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Desde Madrid-Barcelona con amor

Madrid. 29/06/24. Teatro de la Zarzuela. Vives: Doña Francisquita. Marina Monzó (Francisquita). Alejandro del Cerro (Fernando). María Rodriguez (Aurora). Manuel de Diego (Cardona). Milagros Martín (Francisca). Santos Ariño (Matías). Isaac Galán (Lorenzo). Lucero Tena, castañuelas. Gonzalo de Castro (Productor, Realizador, Director), entre otros. Coro del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Guillermo García Calvo, dirección musical. Lluís Pasqual, dirección de esccena.

Qué gratificante es cuando la sinergia de la escena, cantantes y orquesta se traduce en una feliz comunión con un público receptivo y con ganas de reencontrarse con la mejor zarzuela. Así pasa con esta premiada producción de Lluís Pasqual, que no deja de ser un canto de amor por el género, por Madrid y por Barcelona, provincia donde nació Amadeo Vives. Triunfa una idea que conjuga con sabiduría teatral un movimiento escénico que funciona como un reloj, una caracterización precisa fruto de un laborioso trabajo de conjunto y la fluidez de una producción rodada y certera que mezcla la poesía por el amor a la zarzuela con la complicidad de cantantes, actores, bailarines y una orquesta inspirada y flexible. Un merecido premio Max a la Mejor Producción Lírica (2020), pues aquí todo es gozo y alegría.

Detallismo, gracilidad en los tempi, acompañamiento con cariño a los cantantes y respuesta de una empática Orquesta de la Comunidad de Madrid que fluye en volandas bajo la dinámica batuta de un Guillermo García Calvo orgánico y cómplice. Atractivo trabajo también el de la Rondalla Lírica de Madrid “Manuel Gil”, con sus fantásticas bandurrias, laúdes y guitarras que aportaron ese punto folklórico sin caer en la caricatura y que es uno de los ingredientes imprescindibles para el triunfo de la función. Igualmente el cuerpo de bailarines que con sus festivos números ensalza una partitura que es un continuo fluir de gozo musical. Lástima que no siempre fue a tempo el zapateado de los bailarines con el tempi de la orquesta desde el foso.

En el rol titular disfrutó e hizo disfrutar la Doña Francisquita de la valenciana Marina Monzó, quien ha debutado rol en plenitud de facultades. El timbre grácil, los agudos evanescentes, un centro lustroso y esa picardía entre ingenua y dominadora que ha de tener la protagonista resultaron ideales en su voz y caracterización. Valiente, de heroico timbre y arrestos expresivos el Fernando del tenor Alejandro del Cerro. Siempre de canto expansivo y empático, llegó al final de la representación algo cansado, sin duda en el rol más comprometido y difícil de la zarzuela, con buen empaque técnico y generosidad interpretativa.

Elegante y siempre en el punto justo entre la chulería y la comicidad el Cardona de Manuel de Diego. De timbre atractivo y canto impecable, sin caer en la mueca fácil bufa, demostró profesionalidad y tablas para un trabajo general de gran solvencia y calidad. Simpática y solvente la Doña Francisca de Milagros Martín. Con un deje teatral algo añejo, pero efectivo, cumplió con gracia y salero madrileño como la madre cómplice y amorosa. Entre los numerosos y más que llamativos secundarios destacar el maduro Santos Ariño como Don Matías, el Lorenzo del siempre infalible Isaac Galán o el vistoso y roba-escenas lañador del tenor Francisco José-Pardo, de fresco timbre y valiente emisión.

El coro asumió sus intervenciones con notable crédito y brilló el actor Gonzalo de Castro con su torrencial dicción y naturalidad en los textos hablados firmados por Lluís Pasqual. La emocionante aparición de la legendaria Lucero Tena en el Fandango supuso la culminación de una función que une el amor por la zarzuela, la inspiración y un resultado teatral que es un éxito merecido para todos. ¡Viva la zarzuela!