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Cry me a River

Perelada. 13/07/2025. Festival Perelada. Obras de Verdi, Puccini, Charpentier y otros. Angel Blue, soprano. Bryan Wagorn, piano.

Compartir los sentimentos desde el escenario, de manera abierta y transparente, es sin duda una virtud si se hace con medida y proporción. Pero un exceso de emoción puede precipitar la velada hacia el sentimentalismo y eso es, en parte, lo que sucedió con el debut en el Festival Perelada de la soprano Angel Blue, en un recital cuajado de lágrimas de principio y a fin.

La soprano norteamericana decidió empezar el recital con el Ave Maria de Schubert, en homenaje a las víctimas de la dana de Valencia, donde ella misma había pasado un tiempo entre 2009 y 2010, en el Centro de Perfeccionamiento de Les Arts. No en vano ese mismo año, en junio de 2010, Angel Blue haría su debut oficial sobre un escenario español como Micäela en una Carmen protagonizada por Elina Garanča.

Sin solución de continuidad, literalmente, la soprano y su pianista Bryan Wagorn se precipitaron en un 'Ritorna vincitor' de Aida que sonó atropellado e innecesariamente veloz, sin tiempo apenas para paladear la soprano las bellas frases lentas que Verdi depara en estos compases, al hilo de una melodía bellísima y ensoñadora que aquí pasó sin pena ni gloria.

Y nuevamente sin dar tiempo a un respiro, sin espacio siquiera para un aplauso de cortesía, pianista y soprano se precipitaron en el 'Donde lieta usci' de Mimì en La bohème. La página, nuevamente, fue llevada con un tempo excesivamente riguroso, sin apenas recogimiento o lirismo.

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Antes de seguir conviene puntualizar que estamos hablando de una soprano importante, con una trayectoria de mucha entidad fuera de nuestras fronteras. Acaba de cantar La traviata en la Arena de Verona y ha sido Aida en el Met hace apenas unos meses, junto a Yannick Nézet-Séguin. Y el año pasado protagonizó la última noche de los Proms de Londres. La voz es grande, timbrada y suena bien impostada, especialmente con un centro sólido y de grata sonoridad. No cabe decir lo mismo de un agudo un tanto estentoreo y algo agrío, al que no acompañó desde luego la acústica de la iglesia de Perelada.

Sea como fuere, siguieron después 'Depuis le jour' de Louise y 'Vissi d´ arte' de Tosca. A la primera pieza le faltó encanto y refinamiento, por más que Angel Blue resolviera la página con solvencia pero sin virtuosismo vocal. La segunda aria, en cambio, sonó mucho más canónica y elevó un tanto el nivel de lo escuchado hasta entonces, a pesar de un final algo plano, vocal y expresivamente hablando.

Ya sobre el papel sorprendía que el broche a la primera mitad fuera el 'Heia, in den Bergen' de Die Csárdasfürstin de Kalman, una página myormente festiva que se alejaba por completo del hilo conductor que parecían apuntar las arias precedentes. Y ciertamente fue un dislate porque Angel Blue se quedó sola aplaudiendo en mitad de la Iglesia del Carmen, al tiempo que gritaba un 'Ole España' que -como era de esperar- no encontró respuesta por parte del público local. 

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La segunda mitad del concierto no fue precisamente menos variopinta, si bien Angel Blue pareció fluir de un modo más natural, aunque nuevamente emocionada y peleando con unas lágrimas que casi le impidieron cantar en varias ocasiones. La intérprete norteamericana mostró una afinidad indudable con las canciones americanas de Harold Arlen (I wonder what become of me) y George Gershwin (Our love is here to stay). Y la magia surgió, por fin, con 'Youkali', una joyita de Kurt Weill ciertamente poco escuchada y cuya inclusión en el recital no cabe sino aplaudir.

Angel Blue quizo hacer honor al país que visitaba y también a su propia historia como intérprete, pues en 2009 se alzó con el premio de zarzuela en el certamen Operalia. Escuchamos así la célebre 'De España vengo' de El niño judío de Pablo Luna y las 'Carceleras' de Las hijas del Zebedeo de Ruperto Chapí. La soprano estadounidense hizo un esfuerzo ímprobo por manejar el texto y su acentuación con naturalidad y estuvo cerca de lograr una intepretación plausible, de no ser nuevamente por la elección de unos tiempos algo atropellados, con bueno de Bran Wagorn a punto de colapsar al piano en un par de ocasiones. Wagorn fue, todo sea dicho, un partenaire muy estimable, atento y discreto, atinado además en sus dos piezas (Debussy y Gershwin) para piano solo.

Un par de espirituales negros, Deep River y Ride on King Jesus, mostraron otra faceta de la intérprete, en otro código vocal y expresivo completamente distinto, donde pareció -aquí sí- sentirse como en casa. Y finalmente -tras el enésimo O mi babbino caro... propina tópica donde las haya-, llegó seguramente lo mejor de la velada, una versión muy estimable del célebre 'Summertime' de Porgy and Bess de Gershwin donde por fin Angel Blue pareció reivindicarse como una cantante con garra y con personalidad.

En suma, un recital un tanto sui generis, marcado por una sentimentalidad a flor de piel y con un programa con alguna que otra elección desafortunada. Nos quedamos con ganas de escuchar a Angel Blue en un recital más al uso, donde la soprano pueda mostrar todas sus cartas con el repertorio operístico.

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Fotos: © Miquel González