Hasselhorn_Schubretiada25_a.jpg 

Elogio del estilo y la técnica

18/08/2025. Canònica de Santa Maria de Vilabertran. Samuel Hasselhorn (barítono), Ammiel Bushakevitz (piano). Obras de Franz Schubert. 

Después de asisitir a una notable exhibición de dos jóvenes liederstas catalanes (Ferran Albrich y Elionor Martínez) y al originalísimo enfoque interpretativo que Florian Boesch dio a su Winterreise la verdad es que no se puede negar que la actuación de Samuel Hasselhorn completaba el periplo de un servidor por la Schubertíada de Vilabertran con un un tercer ángulo muy complementario: el de un cantante ya consolidado aunque joven (tiene 35 años), con una técnica excelente y un enfoque interpretativo mucho más clásico que el que habíamos disfrutado en la velada anterior. 

Samuel Hasselhorn y el pianista Ammiel Bushakevitz presentaban Licht und Schatten, un disco que forma parte del proyecto general de grabar las canciones de Schubert del período que va de 1823 a 1828 y que debería concluir en 2028 con Schwanengesang en el centenario de la muerte de Schubert. En Licht und Schatten aparecen las canciones que Schubert compuso entre 1824 y 1825. Canciones densas en algunos casos, de significativo contenido religioso varias de ellas (Die junge Nonne, Die Allmacht, Im Abendrot), con presencia recurrente de la muerte y el dolor de vivir. Entre ellas, tanto en la primera como en la segunda parte Ammiel Bushakevitz dio un descanso al cantante con con dos de los Länder D.366 y seis de las danzas alemanas D.783. 

Estas últimas piezas sonaban por primera vez en la Schubertíada de Vilabertran al igual que la canción que abrió el programa: Des Sängers Habe. Hasselhorn cantó ante el atril, práctica poco recomendable y aparentemente innecesaria. Si aquí ya desplegó una emisión brillante y una vocalidad canónica, en Die junge Nonne confirmó una técnica vocal excelente con espléndido dominio de la media voz, ya sea de pecho, mixta o en falsete. Su estilo, a diferencia del Florian Boesch de la noche anterior, es el de un liederista clásico y en Die Allmacht exhibió además un fraseo de gran elegancia y plasticidad. 

Hasselhorn_Schubretiada25_c.jpg

Aquí vino el interludio pianístico, en que Ammiel Bushakevitz confirmó las excelentes impresiones de sus acompañamientos previos, tocando con verdadera delicadeza y elegancia. Cabe hacer una mención especial al nivel de su actuación y al de los y las pianistas de las dos sesiones anteriores, excelentes en todos los casos. Así fue la actuación de Bushakevitz aquí y en la segunda parte, en que se mostró preciso y contundente. Me queda solo la duda de porqué fue tan brusco en Auf der Bruck, al final de la primera parte.

Si el canto de Hasselhorn ya había hecho ostentación de ortodoxia, en Der Einsame hizo un auténtico despliegue de variedad de acentos y expresión, pasando del legato al staccato con flexibilidad absoluta. Para más inri, a diferencia del enfoque más cínico y canalla de Boesch, Hasselhorn parecía el joven Werther redivivo, sufriente y dolorido en su levita, alto y joven.

Que además Hasselhorn tenga una gran habilidad y precisión en las secuencias de notas cortas (se lució en este aspecto en Auf der Bruck) completa un cuadro vocal de auténtico virtuosismo. Será interesante ver como se desempeña en un teatro como el Liceu la temporada que viene en Le nozze di Figaro. Control de la respiración (se lució en este sentido en Der blinde Knabe), pianos de gran belleza en Im Abendrot y en general una actuación excelente que Hasselhorn quiso cerrar con la atmósfera esperanzada del Urlicht de Mahler, cantado y tocado excelentemente como así fue durante toda la velada. Un nuevo éxito para un festival cuya presente edición ha empezado realmente bien.

Hasselhorn_Schubretiada25_b.jpg