordinaria precisión en las agilidades y notas agudas que se le requieren. Entre las dos crean un personaje que podríamos ser cualquier de nosotros o nosotras.

Desde el foso, adecuada la dirección de Alexis Soriano, ante una partitura que se vertebra sobre el estupendo piano de Eduardo Fernández, todo un lujo para este cometido. El Coro Intermezzo resultó suficiente en sus apariciones, que en el original son offstage, sobre una música que resultó a menudo repetitiva, en la senda del minimalismo neoyorquino que, imagino, el compositor ha vivido en su residencia de la Gran manzana, alejándose, no obstante, de los cánones de Reich y Glass, también de firmas más recientes como Richter o Muhly, a través de vía propia que mira también hacia músicas y estéticas más pretéritas, se muestra cíclica, en una espiral que nos arrastra como oyentes, hacia el centro de la más devastadora soledad.

Foto: Pablo Lorente.