Un Winterreise atrevido
Barcelona. 17/05/2018. L´Auditori. Schubert: Winterreise. Xavier Sabata, contratenor. Francisco Poyato, piano.
Ante la propuesta de una versión de Winterreise interpretada por un contratenor es necesario dejar los prejuicios en casa. Y más si tenemos en cuenta que se trata de una obra en la que el debate sobre la voz ideal para interpretarla ha existido siempre. Originalmente escrita para voz de tenor, los barítonos - Fischer-Dieskau, Prey, Quasthoff, Goerne - se han adueñado de la obra, con alguna ilustre incursión de bajos cantantes como Hotter o Moll. En el registro tenoril se ha impuesto, tradicionalmente, la voz de lírico ligero (Schreier, Bostridge, Padmore), un timbre que no acaba de casar con la profundidad casi nihilista de la obra y lo lúgubre de esos helados paisajes que remiten a Caspar David Friedrich. En cambio, paradójicamente, la línea de un heldentenor (Kaufmann), es decir un tenor de tintes oscuros, ha sido poco explorado, seguramente por la poca flexibilidad de la mayoría de cantantes con esa tipología vocal.
A este baile de registros hay que añadir la irrupción de la voz femenina en el gran ciclo de canciones que compuso Franz Schubert a partir de los poemas de Wilhelm Müller. Durante muchos años, Winterreise fue coto vedado a las mujeres, pero personalidades como Birgite Fassbaender o Christa Ludwig, entre otras, rompieron ese tabú aportando una nueva dimensión, a nivel tímbrico, sostenida por la indiscutible personalidad de estas dos enormes intérpretes.
La reciente irrupción de un nuevo star-system en la cuerda de contratenor ha empezado, también, a derribar barreras, tanto en el repertorio belcantista como, sobre todo, en el ámbito de la canción. Figuras como Scholl, Daniels o Jaroussky, entre otros, han tratado de ampliar horizontes, a menudo con resultados interesantes. Ahora le ha llegado el turno al valiente Xavier Sabata, que ha decidido enfrentarse al complejo, tanto a nivel musical, pero sobretodo psicológico, último ciclo de Schubert. Y lo ha hecho con la colaboración del pianista Francisco Poyato en la Sala 2 del Auditori de Barcelona.
El inicio del camino, con Gute Nacht, no creó las mejores expectativas. Atribuyo la agresividad y el exceso de velocidad, desmesurada, en el acompañamiento de Poyato en las primeras canciones, a una voluntad narrativa determinada: el protagonista sale de una situación traumática y su estado de ánimo es agitado, casi histérico. No me parece una idea muy convincente, pues el ritmo pausado del acompañamiento e incluso el texto, juegan contra esta idea, pero, en cualquier caso, a nivel musical, no acabó de funcionar. Las cosas fluyeron mejor a medida que avanzaba el ciclo, y a partir de Der Lindenbaum la interpretación se encauzó, llegando a uno de sus mejores momentos con Auf den Flusse, en la que Sabata emocionó con una dicción expresiva (Mein herz...) e incisiva intensidad dramática.
A partir de aquí, se alternaron momentos excelentes con otros más problemáticos, en buena parte, creo, debido a la articulación propia de la técnica de contratenor, pues en las canciones en las que el cantante tenía que decir texto con agilidad, por momentos, la voz perdía brillo y proyección mientras que, en las piezas de líneas amplias y líricas, Sabata exhibió elegancia y suma expresividad. Muestra de ello fue el contraste entre una magnífica Die Wirthaus y un descolorido Mut.
De todos modos, la tendencia a exagerar los contrastes, tanto rítmicos como dinámicos, más en el caso de Poyato que en el de Sabata - algo sorprendente en un reputado especialista en el Lied como él-, fue, por momentos, un pequeño obstáculo en este trayecto que han emprendido ambos intérpretes. Sin duda, se trata de un primer contacto con un ciclo que necesita una gran maduración, y en este sentido tanto Sabata como Poyato son artistas suficientemente inteligentes y maduros para pulir detalles y matizar su concepto general de la obra.
Superados, pues, los prejuicios, el resultado final fue sumamente interesante y la traca final (Nebensonnen y Der Leiermann) dejó constancia de que la propuesta, por atrevida que parezca, merece largo recorrido.