Pescadores Berlin

Del cine al teatro, ¿o viceversa?

Berlín. 21/04/2018. Staatsoper Unter den Linden. Bizet: Los pescadores de perlas. Olga Peretyatko, Francesco Demuro, Alfredo Daza y otros. Dir. de escena: Wim Wenders. Dir. musical: Victorien Vanoosten. 

La fórmula de los cineastas metidos en quehaceres de directores de escena se viene repitiendo desde hace tiempo aunque con mayor insistencia, pienso, en la última década. Ha habido casos sonados y de enorme éxito, como el Mozart de Haneke, por lo que no cabe sancionar globalmente la fórmula en un sentido positivo o negativo. Ahora bien, cuesta encontrar el criterio por el cual un determinado director de cine se puede hacer cargo con fortuna de una determinada partitura. Esa pregunta se aplica muy bien al caso concreto de estos Pescadores de perlas en manos del cineasta Win Wenders, autor de películas como Cielo sobre Berlín o ¡Tan lejos, tan cerca!.

El trabajo de Wenders, no hay duda, es limpio y elegante; hay claridad de ideas, si bien ideas como tales hay pocas. Tampoco la obra en cuestión da lugar a grandes reflexiones en un plano dramático, es cierto; pero al fin y a la postre el trabajo de Wenders va muy poco más allá de una dimensión estética. Poco ambicioso quizá, se diría que apenas busca poner el espectador ante una sucesión de cuadros de gran plasticidad, siempre con un tono vaporoso y ensoñador, algo muy afín al libreto por otro lado. Wenders, en resumen, busca más generar imágenes que transmitir ideas. El resultado son unos Pescadores más atractivos que la media de las producciones de este título, pero un tanto decepcionante por momentos. No está claro al final si Wenders está mirando el mundo de la ópera con ojos de cineasta, o más bien al contrario, si ha tratado de salir de su corsé para adentrarse en un nuevo horizonte.

Si bien fue Daniel Barenboim quien se ocupó del estreno de esta producción durante la temporada pasada, en esta ocasión las funciones recaían en manos de Victorien Vanoosten. Labor profesional la suya, apoyada en el siempre excelso trabajo de la Staatskapelle de Berlín, en cuyas manos la música de Bizet recobra una valía casi inédita: escuchar esas inspiradas melodías en manos de sus cuerdas y maderas, ciertamente no tiene precio. El acompañamiento a Nadir en el “Je crois entendre” invitaba a cerrar los ojos y soñar muy lejos.

Olga Peretyatko atraviesa un momento vocal muy notable, con un instrumento que ha ganado cuerpo, más ancho en el centro, con un hermoso color atornasolado, con la dosis justa de brillo y oscuridad. La emisión es sana, solvente y es una actriz esmerada. Así, más allá de la floritura vocal de sus páginas solistas, con una coloratura impecablemente resuelta, Peretyatko acertó a mostrar las dos caras del personaje de Leïla: la dimensión más lírica, en su dúo con Nadir, con unas bellísimas frases a media voz; y la parte más dramática, en su desafiante y desgarrado dúo con Zurga.

Gratísima sopresa el Nadir del tenor italiano Francesco Demuro, con un uso muy acertado y notable de la transición entre la voz plena, la media voz y el sonido mixto, recordando por momentos al gran -y hoy olvidado- Alain Vanzo. Bello y sentido fraseo, de poesía natural, nunca afectada. A su lado tuvo un buen Zurga en la voz del barítono Alfredo Daza, un “hombre de la casa”, formado durante años en la compañía estable de la Staatsoper de Berlín. La voz es atractiva, la emisión es sólida y su actuación en escena sin duda implicada.