Triste madre
Bilbao. 24/05/2022. Palacio Euskalduna. ABAO. Puccini: Madama Butterfly. Maria Agresta (Cio-Cio-San). Sergio Escobar (Pinkerton). Damián del Castillo (Sharpless). Carmen Artaza (Suzuki). Jorge Rodríguez-Norton (Goro). Fernando Latorre (Tío Bonzo). José Manuel Díaz (Yamadori/Comisario). Marta Ubieta (Kate Pinkerton). Orquesta Sinfónica de Bilbao. Stefano Monti, dirección de escena. Henrik Nánasi, dirección musical.
ABAO ha puesto fin a su presente temporada lírica con Madama Butterfly de Puccini. Es verdaderamente impresionante el calculado desarrollo emocional que el compositor de Lucca destila en esta obra. Al margen de cuál sea el resultado concreto de cada interpretación, siempre se escapa una lágrima, siempre se hace un nudo en la garganta ante el injusto drama que padecen Cio-Cio-San y su hijo. Siempre conmueve escuchar ese Triste madre de labios de Butterfly, cuando asume su trágico final.
En esta ocasión el rol titular corrió a cargo de la soprano italiana Maria Agresta, quien parece haber recuperado con éxito su lugar de antaño en el panorama lírico europeo. Lo cierto es que la voz está en forma. Si bien suena un tanto metálica, deja oirse con solvencia en la gran sala del Euskalduna y la intérprete frasea con empeño. La soprano italiana siempre había destacado por ser una cantante-actriz de gran intensidad, en la senda de otras excelsas representantes de este mismo rol como su compatriota Fiorenza Cedolins.
Así las cosas, la representación fue in crescendo, con Agresta acertando a brillar en los momentos más destacados e intensos de su parte: desde el dúo del primer acto con Pinkerton a sus dos consabidas intervenciones postreras (Un bel dí vedremo y Tu tu piccolo iddio). Realmente Agresta convenció y emocionó con su interpretación en los actos segundo y tercero, especialmente con Che tua madre dovrá. Apenas cabe reprochar la puntual tirantez y apertura de algunas notas agudas, pero al mismo tiempo cabe ponderar el arrojo de la intérprete al no arredrarse con ellas.
Completando el elenco, en los roles principales, cumplieron con creces tres voces españolas bien escogidas. El tenor Sergio Escobar aportó una voz sonora y desenvuelta, buscando por lo general matizar el texto, covenciendo con su interpretación más allá de alguna apretura puntual en la emisión.
La joven mezzosoprano donostiarra Carmen Artaza, flamante ganadora del Concurso Viñas en 2021, exhibió un instrumento interesante, de indudable potencial. Quizá le falten aún tablas para moverse por el escenario con soltura -tampoco esta producción le daba mucho margen-, pero dada su juventud y su predisposición, sin duda ganará experiencia rápidamente. Una voz a seguir de cerca, sin duda alguna.
Damián del Castillo hizo gala de su excelente oficio con un Sharpless irreprochable. Lo mismo cabe decir del Goro de Jorge Rodríguez-Norton, siempre profesional en su desempeño. Cerrando el cartel, un nutrido equipo de comprimarios, de probada solvencia: José Manuel Díaz como Yamadori y Comisario, Fernando Latorre como Tío Bonzo y Marta Ubieta como Kate Pinkerton.
El foso sonó francamente bien esta vez, con el maestro húngaro Henrik Nánasi al frente de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Nánasi plantea la obra con un bien medido equilibrio entre el dramatismo y el análisis, dejando escuchar con nitidez la prodigiosa orquestación de Puccini y cargando las tintas, con buen criterio, en los instantes de más calado emocional. La BOS respondió con manifiesta solvencia, mucho mejor que en anteriores prestaciones en el foso del Euskalduna.
La propuesta escénica de Stefano Monti cumple con las expectativas, siempre dentro de un prisma sumamente clásico y convencional, de recreación puramente literal del libreto. Se trata de una propuesta bastante superficial, de escaso relieve dramático, aunque bien llevada a término.
Fotos: © E. Moreno Esquibel