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Berna Perles: "Un cantante de ópera es mucho más que una voz" 

La soprano malagueña Berna Perles afronta una temporada intensa y cuajada de compromisos relevantes y sumamente singulares como El orgullo de quererte en los Teatros del Canal o el papel protagonista en una nueva producción de Yerma en la Ópera de Tenerife, sin olvidar la recuperación de Margot de Joaquín Turina con la Orquesta de Córdoba. En ocasión de todos estos proyectos conversamos con ella para conocer más de cerca su trayectoria y los pormenores de todos estos ilusionantes proyectos. 

Esta temporada 25/26 tiene por delante varios proyectos sumamente singulares y relevantes. El primero de ellos es el estreno escénico de El orgullo de quererte en los Teatros del Canal, con música de Javier Carmena y con la ORCAM. ¿Cómo están siendo los ensayos y qué nos puede decir de esta obra? ¿Qué papel interpreta en la obra, por cierto?

Yo interpreto a la Petri, una prostituta, y la verdad es que es un personaje sumamente agradecido, es un caramelo porque tiene una romanza maravillosa, que creo que fue lo primero que Javier Carmena escribió de esta partitura. Es un personaje muy tierno y a la vez descarnado, crudo pero esperanzado; la verdad es que el personaje me ha ganado desde el principio.

Yo no conocía la obra hasta que cayeron en mis manos la partitura y el libreto. Tratándose de una creación contemporánea, la verdad es que uno siempre tiene en mente alguna idea preconcebida y me ha sorprendido mucho que la música de Javier Carmena es absolutamente cercana al oído, muy próxima al legado de dos siglos de zarzuela y música española. Es un discurso musical ágil, ameno, divertido incluso y muy emotivo.

Tuve mis dudas en aceptar este proyecto por el tremendo compromiso que me requiere después el estreno de Yerma en Tenerife. Pero una vez aquí en Madrid no me arrepiento lo más mínimo. Me alegro mucho de haberlo aceptado, está siendo un viaje muy fresco, muy divertido y muy gustoso musicalmente.

Tras su estreno en versión de concierto en 2022, creo que la obra se escenifica ahora por vez primera con dirección de escena de Albert Boadella. ¿Qué nos puede contar de su propuesta?

Efectivamente, es la primera vez que se hace en versión escénica. Con Boadella y su equipo estamos haciendo un trabajo muy detallado y pormenorizado de los personajes. En el aspecto visual la propuesta yo diría que es muy colorista y expresiva, sobre todo en el vestuario. Pienso que será muy atractiva para quienes vengan a verlo. Tanto Albert como Martina están haciendo un trabajo serio y riguroso, en un ambiente sumamente agradable.  

También el trabajo musical con José Luis López Antón está siendo magnífico y muy detallado. Seguro que las funciones, con él y con la maestra Alondra de la Parra van a ser un disfrute. Se percibe un ambiente de trabajo estupendo en estos ensayos con la ORCAM, es algo muy de agradecer.

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Su relación tanto con la zarzuela como con la creación contemporánea viene de largo y es algo habitual en su agenda. No hace mucho, en el Teatro del Soho de su Málaga natal estuvo recreando nuevamente El caballero de Olmedo de Arturo Díez Boscovich, en cuyo estreno usted misma participó en 2023.

Sí, la verdad es que he tenido ocasión de tener bastante contacto con música de nueva creación. La música contemporánea es algo que me llama especialmente la atención. Precisamente en El caballero de Olmedo he hecho ahora el rol de Inés en Málaga, si bien cuando se estrenó la obra yo hice el papel de Leonor. Yo tengo una admiración y una devoción absoluta por los compositores, gentes capaces de crear algo tan bello y complejo desde la nada, como Arturo Díez Boscovich con esta partitura, sobretodo si con su música, como es el caso, consiguen conectar con la emoción del público. Pienso que esta cuestión debería ser prioritaria en la música de nueva creación y que probablemente será la que determine qué repertorio trascenderá el paso del tiempo. Es maravilloso poder formar parte de ese proceso creativo, tener la ocasión de dar vida por vez primera a una partitura, en contacto directo además con el compositor, conociendo sus intenciones e inquietudes.

No quiero que lo dicho suene, no obstante, como si estuviera romantizando la música contemporánea. Todos sabemos, y es un hecho, que en ocasiones es música muy dura de interpretar e incluso de escuchar, en algunos casos. No todos los proyectos son igual de buenos e interesantes, pero a nivel personal creo que he tenido mucha suerte en este sentido. Estuve también en el estreno de La casa de Bernarda Alba con música de Miquel Ortega y aquella experiencia creo que fue un punto de inflexión para mí, en muchos sentidos. Esas funciones me hicieron ver que el trabajo de un cantante encima de un escenario es algo mucho más complejo y rico de lo que yo tenía en mi cabeza hasta ese momento. Me encantaría seguir participando en proyectos así, desde luego.

