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Un recital conceptual

Peralada, 18/07/2025. Iglesia del Carme. Obras de Viardot, Liszt, Chopin, Bellini, Leoncavallo, Offenbach y Delibes. Sonia Yoncheva (soprano), Ekaterine Buachidze (mezzosoprano), Sara Balasch (violín) y Olga Zado (piano).

La soprano búlgara Sonya Yoncheva vino al Festival Perelada a presentar un disco publicado en marzo del año pasado. Con ello se cerraba el festival de este verano. Se trata de un disco conceptual centrado en la figura de Amantine Aurore Lucile Dupin, que escribía bajo el pseudónimo de George Sand, que es como todos la conocemos. Producido por Naïve Records en colaboración con su compañía SY11 Productions, incluye canciones, duos, piezas para piano, piano y violín así como cartas recitadas y hasta un poema. Todo ello con autores que tuvieron alguna relación con George Sand: Pauline Viardot, Alfred de Musset (del que aparecen textos musicados), Frédéric Chopin y Franz Liszt. 

La sesión se abrió con el piano de Olga Zado interpretando una versión de Casta Diva escrita por Chopin caracterizada por la supresión de unos cuantos adornos vocales de la versión original, con un fraseo relativamente libre. En esto entró Yoncheva recitando una carta de Musset a Sand en un modo sobreactuado que afortunadamente no se extendió al resto de lecturas. Del mismo autor es el texto de la siguiente canción, musicada por Ruggero Leoncavallo: Nuit de décembre. Yoncheva se presentó al público con bello timbre y fraseo sensible. Hay que hacer una salvedad por lo que respecta al uso de la octava alta, siempre dudoso. Ese detalle resulta decisivo en sus interpretaciones operísticas y un servidor ya tuvo momento de criticarlo en este mismo medio con motivo de su recital en el Liceu, pero resultó mucho menos determinante en un repertorio como el de la velada que nos ocupa, con exigencias atléticas y virtuosísticas menores. Del compositor de I pagliacci musicando un poema francés pasamos a Léo Delibes practicando ese españolismo estereotipado tan del gusto francés sobre un poema de Pauline Viardot que confirmó sensaciones, seguido del Nocturno, op. 2 no. 2 de Chopin, ejecutado por Olga Zado con un estilo un tanto plano a pesar de los bellos trinos y ornamentaciones. En la lectura subsiguiente de una carta de Sand a Chopin Yoncheva mostró un recitado mucho más sobrio.

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En 1872 Jacques Offenbach escribió su opéra-comique Fantasio con libreto de Paul de Musset basado en una obra de su hermano, Alfred de Musset, lo que motivó su presencia en un programa que, como se puede observar, tenía a la vez un carácter unitario y ecléctico. La Ballade à la lune fue ejecutada con emisión bellísima y un vibrato precioso en una tesitura comodísima para Yoncheva, que se mueve además muy bien en contextos coquetos como este o el mencionado de Delibes.

La primera pieza con música de Pauline Viardot provenía de sus 6 Mélodies, VWV 1133-1137/1176 y lleva por título Madrid, confirmó las buenas sensaciones y dio paso a la Romanza para piano y violín de los 6 Morceaux de la misma autora. Junto a Olga Zado apareció al violín Sara Balasch, convincente a pesar de que la acústica del lugar era bastante más amable con la cantante que con los instrumentistas. Le siguió una carta de Marie Dorval a George Sand y el que tal vez fuese el momento más brillante de la actuación de Yoncheva. Se trata de Ninon, con música de Tosti y texto de Musset, que según el programa se tenía que ejecutar más adelante. Ahí se mostró inspiradísima y expresiva mientras Ekaterine Buachidze aportaba su mímica antes de ofrecernos, como sucedería a continuación, su canto. Fue con Hai Luli, de Pauline Viardot. Buachidze es muy joven y muestra unas condiciones vocales excelentes que también pudimos disfrutar más adelante.

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Pauline Viardot, además de escribir su propia música y textos realizó también arreglos para voz de algunas mazurcas de Chopin. Sonia Yoncheva cantó dos de ellas con fraseo detallista y sensible, la segunda a duo con la mezzo georgiana. Los problemas con la octava alta se manifestaron, aquí y en otras ocasiones, por medio del recurso de apianar todos y cada unos de los agudos, evitando sostenerlos en forte. Y se dio un descanso mientras la pianista ofrecía el Liebestraum de Liszt con muy buena resolución de los aspectos virtuosísticos pero con una construcción del clímax muy poco tensa.

Tras la última lectura, esta vez de un texto de Georg Sand, encaramos la recta final del recital. Les Bohémiennes es una pieza de Pauline Viardot basada en las Danzas húngaras de Brahms. La cantaron a duo la soprano búlgara y la mezzo georgiana, confirmando las notables sensaciones avanzadas por la segunda y para acabar (cerrando un círculo bien trazado), volvimos a la Norma de Bellini y su célebre Casta diva, esta vez cantada. Hubo aquí aspectos discutibles, entró cubriendo de forma poco elegante y con una entonación un tanto baja, respiró atropelladamente antes de “il bel sembiante” y culminó la cadencia con agudos muy discutibles y calando la nota final. Sería un balance muy negativo si no fuese porque atacó la segunda estrofa con una expresividad intensa que el público siguió con uno de esos silencios que nos recuerdan que a veces el silencio es algo más que un público callado. No hubo novedades destacables en el único bis, el Hai Luli de Viardot que ya había aparecido en el programa y que esta vez fue cantado a duo con Ekaterine Buachidze.

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Fotos: © Miquel González