Un Bruckner extrovertido
Dresde. 10/05/2024. Kulturpalast. Dresden Musik Festspiele. Bruckner: Sinfonía no. 5. Royal Concertgebouw Orchestra. Klaus Mäkelä, dirección musical.
Klaus Mäkelä es sin duda la batuta del momento, el director que está en boca de todos. Su reciente designación como siguiente director titular de la Chicago Symphony Orchestra, sumado a su próxima titularidad con la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, ha puesto sobre él aún más si cabe los focos. Cuando le entrevisté para la portada de marzo de 2022, aquí en Platea Magazine, el joven director finlandés me habló de su trabajo con verdadera devoción. Creo, honestamente, que tiene un talento sin igual, es uno entre un millón, pero entre todos tenemos que tener la prudencia de darle tiempo para trabajar, expresarse e, incluso, equivocarse, porque se tiene que equivocar para seguir avanzando. Y digo esto porque esta Quinta de Bruckner que nos ocupa, con la que se inauguró el Festival de Música de Dresde en su edición de 2024, no fue todo lo sobresaliente que cabía esperar, dentro de la excelencia a la que siempre rinden los músicos de la Orquesta del Concertgebouw, todo sea dicho.
Recientemente, en ocasión de un concierto de Marie Jacquot con Euskadiko Orkestra, me refería a la cuestión del edadismo, considerando que no deberíamos emplear la variable de la edad como criterio para jugzar una interpretación como más o menos lograda, en torno a determinados repertorios, como si se pudiera por ejemplo hacer un Mozart solvente con menos de treinta años pero como si fuera imposible hacer lo propio, precisamente, con la obra de Bruckner o con la obra de Mahler. Retomo aquí esa reflexión porque si esta Quinta de Bruckner que nos ocupa quedó lejos de ser redonda no lo fue, creo, por la juventud de Mäkelä, sino porque la propia dinámica de estas giras es a veces su principal enemigo, cambiando de sala de un día para otro, con apenas tiempo para una breve prueba acústica, etc. Y dicho esto, ojo, no como demérito a la sala, pues el Kulturpalast de Dresde es un espacio muy digno y de acústica muy solvente, como pudimos comprobar el día anterior con Die Walküre de Wagner a manos de Kent Nagano.
La Quinta de Bruckner, además, es una de las más especiales entre las sinfonías del compositor de Ansfelden, con un raro desarrollo interno y con una sonoridad muy propia, bastante experiemntal, justo antes del magnífico desarrollo de la Sexta y la Séptima y como dando una vuelta hacia adentro -que no un paso atrás-, después de la impresionante Cuarta. Así las cosas, en la lectura de Mäkelä creo que faltó misterio y se echó de menos una mayor tensión interna. Fueron muchos los instantes brillantes y asombrosos en la pura ejecución técnica, pero no hubo una visión general que impregnara toda la sinfonía. Fue más una sucesión de geniales miniaturas y no tanto una arquitectura en perfecto desarrollo orgánico, lo que aspira a ser de hecho cualquier sinfonía de Bruckner.
En general, además, la extroversión ganó a la introversión y en Bruckner me temo que hace falta un equilibrio muy logrado entre ambas cosas. Mäkelä se apoyó así en la asombrosa ejecución de la RCO, con unos metales de auténtico ensueño, que no fallaron ni un solo ataque en todo el concierto. Sí que hay que alabarle a Mäkelä, en este punto, su buen manejo del equilibrio sonoro entre las diversas secciones, dejando escuchar a las maderas y matizando con buen tino el sonido de las cuerdas, tan voluminosas.
El resultado fue un Bruckner, en líneas generales, demasiado extrovertido, sin duda efusivo, poderoso y restallante pero algo falto de contrastes, necesitado de mayores tensiones internas y a menudo poco contemplativo.
Fotos: Stephan Floss