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Más allá de la tradición

Berlín. 08/05/2024. Philharmonie. Smetana: Ma Vlast. Berliner Philharmoniker. Kirill Petrenko, dirección musical.

Ma vlast (Mi patria) de Bedrich Smetana es una partitura ideal para exhibir el virtuosismo de una formación como los Berliner Philharmoniker, con solistas de primerísima fila en muchos de sus atriles (unas maderas inolvidables en esta ocasión). En manos de un director tan analítico y al mismo tiempo tan teatral como Kirill Petrenko, la obra despliega todos sus atractivos: una paleta casi infinita de colores, un vigor rítmico de primera y un vapor romántico refinado y sutil. Y precisamente en esas coordenadas se incardina la lectura del maestro ruso con la que la Filarmónica de Berlín ha abierto este año el Festival de Primavera de Praga, conmemorando de paso el 140 aniversario de la muerte de Smetana. Y es que Petrenko rehusa ahondar en un romanticismo pagado de sí mismo, complaciente y edulcorado. En lugar de cargar las tintas, se diría que el titular de los Berliner buscaba aligerar la pieza, leerla sin el peso de la tradición y lejos de cualquier sentimentalismo. 

Dicho esto, con Petrenko nos situamos de algún modo en las antípodas de las versiones discográficas de la obra con las que todos hemos crecido, las comandadas por Rafael Kubelik, Karel Ancerl o Václav Neumann. En esa misma senda se inscriben asimismo las dos última grabaciones de la obra de obligada reseña: la más reciente de la Filarmónica Checa con Semyon Bychkov, excepcional y a mi parecer superior a la de 2017 con la misma orquesta y el desaparecido Jiri Belohlavek; y la de Jakub Hrusa con la Sinfónica de Bamberg, no menos excelsa y aparecida en 2016. En cambio Petrenko prefiere situarnos lejos de ese aire bohemio tan característico y tan grato que hemos asociado siempre a esta obra y que sin duda está ahí, presente en la partitura. Con los Berliner descubrimos mucho más que la belleza del tema lírico de 'El Moldava', la parte más difundida y popularizada de la obra.

El refinamiento tímbrico fue la tónica que marcó toda la ejecución de los Berliner, comandados por Petrenko con una firmeza y transparencia apabullantes. Toda la lectura estuvo marcada por una inteligente contención expresiva, de manifiesto rigor en los tiempos y de exquisita moderación en las dinámicas, sin rehuir los finales triunfales y los momentos de climax más explosivos y espectaculares. En conjunto, una visión hasta cierto punto inédita y universalista de una obra a menudo reducida a un fresco romántico de aires costumbristas, cuajada de guiños a la tradición local. Precisamente cuando se conmemoraba el 200 aniversario de la Novena de Beethoven, Petrenko pareció decidido a irradiar ese mismo halo de universalidad sobre la partitura de Smetana.

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Fotos: © Stephan Rabold