Hablemos ahora de Yerma, ópera de Heitor Villa-Lobos de la que el próximo mes de octubre se estrenará una nueva producción en la Ópera de Tenerife, firmada en lo escénico por Paco Azorín. La partitura no es nueva pero las circunstancias que rodean estas funciones casi nos permiten hablar de un estreno, en la medida en que se trata también de una nueva edición crítica de la partitura y siendo desde luego una obra muy infrecuente en nuestros teatros.

De hecho creo que estas funciones suponen el estreno europeo de la obra en su versión escenificada. Es importante recordar que fue Mirna Lacambra quien estrenó esta obra en la Ópera de Santa Fe, en 1971.

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Efectivamente. 

Yo he tenido además la suerte de hablar con Mirna sobre esto, cuando estuve en Ópera de Catalunya el año pasado. Tengo guardado en mi memoria todo lo que Mirna me dijo y lo aplico a cada paso de mi estudio de la obra. Qué suerte tener a la persona que estrenó la partitura, tratándose además de una artista de la envergadura de Mirna Lacambra. Para mí ha sido algo maravilloso.

Estas funciones de Yerma, en efecto, tienen la pulsión de un estreno aunque no lo sea en sentido estricto. Al menos así lo estoy viviendo yo. Tampoco hay un buen material discográfico de la obra al que acudir como referencia. Yo por suerte soy pianista y me estoy estudiando la obra directamente con la partitura y el piano. Está siendo un proceso desde cero, quiero decir, como si fuera una partitura inédita.

Usted además hace el papel protagonista en estas funciones de Tenerife. 

Sí, yo diría que este rol de Villa-Lobos es el proyecto al que más tiempo y energía le he dedicado en toda mi carrera. Tanto en el aspecto dramático como en el aspecto musical, es un reto tremendo. Es una obra larga, el rol es extenso y complejo; tengo la sensación de que es una especie de personaje infinito, cuanto más lo estudio, más descubro que queda por explorar, es inacabable. Es fascinante y muy exigente a la vez. Es un reto maravilloso, uno de los proyectos más ilusionantes de mi carrera; son tantas las posibilidades de hacer y mostrar cosas… como artista, es un regalo. Solo espero poder estar a la altura de la música de Villa-Lobos y el texto de Lorca. 

Sí, no habíamos citado hasta ahora el texto original de Lorca sobre el que se basa, literalmente, la música de Villa-Lobos. 

Así es, el texto de Lorca supone íntegramente el libreto de la ópera de Villa-Lobos. Y eso ya lo dice todo, estamos ante una obra de García Lorca musicada, ni más ni menos. Por eso es a la vez tan interesante y tan exigente, porque en el plano teatral hablamos de palabras mayores. 

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El otro gran proyecto de esta temporada, y que tiene también estos mismos ingredientes de estreno, es la recuperación de Margot de Turina, con la Orquesta de Córdoba y Salvador Vázquez. Turina es un autor al que ha dedicado espacio a lo largo de su trayectoria. ¿Cómo llega este proyecto de Margot a sus manos?

Este proyecto se remonta a una conversación de hace muchos años con Salvador Vázquez. Los dos somos de Málaga y hemos coincidido en diversas ocasiones. Yo he sido algo obsesiva con la música de Turina, debo reconocerlo, es un autor que me apasiona. Además, por su forma de escribir para la voz siempre me he sentido muy cómoda con su música. 

La forma que Turina tiene de tratar el folclore andaluz, con un refinamiento y una estilización muy reconocibles. Y precisamente con Salvador Vázquez, hace años, hablamos de este tema y ahora ha surgido la ocasión de recuperar la partitura de Margot y le agradezco mucho que haya querido contar conmigo para este proyecto. Cuando me lo propuso, yo acepté prácticamente a ciegas, quería hacerlo sí o sí.

Yo en su día canté ya la romanza principal de Margot en una serie de recitales que hice con el pianista Rubén Fernández Aguirre, por lo que estoy ya familiarizada con su música, de algún modo. La Orquesta de Córdoba me consta que está además muy implicada e ilusionada con este proyecto, que se va a llevar al disco además, algo importantísimo a la hora de recuperar el legado musical de Turina.

La obra, en el caso de Margot, se describe como comedia lírica. ¿Cuál es exactamente el tono de la obra?

Es una comedia lírica, efectivamente, diría que más interesante a nivel musical que a nivel dramático. El libreto presenta el típico triángulo amoroso; por un lado están Amparo y José Manuel, una pareja caracterizada por Turina con un folclore algo más marcado; y luego está Margot, una chica que viene de París y eso se traduce también en su música, más estilizada. La partitura es muy interesante y tiene rasgos del mejor Turina.

