‘Deux’ bien

Barcelona. 20/12/24. L’Auditori. Obras de Río-Pareja, Schumann y Beethoven. Gautier Capuçon, violonchelo. Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Ludovic Morlot, dirección.

Si hace tres meses  Renaud Capuçon se reencontraba con Ludovic Morlot en la sede de la OBC, el último coletazo sinfónico de la temporada lo ha protagonizado su hermano menor, el violonchelista Gautier Capuçon. El aclamado solista ha despedido el año con un estelar doblete de viernes y domingo interpretando el Concierto para violonchelo en la menor de Schumann, dándose la peculiar coincidencia de haber sido convocado en la misma temporada OBC que su hermano, bajo la batuta del maestro y paisano Morlot. El menú estuvo precedido por el estreno del compositor catalán José Río-Pareja, y coronado con la Sexta sinfonía de Beethoven. 

Encargada por la OBC, la propuesta de Río-Pareja fue, en cierto sentido, una representación de los destacados atributos del compositor, avalados por una trayectoria formidable; “un homenaje a las músicas de autoría desconocida”. Doctor en composición desde 2007, regaló al público un explicativo discurso que sirvió a los oyentes de guía musical y programática a través de su Sinfonía Efímera de tres movimientos, que dejó oír algunos destellos de calidad orquestal e ideas interesantes. Sin embargo, a pesar de sus cualidades, como la originalidad y la variedad en las fuentes, escritura, tratamiento de materiales, entre otras– la obra no pareció lucir con gran esplendor en algunas de las secciones.

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En el pase del viernes, el inicio de Sola, primer movimiento de inspiración renacentista, se desenvolvió con mucha tibieza cuando la partitura parecía demandar tensión y cierto brío, tras el ataque dramático con el que abre la pieza, y un prometedor juego de texturas multitímbricas. La orquesta pareció algo blanda, en muchos de los tutti orquestales, aunque en lo individual, los intérpretes cumplieron con creces, desde la arpista y sus pasajes en bisbigliando, al atentísimo trío percusionista. El segundo, Alalá, una incursión a la microtonalidad basada en una melodía gallega, consiguió un logrado preámbulo, aunque la cuerda pareció no tocar con la suficiente energía en varias partes, a pesar del sugestivo esbozo atmosférico dibujado por Río-Pareja. Cants de batre, inspirado en Valencia, se desenvolvió con mayor suerte. Aunque los elementos onomatopéyicos no resultaron ser del todo evidentes, quizá se trató del más logrado de los movimientos, bordado con grupetos motívicos y otros elementos coherentes, y fanfarrias que hicieron conectar a los más perdidos.

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Capuçon regresaba al escenario armado con su chelo Stradivarius y presumió de dotes expresivas sobre la primera cuerda, ya en los inicios del concierto de Schumann. Una diestra incansable en la segregación de matices, frotando sul tasto o sul ponticello con meticulosidad y coherencia, fue una de las marcas personales del francés, que conectó con la orquesta con facilidad, gracias a un Morlot que ahora sí empezaba a exprimir todo el potencial de su tropa, especialmente en las partes más virtuosas, con su impoluto detaché en staccati. Presumió de claridad en las dobles cuerdas y el chelista deslumbró al público con su cadenza en el tercer movimiento. Una propina arreglada de su puño y letra, escrita para dúo y sección de chelos, basada en Shostakóvich, deleitó a la audiencia, y el público replicó con generosidad. 

La Pastoral de Beethoven confirmó la tendencia ascendente del concierto y no tardó su carácter en contagiar el ánimo de los integrantes, especialmente flautistas y oboístas durante el primer movimiento. La batuta del director titular elevó la placidez bucólica del segundo a nobleza musical con gran naturalidad, bien atento a los cambios de tempi del tercero, que acometió con cierta ligereza desde el primer compás. Morlot invocó una convincente tormenta en el cuarto y construyó un canto pastoral evocador para el quinto acto, que despidió una velada satisfactoria, y sobre todo, con la sensación de haber hecho, en perspectiva, bien los deberes.

Fotos: © May Zircus