© A. Bofill
Luces y sombras
Barcelona. 11/05/2025. Palau de la Música Catalana. BCN Clàssics.Mozart: Sinfonía no. 41. Mahler: Sinfonía no. 1. London Symphony Orchestra. Gustavo Dudamel, dirección musical.
Gustavo Dudamel y la London Symphony Orchestra se presentaron el otro dia en el Palau con un programa que podemos calificar de muy popular, sobretodo si tenemos en cuenta que las sinfonías de Mahler (y particularmente esta primera) se han convertido en el pan nuestro de cada dia. Ya la noche anterior se habían presentado en el Liceu (con la colaboración de Martina Rebeka) para un programa algo más original.
El Palau estaba, por lo tanto, lleno. La popularidad del director y el prestigio de la orquesta, junto al repertorio elegido, lo ponían fácil. Para empezar una Sinfonía Jupiter de la que esta misma orquesta ya hizo años ha una versión referencial bajo la dirección de Claudio Abbado. Nos encontramos de inmediato con un tema principal enfrentado con energía por parte del director y con excelente nivel técnico por parte de la orquesta. Para un anticuario acostumbrado a Klemperer evidentemente los tiempos resultaban ligeros. Dudamel enfocó este inicio en estilo recitativo, contrastando el tempo de los acordes del tutti de cuerdas y maderas (rígido) con el del fraseo subsiguiente de los violines y violas, mucho más libre. Aunque no hay nada en la partitura escrito al respecto (Allegro vivace y punto) no es este un invento de Dudamel, si bien parece que intentó subrayar este carácter, como hacen algunos directores con el inicio de la obertura de La flauta mágica y otras introducciones similares del mismo autor. Durante el primer movimiento hubo gran intensidad en los momentos más dramáticos y un buen control de las dinámicas.
Y aunque en el segundo movimiento siguió el despliegue de eficiencia técnica y las cuerdas exhibieron un sonido precioso aunque tal vez aquí faltara la calidez requerida. En cualquier caso el sonido del conjunto orquestal fue siempre excelente y equilibrado, dando continuidad a un discurso muy fluído por parte del director durante el tercer movimiento. Pero lo mejor estaba por venir. La exhibición de la orquesta en el último movimiento fue memorable, un orquestón con todas las letras, una sección de cuerdas técnicamente virtuosísima, con una sección grave de antología (qué placer ver tocar a esos contrabajistas...) y un director atento al control de las dinámicas. Acabamos la primera parte en muy buen tono y excelentes presagios.
Puestos en este nivel de expectativas hay que decir que la segunda parte fue un tanto decepcionante. De entrada no ayudó para nada un ambiente de una lamentable dispersión, como si las indicaciones de ppp y Langsam vinieran a significar que pueden toser ustedes antes de que sea demasiado tarde (ya lo era) e incluso acabar de concretar esa cita que no ha quedado establecida con suficiente solidez durante el descanso. Lamentable.
Ello no impidió a nuestros héroes de la sección de cuerdas tocar con fraseo delicadísimo el tema vinculado a Ging heut Morgen übers Feld y al maestro y al conjunto orquestal exhibir cierta maleabilidad en los cambios de tempo (accelerandi, stringendi y ese tipo de cosas). Pero su bienintencionada labor se desarrolló entre toses, teléfonos móviles, caídas de objetos y todo tipo de sabotajes. Y hubo otras debilidades, sobretodo cierta falta delicadeza en alguna intervención de los metales y particularmente en la construcción del gran crescendo.
Y fueron precisamente este tipo de cosas las que lastraron el segundo movimiento, enfocado en tiempo lento, con escasa presencia de las maderas y poco delicado en general (particularmente los metales en algun momento íntimo).
El tercer movimiento empezó mejor, con un bello cojín de las cuerdas (esas cuerdas!), aunque el ataque del contratema en las maderas pudo ser más delicado (tema que en cambio la sección de cuerdas fraseó gloriosamente). Y siguieron buenos momentos como la exposición del tema asociado a Die zwei blauen Augen. Me pregunto, sin embargo, el porqué de ese rallentando inicial en el tema consignado con la indicación Mit Parodie.
El tremendo último movimiento empezó sin embargo faltó de emoción, sin retención de ese tema de cuerdas que anuncia una explosión, con unas intervenciones un tanto estrepitosas de la percusión. En la parte lenta la sección de cuerdas volvió a sonar gloriosa, pero la construcción del clímax no fue muy refinada y el final resultó un tanto grosero y precipitado por las prisas del maestro.
Evidentemente el nivel técnico general de la orquesta es excelente y el maestro ofreció buenos momentos que han sido consignados en esta reseña, pero es inevitable pensar que con una orquesta así se podía haber conseguido algo más de este Mahler que acabó resultando un tanto irregular.
Fotos: © A. Bofill