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Otro proyecto importante en su temporada 25/26 es su presencia en el Teatro de la Zarzuela, al que regresa ahora con Jugar con fuego, en una nueva producción firmada por Marina Bollaín que se podrá ver entre marzo y abril. Creo que es además otro nuevo rol para usted, menuda temporada de estudio de nuevas partituras dicho sea de paso… 

Así es, en Jugar con fuego debuto el rol de La duquesa de Medina, compartido con Ruth Iniesta. Esta temporada es intensa en nuevas partituras, en efecto. Ya solo con Yerma tendría cubierto el cupo de estudio para este año… Pero además se suman El orgullo de quererte, Margot, Jugar con fuego y también la Donna Elvira que debutaré en Jerez y el Stabat Mater de Rossini, que tampoco he hecho nunca. Ahí está la parte de esta profesión que no se ve, la que consiste en estudiar y estudiar mientras estamos cantando. Pero ya digo, muy agradecida de tener tantos proyectos maravillosos por delante esta temporada.

En el caso de Jugar con fuego, para mí volver al Teatro de la Zarzuela es siempre un placer. Muchos cantantes decimos que ese teatro es nuestra casa pero es que es exactamente así como lo sentimos cada vez que estamos allí. El de Jugar con fuego es, creo, el primer rol que hago en el Teatro de la Zarzuela que habla de mí como vocalidad en toda su expresión, por decirlo de algún modo. Es el rol, creo, que mejor expresa mi voz de todos los que he cantado allí hasta la fecha. En la zarzuela, es bien sabido, hay roles con una vocalidad a veces extraña o fronteriza, difícil de perfilar. Pero este rol de Jugar con fuego creo que me encaja como anillo al dedo.

Mencionaba ahora ese Don Giovanni en Jerez donde hará Donna Elvira por vez primera. Creo que hasta la fecha haba cantado siempre Donna Anna, si no me equivoco.

Eso es. He hecho muchas funciones como Donna Anna y ahora me ofrecieron debutar Donna Elvira y es un rol al que le tenía ganas desde hace ya un tiempo. Es un rol muy interesante, dramáticamente quizá incluso más que Donna Anna. Será un momento importante en esta temporada porque vendré de cantar cosas muy distintas y volver a Mozart siempre es como volver a un punto de equilibrio. Con Mozart todo se pone en su sitio, la voz y la emoción se ordenan con su música. Creo que va a ser un final de temporada perfecto para mí.

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A la vista de todos los compromisos que jalonan su temporada 25/26, lo cierto es que su agenda da muestras de una flexibilidad y diversidad vocal digna de elogio. Esto habla, quizá, de una vocalidad bastante ajena a etiquetas, inclasificable para bien y para mal, supongo, en un mundo de la ópera donde a veces pecamos de quererlo todo muy ordenado y muy bien etiquetado, precisamente.

Yo le mentiría si le dijese que todo lo que he hecho en estos años se ajusta perfectamente a mi vocalidad. Eso no ha sido así y seguramente tampoco lo sea a día de hoy. Yo cada día soy más partidaria de evitar esas etiquetas tan restrictivas con respecto a las voces. Por mi vocalidad, hay personas -ya sean compañeros, directores artísticos o directores musicales- que creen que algunos roles me irían genial y sin embargo cuando lo pruebo no lo siento dentro de mí, no lo veo claro. Y en cambio hay otros roles que se adaptan como un guante. Tengo compañeras con las que comparto un mismo tipo de vocalidad y sin embargo no podemos cantar los mismos roles; es algo mucho más complejo.

A veces tendemos a clasificar las voces atendiendo a su extensión o a la plenitud con la que se pueden cantar determinados registros. Pero hay muchos otros factores que afectan a la solvencia con al que uno puede o no puede cantar un determinado rol, como la flexibilidad vocal, la capacidad para hacer uso de las dinámicas, el color vocal… El resultado final es una mezcla de todos esos factores, más allá de las notas que uno tenga o pueda cantar.

Sería muy bueno que tuviéramos una relación más directa entre los cantantes y quienes programan. A veces el criterio vocal es lo último que se tiene en consideración. Yo he cantado cosas de las que estoy satisfecha, creo que he hecho un buen trabajo, pero creo sinceramente que otras colegas las hubieran hecho mejor que yo. Y al contrario, hay proyectos en los que creo que yo daría lo mejor de mí, humildemente, y para los que no se me ha considerado.

Por eso mismo decía que su carrera es un buen ejemplo de una manera muy personal de eludir esas etiquetas. No es la típica soprano belcantista pero ha hecho Norma, no es la típica cantante pucciniana pero ha cantado Manon Lescaut y La bohème, y al mismo tiempo sigue volviendo a Mozart, canta zarzuela con regularidad y además lo ya dicho sobre la creación contemporánea.

