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¡Ponerse la máscara!

Frankfurt. 20/11/21. Opernhaus.  C. Nielsen: Maskerade. A. Reiter (Jeronimus). L. Holender (Henrik). M. Porter (Leander). S. Levine (Arv). M. McCown (Leonard). M. Buczkowska (Leonora). S. Bullock (Magdelone). B. Zechmeister (Pernille). B. Smiljanić (Vigilante nocturno/Maestro de la Mascarada). G. Rollinson (Un magistrado). I. McNeil (Un vendedor de máscaras). Coro de la Opern Frankfurt y Orquesta de la Frankfurter Opern - und Museumorchester. Tilman Michael, dirección del coro. Tobias Kratzer, dirección de escena. Titus Engel, dirección musical. Nueva producción de la Frankfurt Opera.

Considerada la ópera nacional danesa, Maskerade (1906) de Carl Nielsen, es una obra que combina una música de desbordante calidad, ritmo frenético y espíritu de opereta. Su compositor, un afamado músico admirador de Mozart, visitante y asombrado espectador de Bayreuth y el Festival Wagner, casi se podría denominar también el compositor nacional danés para un país del que poco a trascendido a escala de repertorio en materia de clásica y ópera.

En el caso de esta nueva producción de la Ópera de Frankfurt, por primera vez en el repertorio de este teatro de ópera con tantas inquietudes de renovar y refrescar los títulos ofrecidos, se dio el encargo al ubicuo Tobias Kratzer. El director de escena alemán, triunfador con su nueva producción de Tannhäuser en el Bayreuther Festspiele en 2019, está en un momento dulce de su carrrera, recientes debuts suyos en la ROH de Londres con Fidelio (2020), o en París con Faust (2021).

Con Maskerade, Kratzer propone un único espacio teatral, desnudo y rectangular rodeados de puertas, donde los protagonista llenan con sus acciones como “escenografía” de la ópera. Así pues muebles, pero sobretodo un llamativo y colorista vestuario, firmado por Rainer Sellmaier, llenan esta historia de enredos, disfraces y carnaval.

El director de escena bávaro firma una dirección de actores dinámica, efervescente y llena de comicidad para transmitir la fuerza e inspiración de una partitura llena de guiños a la opereta austríaca, con un espíritu mozartiano teatral y mezclado con inspiradas melodías de carácter italianizarte deudoras del belcanto tardío con un estilo cercano a Verdi. Unos ingredientes muy seductores que justifican que esta ópera de Nielsen haya sido la que ha pasado al repertorio lírico danés y en cierta medida al europeo.

La Royal Opera House la programó en la temporada 2005/2006 por el centenario de su estreno, en una producción firmada por David Pountney, en traducción al inglés, con un atractivo reparto del que destacaron nombres como el Leander de Michael Schade, la Leonora de Emma Bell o el Henrik de Kyle Ketelsen, dirigidos por el director musical danés Michael Schønwandt, todo un especialista que también la ha grabado en este caso con otro reparto. Este cronista tuvo la suerte de poder disfrutar en vivo entonces de esa producción.

En el caso de la nueva producción de Tobias Kratzer para la Ópera de Frankfurt se ha realizado en una nueva traducción al alemán, práctica común la de traducir la ópera al idioma del país en el que se representa, entre otras cosas por la dificultad del idioma danés y su nula existencia como idioma lírico del repertorio actual. Los responsables de esta nueva versión en alemán han sido Martin G. Berger sobre una traducción lineal de Hans-Erich Heller. 

El hecho de estar traducida al alemán incidió en el regusto musical a opereta germánica pero Maskerade, es una ópera de pleno derecho.

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La trama sobre el libreto de Vilhem Andersen basado en la comedia de Ludvig Holberg (1724), escritor danés por excelencia del periodo, rezuma un carácter teatral que bebe de Shakespeare y su comedia de enredos. Una pareja de enamorados se prometen en una fiesta de máscaras sin saber realmente su identidad, al día siguiente se encuentran con la cruda realidad de que ya están prometidos por los padres respectivos con otra persona y el lio empieza aquí. La mezcla de un padre cerrado, conservador y controlador, Jeronimus, su mujer sometida a las reglas pero soñadora y desengañada, Magdelone, el hijo de ambos Leander, futuro juvenil que harto de las reglas disfruta de la libertad de las mascaradas…un comedia de enredos que encuentra en la virtuosa música de Nielsen una inmejorable  versión lírica que entretiene al público a la par que lo asombra por la calidad indiscutible de la partitura.

