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Un clásico contemporáneo

Barcelona, 27/11/2022. Auditori de Barcelona. Obras de Brahms/Berio, Neuwirth y Schönberg. Orquestra Simfònica de barcelona i Nacional de Catalunya. Andreas Ottensamer, clarinete. Matthias Pintscher, dirección musical.

Pelleas und Melisande es la primera obra orquestal completa de su autor. Data de febrero de 1903, cuando el compositor contaba con 28 años. Schönberg inició su composición en 1902 desconociendo que una ópera de Claude Debussy sobre la misma obra de Maeterlinck estaba a punto de estrenarse en París. El poema sinfónico de Schönberg se estrenó ei 25 de enero de 1905 en el Musikverein de Viena bajo la dirección del propio autor en un concierto que incluyó también la primera ejecución de Die Seejungfrau de Alexander von Zemlinsky (la partitura, sin embargo, no fue publicada hasta 1912).

Pero Pelleas und Melisande ocupaba sólo la segunda parte. En la primera se ejecutó el arreglo que Luciano Berio escribió en  1986 de la  Sonata para Clarinete Op. 120, No. 1  (1894) de Johannes Brahms. Se trata de una versión muy fiel al original, excepto en lo que respecta a la sección introductoria. La grabó en 1992 el clarinetista  James Campbell con la London Symphony Orchestra bajo la dirección de Geoffrey Simon para Cala Records. Más tarde la Orchestra Sinfonica di Milano Giuseppe Verdi y Riccardo Chailly protagonizaron una nueva publicación. Es inevitable preguntarse por la utilidad de todo ello aunque sea perfectamente legítimo que Berio quiera dar unos retoques a esta y otras obras.

Se completó la primera parte con Masaot/Clocks without hands de la compositora austríaca Olga Neuwirth, que reconoce en Luigi Nono una influencia principal. Se trata de un encargo de la Filarmónica de Viena de 2010 para el centenario de la muerte de Mahler pero la comosición se pospuso hasta 2015, ya sin encargo mediante. 

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Le correspondió la dirección de todo ello a Matthias Pintscher, compositor además de director, lo cual podría haber coadyuvado a la presencia de Berio y Neuwirth en el programa. El clarinetista solista, Andreas Ottensamer, tuvo que luchar con la vaporosa acústica que el Auditori reserva a las maderas. De entre la bruma se pudo apreciar una ejecución notable aunque tanto en lo que se refiere al solista (con el atenuante citado) como a la orquesta se echó de menos un mayor clasicismo y claridad en la articulación en pasajes que lo reclamaban.

La obra de Olga Neuwirth pretende plantear una historia ("masa'ot" en hebreo significa historia o relato) de viaje por el Danubio. Además del título la pieza incluye una muy explícita cita a cierto tema "klezmer". Del caos primigenio del río (hecho de colorismo e incertidumbre tonal) se despedazan retazos de un vago discurso sinfónico y citas a la música militar o la música hebrea. Todo ello en su justa mesura y con buena respuesta del público a un discurso amable en el buen sentido de la palabra y a los buenos oficios de la orquesta y su director para arrojar luz sobre todo ello.

El hecho de que Pelleas und Melisande sea una obra juvenil no significa que sea de fácil escucha. Los numerosos pasajes contrapuntísticos, el cromatismo exasperado y la longitud de la obra le dan densidad al caldo. La orquestación es enorme y la obra se desarrolla sin solución de continuidad. Y es de una gran belleza, pero según el propio autor "el estreno de esta obra, acontecido en 1905 en Viena bajo mi dirección provocó grandes tumultos entre el público y también entre los críticos. Uno de los críticos sugirió que me metieran en un manicomio. Sólo seis años después, bajo la dirección de Oskar Fried, la pieza tuvo un gran éxito, y desde entonces no ha irritado más a los oyentes". 

Tampoco irritó al público del Auditori bajo la dirección de Matthias Pintscher. La obra se impuso a través de la orquesta y su maestro, que aplicaron la claridad y la intensidad que son la clave de cualquier interpretación. Hubo atención a las dinámicas y bello fraseo en los ecos tristanescos que aparecen aquí y allá en la obra de Schönberg. El discurso fue fluido y convincente hasta el punto de hacer corto este poema sinfónico de tres cuartos de hora sin cortes. Y fue muy gratificante observar en la actitud del público durante y después de la ejecución que lo que en cierto momento irritó a los espectadores es ahora ya un clásico.