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La vitalidad de un veterano

Berlín. 11/10/2024. Philharmonie. Obras de Mendelssohn y Bruckner. Berliner Philharmoniker. Augustin Hadelich, violín. Marek Janowski, dirección musical.

A sus 85 años de edad, Marek Janowski forma ya parte de la ilustre y reducida nómina de maestros ciertamente veteranos aunque todavía en activo, junto a otros renombrados maestros como Herbert Blomstedt (97 años) o Zubin Mehta (88 años). Desde su debut con los Berliner Philharmoniker haya por 1976, este director de origen polaco ha sido un invitado regular de la célebre formacion berlinesa. Y así ha sido nuevamente esta temporada, en el marco de la integral de las sinfonías de Bruckner que la Filarmónica de Berlín viene desarrollando con distintas batutas -hace unas semanas pudimos disfrutar de la Quinta a manos del titular del conjunto, Kirill Petrenko-.

Janowski es lo más parecido a un genuino Kapellmeister que podamos encontrar hoy en día. Discípulo de Wolfgang Sawallisch, su carrera ha transcurrido siempre lejos de los focos, sin ambiciones mediáticas aunque al frente de orquestas sumamente sólidas. Fue titular de la Royal Liverpool Philharmonic de 1983 a 1986, hizo lo propio con la Orquesta Gürzenich de Colonia de 1986 a 1990, encabezado la Orquesta Filarmónica de Radio France de 1984 al año 200, fue el titular de la Filarmónica de Monte-Carlo de 2000 a 2005, lideró la Filarmónica de Dresde de 2001 a 2004 y ha vuelto nuevamente a liderarla desde 2019 a 2023, fue el titular de la Sinfónica de la Radio de Berlín de 2002 a 2016 y lideró la Orquesta de la Suisse Romande de 2005 a 2016.

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Poca broma, pues, con la trayectoria de un maestro que será quizá poco mediático, ya digo, pero que atesora también una discografía de primera con orquestas con la Staatskapelle de Dresde -su celebrado Anillo wagneriano- o la Pittsburgh Symphony Orchestra -una sólida integral sinfónica de Brahms-. Sus dos últimos discos han sido, por un lado, una insólita grabación de Un ballo in maschera con Saioa Hernández y Freddie De Tommaso, y por otro un álbum con las sinfonías 'Inacabada' y 'Grande' de Schubert con la Filarmónica de Dresde, ambos álbumes en Pentatone. De Janowski es también uno de mis discos favoritos, un álbum con lieder de Strauss junto a la soprano Soile Isokoski y la Sinfónica de la Radio de Berlín, editado en 2002.

Recapitulo todo esto para reforzar la idea de que Marek Janowski es un maestro de una extraordinaria solidez, de probada técnica y con un vasto repertorio a sus espaldas. En esta ocasión, con los Berliner, se hizo cargo de la Séptima sinfonía del celebrado autor de Ansfelden. Maestro de gesto adusto pero sumamente incisivo, Janowski podrá parcer a veces un director algo seco, algo duro en el planteamiento de las transiciones sobre todo. Digamos que tiende a no ceder ni un ápice en el fraseo, no se recrea incluso donde la partitura parece dejar espacio para hacerlo. El resultado es un Bruckner directo, inmediato, casi urgente, sin tregua, contundente y hermoso, sólido y convincente, aunque de una pieza.

De esta Séptima escuchada con los Berliner, en la versión de Dresde, me quedaría con la solidez de los dos primeros movimientos, especialmente inspirada la coda que pone el broche al primero de ellos y sobresaliente la solemnidad del Adagio, de una monumentalidad muy bien llevada. El Scherzo en cambio fue especialmente seco e implacable; y el Finale, personalmente, no creo que esté a la altura del resto de la partitura y Janowski desaprovechó un tanto la coda final, algo precipitada en su resolución.

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El concierto se había abierto, en la primera mitad, con una excelente versión del Concierto para violín de Mendelssoh, con August Hadelich como solista. El violinista, nacido en Italia aunque nacionalizado en Austria y en Estados Unidos, hizo gala de un gusto exquisito en el fraseo, amén de una calidad técnica más que probada. Hadelich resultó un intérprete de gran musicalidad, sumamente detallista, exhibiendo un gran dominio de la partitura, que lleva años interpretando por medio mundo. Si bien el sonido que obtiene de su Guarnieri no es enorme -más que suficiente, pero no voluminoso-, la manera de articular y frasear de Hadelich logra una presencia escénica muy notable. Es un violinista contenido pero expresivo, elegante incluso.

Janowski amortiguó sumamente a la orquesta en esta partitura, buscando un colchón sonoro en piano, a menudo incluso en pianissimo, como recreando el plano más camerístico de esta obra. La nómina de los Berliner contaba en esta ocasión con algunos de sus más insignes miembros, sobre todo en las maderas donde pudimos disfrutar de Emmanuel Pahud a la flauta y Albrech Mayer con el oboe. Janowski, a diferencia de la sinfonía de Bruckner, dirigió este concierto con partitura.

Un concierto brillante y sólido en el que sorprendió la vitalidad del veterano Marek Janowski, amén del  siempre extraordinario desempeño de la Filarmónica de Berlín.

Fotos: © Monika Rittershaus