El reparto fue sólido, encabezado por todo un especialista como Jeronimus, el bajo alemán, Alfred Reiter, de voz flexible, graves bien emitidos y un registro controlado que mostró con inteligencia de medios y una actuación idónea. El tenor estadounidense Michael Porter mostró la luz de un timbre vistoso, con gran facilidad en todo el tercio superior, como Leandro enamorado y rebelde frente a la sociedad cerrada y desfasada que representa su padre Jeronimus. De emisión clara y fácil, convenció por su estilo y seguridad técnica a pesar de cierta tendencia a la emisión abierta y poca variedad de colores. 

Triunfador de la velada fue el barítono austríaco Liviu Holender como Henrik, ayudante de cámara de Leandro y una suerte de Figaro “alla” Nielsen. Voz plena, color terso de barítono lírico pleno, actor convincente, supo estar a la altura de un rol comprometido y central, fue el último en salir a saludar y recibió la ovación más cerrada de la noche. Digna y llena de comicidad teatral la Magdelone de la veterana soprano inglesa Susan Bullock, impagable su escena con Follie d’Espagne. Si bien el timbre ha perdido esmalte, brillo y haya cierta tendencia a un vibrato producto del paso de los años en un instrumento todavía resuelto y seguro técnicamente.

Adecuado y solvente el Arv del tenor de Boston Samuel Levine. Cumplió con divertido acting como sirviente de Jeronimus con un color bufo efectivo y de generosa complicidad teatral. El otro tenor estadounidense del reparto, Michael Mccown, padre de Leonora y amigo de Jeronimus, mostró como Leonard buena técnica, fraseo y articulación y,  como todo el reparto, una jocosa bis teatral producto del gran trabajo de dirección de actores imprimido por Tobias Kratzer. 

Algo estentórea la soprano polaca Monika Buczkowska como enamorada Leonora. Si bien el instrumento es sonoro y muestra un color fresco y juvenil perfecto para el rol, en los agudos la emisión se descontrola, metaliza y tiende a un forte que afea unas prestaciones vocales de soprano lírica- ligera notables. Llamó la atención el atractivo lirismo de la voz del bajo-barítono Gabriel Rollinson como Magistrado que se cuela en la Marcarada. Cumplidora y divertida la impecable soprano alemana Barbara Zechmesiter como Pernille, la cuidadora de Leonora, así como intachable fue la prestación del barítono Iain McNail en el jocoso y corto rol del vendedor de máscaras. 

Por último destacó entre el numeroso reparto, el color y calidad vocal del bajo-barítono británico de origen serbio Božidar Smiljanić en el doble rol de Vigilante nocturno y Maestro de la Mascarada. El instrumento es de una densidad notable, con unos graves sólidos y de generosos armónicos además de una atractiva tesitura donde sólo en el agudo la voz pierde algo de calidad. Un nombre a seguir.

Empático, enérgico y de ritmo contagioso el director suizo Titus Engel al frente de una excelente Frankfurten Opern-und Museumorchester. La partitura ofrece numerosos momentos de lucimiento para la orquesta, obertura chispeante, numero corales llenos de fuerza, el inspirado lirismo del maravilloso duo de amor de Leandro y Leonora, el famoso ballet “Danza de los gallos”…

Engel, ganador del premio Opernwelt 2020 al mejor director del año, ex aequo junto a Kirill Petrenko nada menos, es un gran acompañante de cantantes, los sabe seguir y dar la libertad y flexibilidad en una partitura que es un continuo fluir de melodías, ritmo y comicidad. La orquesta brilló en todas sus secciones con un sonido homogéneo, lleno de colorido y sin perder nunca la teatralidad inherente al libreto y a la partitura.

El coro, dirigido por Tilman Michael, con un trabajo teatral notable y muy presente también firmó una actuación meritoria así como la del reducido cuerpo de ballet con coreografía de Kinsum Chan. En conjunto, una fiesta musical y un título que merecería ser rescatado más allá de Dinamarca y el circuito de la Europa central. 

Fotos: © Monika Rittershaus