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Talento y música de la Europa Oriental

Barcelona. 09/11/24. L’Auditori. Obras de Max Bruch y Béla Bartók. Alexandra Conunova, violín. Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Cristian Macelaru, dirección.

Con minuto de silencio por los afectados por la DANA en Valencia comenzaba la velada cuyo programa ocupó el pasado viernes y sábado. La batuta invitada de Cristian Macelaru volvía a la casa de la OBC con un programa más exigente de lo pudiera parecer a primera vista: un menú de “solo” dos obras, que a pesar resultar en un concierto razonablemente breve, se consumó como uno de los más importantes capítulos violinísticos de la temporada.

El último reencuentro memorable del director rumano con la OBC, en 2022, con un programa de Schumann, ya cristalizó en un buen entendimiento con la orquesta. Como curiosidad, el destino ha querido que Marcelaru y su hermana, integrante actual de los segundos violines, coincidieran de nuevo en el escenario, como ya ocurrió en la anterior ocasión. Y hablando de violines, no podía faltar la protagonista de la velada, Alexandra Conunova, una de las principales voces moldavas del violín actual, convocada para interpretar el Concierto para violín y orquesta nº 1 en sol menor, op.26 de Bruch. El príncipe de madera, op.13 del húngaro Béla Bartók, ocupaba la otra media parte.

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Ganadora del premio Joseph Joachim –oportunamente, el legendario violinista que ayudó a Bruch en la composición del concierto en cuestión y a quien este finalmente dedicaría–, Conunova ha cosechado una respetadísima carrera con grandes logros tanto en Alemania como en Singapur, aclamada por su pasional virtuosismo.

De negro, en señal de luto por los afectados, irrumpió la violinista con su apreciada reliquia de madera: un Guadagnini de 1785 valorado en dos millones de euros. Tres años después del incidente con la aduana moldava –en el que se le confiscó el instrumento de forma temporal debido a un error en la documentación que causó revuelo en redes–, Conunova relució de nuevo en la Ciudad Condal con su imponente instrumento y poco margen de mejora a lo largo del Primero de Bruch.

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En visible comunicación con la orquesta, la moldava se desenvolvió de manera integrada con el conjunto sin ser perdida de vista por el experimentado director durante el Allegro moderato. Destacó su dominio en las dobles cuerdas y ofreció una espectacular cadenza muy natural y nada forzada, como si el violín fuera una extensión de su cuerpo y el rubato una consecuencia orgánica de su musicalidad. Conunova dibujó elegantemente las líneas del Adagio central, con un vibrato innegablemente emotivo, aunque el carácter dócil de la música hizo más notable una respiración algo excesiva, o muy marcada, y la afinación en general “tiró a lo alto” en gran parte del movimiento. Pulió esos detalles en un formidable tercer movimiento lleno de energía, en el que la moldava sacó a relucir sus mejores dotes técnicas, brillando en los veloces legati y en esos arpegios de vértigo iniciales. Conunova sacó aquí sí, su mejor lirismo durante el segundo tema, firmando un bello dúo con el primer trompista, mientras Macelaru extraía toda la pirotecnia de una OBC muy conectada con el director. Regaló de propina uno de los Dos estudios de concierto de Ştefan Neaga, compositor moldavo de principios del siglo XX, despidiéndose la artista con elegancia y arqueos muy suaves.

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La colosal partitura de Bartók, compuesta en una época de gran inspiración en castillos y cuentos, resonó en el auditorio barcelonés con convicción, con un Macelaru que gestionó bien la enorme masa orquestal, con sus refuerzos en maderas –también saxos–, metales, y restantes. Se agradeció la lograda sincronía con los sobretítulos que permitió seguir el hilo de la narración, y junto a los músicos, la batuta de Macelaru hizo el resto. Desde el crescendo inicial hasta los puntos más climáticos, la OBC cumplió con la interpretación, que supone la primera entera que interpreta la orquesta, y se creció en los grandes momentos, como la batalla del príncipe. Aunque algunos detalles, como el pasaje de cuerdas en col legno quizá pudo precisarse algo más, el nivel grupal dejó muy buenas sensaciones que esperamos vuelvan a repetirse con la siguiente visita del maestro.

Fotos: © May Zircus