
Campanadas de futuro
Bérgamo. 15/11/2025. Teatro Sociale. Gaetano Donizetti: Il campanello. Lucrezia Tacchi, (Serafina). Francesco Bossi, (Enrico). Pierpaolo Martella (Don Annibale Pistacchio). Eleonora de Prez (Madame Rosa). Giovanni Dragano (Spirindone). Coro dell’Accademia Teatro alla Scala. Salvo Sgrò, maestro coro.
Gaetano Donizetti: Deux hommes et une femme. Cristina de Carolis (Rita). Cristóbal Campos Marín (Pepé). Alessandro Corbelli (Gasparo). Orchestra Gli Originali. Ugo Mahieux, fortepiano. Enrico Pagano, dirección musical. Stefania Bonfadelli, dirección de escena.
Divertido y desenfadado díptico donizettiano el protagonizado por los alumnos de la Bottega Donizetti, el programa de jóvenes del Donizetti Festival que les ofrece la posibilidad de debutar y participar en una ópera escenificada, siendo uno de los puntales de la programación del mismo.
En esta ocasión se quiso contar con dos títulos buffos de Donizetti, que si bien ni se estrenaron ni se compusieron en el mismo año, ambos títulos, de poco más de una hora de duración, funcionan y se complementan de maravilla, como se pudo disfrutar en esta ocasión.

Il campanello (1836), descubrió las voces de la jovencísima Lucrezia Tacchi como Serafina. Una voz fresca, de canto e impostación fácil y natural que sedujo por un timbre nítido de gran solvencia escénica y canora.
Destacó también el Don Annibale Pistacchio, de barítono Pierpaolo Martella, de sonido noble, atractivo color y generosa tesitura baritonal de agudos desahogados, centro mórbido y graves notables, quien además demostró un bis escénica muy divertida y resuelta.
En menor medida, dentro de una actuación brillante como actor consumado, el Enrico del baritenor Francesco Bossi, demostró desenvoltura vocal a pesar de un sonido a medio camino de barítono ligero y fogonazos de tenor. El rol, combinado con el color y su tesitura, exigen un cantante actor de gran eficacia y seguridad, sobretodo en el registro agudo, aquí por momentos con una emisión algo retrasada que pide una técnica mejor trabajada. Con todo, su actuación estuvo regada de una interpretación vistosa y carismática que sedujo al público con notable habilidad.
Sorpresa por la hermosura del color mezzosopranil, el de Eleonora de Prez, una Madame Rosa exuberante, tanto escénica como vocalmente, quien llamó la atención por su elegante fraseo y una impostación tersa y natural que demanda roles de mayor envergadura.
En Deux hommes et une femme (1841), el título original francés de la luego fue la ópera Rita, en su versión posterior italiana, hay que hablar, con permiso del protagonismo de la juventud, del magisterio de un veterano como es el gran Alessandro Corbelli.
El barítono turinés, quien hace poco menos de un mes cumplió unos fantásticos setenta y tres años, mostró un estado vocal envidiable, resonante y dominador por emisión y proyección, además de una agilidad de movimientos en escena envidiables. Su Gasparo fue una master class de canto buffo, con la elegancia de los grandes, dicción, claridad de la articulación francesa y un compendio del mejor belcantismo bufo que se convirtió en un cameo de lujo entre la juventud reinante. Un verdadero maestro del canto.
Carismática, segura técnicamente, de agudos plenos y tesitura homogénea y coloraturas radiantes. Convenció y divirtió la Rita de la soprano Cristina de Carolis. Siempre comunicativa, empática en sus dúos y con la expresión justa, fue una protagonista ideal.
Esperanzador debut en el difícil y exigente rol de Pepé, el del joven tenor chileno Cristóbal Campos Marín, quien mostró un timbre terso y de agudos fáciles, además de un divertido acting. Con un fraseo acaramelado, propia de la siempre fértil escuela latinoamericana que ha dado grandes nombres de tenor, Campos demostró calidad y las posibilidades de un instrumento en pleno desarrollo como lírico de gran soltura en el registro agudo. Un nombre a seguir.
La dirección orquestal fue a cargo del joven, debutante en el Festival Donizetti y con sus primeros títulos del compositor, Enrico Pagano. Su lectura fue fluída, idiomática, con gran sensibilidad en el siempre difícil equilibrio foso-escena, quien supo extraer de la Orchestra Gli Originali, un sonido flexible y meloso. Las atractivas cuerdas de tripa de los arcos, unos vientos y maderas teatrales y un sentido del ritmo buffo y belcantista de gran atractivo, completó un trabajo musical vistoso y comunicativo ideal para estos dos títulos.
La dirección de escena de la soprano Stefania Bonfadelli fue toda una caja de sorpresas teatrales de inteligentes recursos escénicos, siempre en la senda de la tradición bufa. Unió la escenografía, a cargo de Serena Roco, de Il campanello, con una farmacia llamada Pharmacie Pistacchio, que estaba al lado del Hotel Rita, en una realidad escénica donde se desarrollaron las dos óperas con una continuidad dramática de gran efectividad. El vistoso vestuario de Valeria Donata Bettella, y el eficiente trabajo lumínico de Fiammetta Baldiserri, completó un equipo teatral femenino de óptimo resultado.
Un equipo fiel en la incipiente carrera como regista de Bonfadelli, quien mostró inteligencia escénica, ideas y gracejo sin maniqueísmos ni ocurrencias extrañas, pese a un gorila que se paseó en las dos óperas como surrealista nexo de unión secundario.
Mención al irreprochable trabajo del Coro dell’Accademia Teatro alla Scala, quien lució homogéneo y teatral en su cometido de Il campanello, bajo las órdenes de su director Salvo Sgrò.
Una medicina teatral, divertida y efervescente que sacó el regusto amargo del estreno del día anterior con una irregular Caterina Cornaro.