Le agradezco esa visión sobre mi carrera porque muchas veces esta heterogeneidad se plantea como una cosa problemática y negativa. Al no poderte etiquetar y ubicar en un sitio determinado es como si estuvieras despistada o cogiendo proyectos al tuntún. Y eso en mi caso no es así.

Yo creo que las mejores características de mi voz se expresan plenamente en el belcanto más serio y en algunos roles de Verdi que todavía no he hecho pero que van a llegar pronto. Y por como soy yo como artista creo que encajo bien con algunos roles de Puccini, aunque no todos obviamente.

A veces nos olvidamos de que un cantante es mucho más que una voz. Siempre que yo pueda afrontar el rol de manera saludable en el plano vocal, hay muchos otros factores que yo contemplo a la hora de decidir si hacerlo o no.

Yo siempre intento ser muy honesta con los directores artísticos y musicales, no pretendo nunca enmascarar o fingir que tengo cualidades o características que no tengo. Yo voy siempre con la tranquilidad y garantía de ser muy transparente y diáfana en el aspecto artístico.

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En línea con esto que apuntaba, ¿con qué roles o títulos se vería más cómoda o identificada de aquí a los años que están por venir, en un plazo más o menos inmediato?

Yo creo que en este momento de mi carrera como más partido se me sacaría a mi como cantante, por decirlo de alguna manera, como soy sería más eficiente, por plantearlo en términos empresariales, sería cantando belcanto serio y algunos títulos de Verdi como Aida, Otello, Falstaff, La forza del destino, Un ballo in maschera… 

Y podría cantar todas las reinas del belcanto, especialmente ahí creo que mi voz estaría muy cómoda ahora mismo. Creo que mi voz tiene agilidad y un punto dramático que encaja muy bien con ese repertorio. Tengo en agenda cantar Fiordiligi, Donna Elvira… y para mí todo eso es perfectamente compatible con ese belcanto, es Verdi y algunos roles de Puccini como Mimí, que he hecho y que volveré a hacer el año que viene. Todo esto me parece compatible y equilibrado.

A día de hoy, tengo la impresión, cuando se escucha una voz con un color más redondo o levemente oscuro, enseguida se le ofrece cantar un repertorio más pesado y dramático. Pero precisamente esas voces tienen mucho que ofrecer en un repertorio lírico, como elemento diferenciador; las voces con un centro o un grave presente son especialmente interesantes y bonitas para el repertorio lírico, que en cambio se tiende a ofrecer a voces lírico-ligeras, quedando el repertorio dramático en manos de voces líricas. Y ahí creo que se pierden muchos matices.

Cambiando de tercio le quería plantear una cuestión ligada a la profesión lírica y del que se habla poco en abierto, por decirlo de alguna manera. Me refiero al reto que supone, por lo general, compatibilizar la vida profesional y la vida familiar, especialmente en una profesión que exige largos periodos fuera de casa, viajes frecuentes… ¿Cómo se concilia eso con la vida de padres y madres? Me consta que muchos cantantes de su generación tienen hijos en edad escolar y creo que es bueno visibilizar el reto que esto supone, como añadido a las muchas exigencias que entraña ya de por sí la propia profesión lírica.

Es un tema muy importante y ciertamente poco visible. Seguramente no sea una excepción en el caso de los cantantes líricos, hay muchas profesiones con exigencias similares, pero desde luego es un asunto de gran complejidad porque implica decisiones de mucho peso a nivel emocional, económico, personal…

Cada uno hace sus elecciones y cada caso es un mundo, eso vaya por delante. Yo no he encontrado escollos por parte del sistema de la lírica, por así decirlo, a la hora de compatibilizar mi vida personal y mi vida profesional. No creo que sea un entorno laboral especialmente adverso, en este sentido; pero es verdad que la propia naturaleza del trabajo artístico, itinerante, impone sus exigencias. 

En mi caso, este trabajo me permite estar mucho tiempo con mis hijos en Málaga y estudiar en casa. Esos periodos de tiempo son fantásticos. Pero evidentemente la logística se complica mucho cuando tenemos que salir. Yo tengo dos hijos y he optado por ser una madre lo más presente posible. Mis hijos están aquí al lado jugando, mientras hacemos esta entrevista. Es una vida sacrificada, compleja e intensa, no le voy a mentir. Pero la maternidad es una aventura tan trascendente y bella si se vive con consciencia, es una vivencia del amor tan brutal, que quiero perderme lo menos posible. Sería injusto no mencionar que conciliar todo esto sería muy complicado sin que el padre de mis hijos, como es el caso, esté implicado al mismo nivel que yo en esta forma de vida.

Fotos: © Gemma Escribano